Tras la investidura, el presidente Andrés Manuel López Obrador agradeció a su antecesor Enrique Peña Nieto el haber respetado la voluntad del pueblo “no como los otros”, para luego advertir sobre los cambios pacíficos de la “cuarta transformación”.
Luego de que en San Lázaro el presidente de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, recibiera del ahora exmandatario la banda presidencial para colocársela al morenista, quien a su vez juró umplir y hacer cumplir la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
“La transformación será pacífica, ordenada, profunda y radical. Acabaremos con la corrupción que impide el florecimiento de México”, sentenció López Obrador al principio de su primer discurso como presidente de la República.
Agregó que lo anterior es por la deshonestidad de los gobernantes, motivo por el que también existe desigualdad e inseguridad.
Se pronunció en contra de la política neoliberal, causante de la pobreza, depreciación de la moneda e inflación.
López Obrador repitió sus principales promesas de campaña, acabar con la corrupción e impunidad, pero de manera pacífica y “sin perseguir a nadie” para evitar daños futuros, aunque sostuvo que no habrá suficientes cárceles.
Reafirmó la constitución de la Comisión de la Verdad para que se haga justicia en el caso Ayotzinapa, así como que promoverá la eliminación del fuero.
Además, el ahora presidente aseguró que no habrá aumentos -en términos reales- en los impuestos ni combustibles, al tiempo de sostener que estos últimos bajarán cuando funcionen las seis refinerías que se rehabilitan.
El morensita también recordó que habrá austeridad y no se gastará más de lo que se tiene ni debe. Asimismo, puntualizó que se crearán trabajos para todos los sectores y becas para estudiantes.
López Obrador precisó que en 2 años y 6 meses se someterá a consulta para la revocación de su mandato, “porque el pueblo pone y el pueblo quita”.