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Edomex, la maestra con los maestros

Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal, publicada en El Financiero, señala que las fotografías del sábado pasado en un evento de la candidata de Morena a la gubernatura del Estado de México en Tlalnepantla, Delfina Gómez, no dejaron margen a la especulación. Delfina estaba flanqueada por Fernando González –el yerno de la maestra Elba Esther Gordillo, y con quien el hoy secretario de Educación, Aurelio Nuño, nunca se pudo poner de acuerdo sobre los términos y el lenguaje de la reforma educativa–, y Rafael Ochoa, compadre de la exlideresa del magisterio, y quien, con una falta de cuidado la semana pasada, destapó el apoyo de esa dirigencia descabezada por el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, a la candidata de Morena. Ya lo había diagnosticado la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota: Gómez y Gordillo son la misma cosa.

Mecánicamente no, pero orgánicamente Vázquez Mota tiene razón. Gómez no sólo es maestra, sino pertenece a la Sección 36 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, la que anidó y encumbró a Gordillo, de la cual fue secretaria general de 1977 a 1988, cuando el entonces regente del Distrito Federal, Manuel Camacho
–años después uno de los ideólogos y estrategas de Andrés Manuel López Obrador– la llevó con el presidente Carlos Salinas para ungirla dirigente nacional en sustitución de Carlos Jonguitud. Ochoa, desde entonces, fue lugarteniente de Gordillo.

La postura de la vieja dirigencia magisterial no es ideológica o de revanchismo contra el gobierno de Peña Nieto. Gordillo siempre mantuvo la política donde el apoyo a los maestros para cargos de elección popular no estaban condicionados al partido con el que buscaran candidaturas o competían en las elecciones. Para dar cabida plena a esas aspiraciones creó el partido de los maestros, Nueva Alianza, que abrió mayores posibilidades de negociaciones y acuerdos políticos. La maestra siempre decía que antes que respaldar a cualquier partido y cualquier candidato, estaban los maestros.

En las elecciones presidenciales en 2006, pese al rechazo de López Obrador a la alianza que le propuso Gordillo, la instrucción a los maestros fue que votaran por quien quisieran, salvo –esto sí, en respuesta a los agravios que había sufrido de su expartido, el PRI–, a favor del candidato priista, Roberto Madrazo. Los maestros votaron en las dos circunscripciones del norte del país por Felipe Calderón, mientras que en las tres restantes por López Obrador. En las elecciones presidenciales de 2012 jugó con Peña Nieto, a quien conocía, y cuyo operador político era otro viejo amigo de ella, el hoy secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.

Sólo fue después de formalizar la alianza cuando supo que entre las prioridades de Peña Nieto, como presidente, estaba la reforma educativa. Peña Nieto se la encomendó a Nuño, quien encargó su redacción a Enrique Ochoa, actualmente presidente del PRI. Ochoa incluyó el detonador de una bomba social, al establecer que si no pasaban las pruebas que se les exigiría, los maestros podrían ser despedidos. Gordillo luchó con el jefe del equipo de transición, Luis Videgaray, para que la palabra “permanencia” dentro del sindicato fuera garantizada sin amenaza alguna. Nunca movió a Videgaray de la postura original, pese al argumento biológico de Gordillo, de que no había necesidad de medidas punitivas en la reforma, ya que la edad se encargaría de jubilarlos durante el sexenio y los nuevos maestros podrían ingresar bajo las nuevas reglas propuestas.

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¿Y dónde está el dueño?

Leo Zuckemann en su columna Juegos de poder, publicada en Excélsior, indica que no sé usted, pero si yo fuera el dueño de Pemex, lo primero que haría sería despedir a los empleados involucrados en el robo de combustibles, un atraco que se calcula en veinte mil millones de pesos al año, según el secretario de Hacienda. ¿Por qué los administradores de la petrolera mexicana no lo han hecho? ¿Acaso no los han encontrado? Difícil de creerlo. Aquí el problema de fondo es que la administración de Pemex toma sus decisiones con base en criterios políticos y no económicos.

Supuestamente, el dueño de Pemex somos todos los mexicanos. Sí, como no. Si así fuese, yo, como usted, tendríamos una acción de la empresa a nuestro nombre que nos generaría un dividendo anual sobre las utilidades. O la acción tendría un precio de mercado que fluctuaría de acuerdo al flujo de efectivo traído a valor presente neto. Pero no, los dueños de Pemex no somos los ciudadanos: son una gran cantidad de grupos que ordeñan los ingresos de la empresa comenzando por el gobierno mexicano.

Me van a decir que nuestras autoridades son las que nos representan como propietarios de la empresa. Pero precisamente ahí está el problema: los intereses del gobierno no necesariamente están alineados con los de la ciudadanía. En economía, este tema se conoce como el problema del agente-principal. Los agentes son los que toman decisiones (la administración de una empresa) a nombre de los principales (los accionistas). Supuestamente, la gerencia tiene la misión de generar valor para los dueños. Pero no necesariamente ocurre así. Para empezar, el agente suele tener mayor información que el principal, lo cual significa una relación asimétrica. Pero, además, el agente puede tener intereses diferentes al del principal. Al director de una empresa, por ejemplo, le puede encantar viajar en avión privado, aunque esto incremente los costos, generando menos utilidades.

Regresemos a Pemex. El principal, supuestamente, somos los mexicanos y el agente son los directivos de la empresa. ¿Tienen incentivos éstos para maximizar el valor de los múltiples negocios en que están metidos? La respuesta es no. A los gobiernos de México, priistas o panistas, lo único que les ha importado es extraerle todos los recursos posibles a Pemex. Desde hace lustros, la tratan como si fuera una vaca lechera: le ordeñan todo el dinero posible porque, desde el punto de vista político, es más fácil esto que cobrar impuestos a la ciudadanía.

El petróleo, por más mal que se administre, es un gran negocio. Los márgenes de rentabilidad son altísimos. La ubre petrolera es, en este sentido, enorme. Los que más se han beneficiado son los gobiernos. Pero muchos más se han unido a la succión. Líderes sindicales involucrados en jugosos negocios dentro de la empresa. Empleados que tienen las mejores prestaciones laborales del país. Contratistas privados que, en colusión con empleados corruptos de la empresa, incrementan los costos de insumos y obras.

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¡Se olvida Anaya de Josefina!

Ricardo Alemán en su columna Itinerario Político, publicada en Milenio, señala que como todos saben, una de las mayores apuestas de Ricardo Anaya para conseguir la candidatura presidencial del PAN era la victoria azul en el Estado de México, la joya de la corona en 2017.

Para eso convenció a Josefina Vázquez Mota —la ex candidata presidencial—, quien a regañadientes aceptó postularse como candidata del PAN al Estado de México.

Y para convencer a Jose —como motejan a Vázquez Mota—, el jefe nacional del PAN recurrió a todo tipo de promesas; que si tendría todos los apoyos, que si todo el respaldo, que si los recursos que fueran necesarios, que si la unidad del partido…

Sin embargo, los hechos muestran una realidad muy distinta a lo que el jefe nacional del PAN le prometió a la candidata mexiquense; una candidata cuya victoria —en teoría— lo llevará directo a ser postulado como el más aventajado aspirante presidencial de los azules.

Y es que algo grave —o muy grave— ocurre en el día a día de la campaña de Josefina. Se confirma que en política —y sobre todo en las elecciones— “lo que ven los ojos lo retratan las encuestas”. Es decir, las cosas no están bien y parecen lejos de lo que prometió Ricardo Anaya.

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Se cocina alianza en el Edomex

La columna Bajo Reserva, publicada en El Universal, indica que no hay buenas noticias en el PAN, especialmente en los cercanos al jefe nacional del partido, Ricardo Anaya, quienes ven cómo su candidata al gobierno del Estado de México, Josefina Vázquez Mota, sigue cuesta abajo en las preferencias electorales. Nos comentan que dado que Anaya apostó todo por Josefina, y a que su campaña no camina, sus allegados analizan la conveniencia de acordar una alianza de facto con el PRD y su candidato, Juan Zepeda. Aseguran que, si bien don Juan no crece, al menos mantiene el voto perredista, y con el apoyo panista se pondría competitivo ante los aspirantes del PRI, Alfredo del Mazo y de Morena, Delfina Gómez, quienes hasta ahora pelean por el primer lugar. La maniobra, consideran, podría poner la elección en una lucha de tres en la que estructuras como las que tienen en el estado el PRI y el PRD, podrían ser la diferencia. ¿Se animará el PAN a bajar a doña Josefina?

¿AMLO y Elba Esther juntos?

Políticos serios de izquierda que se han sumado a la causa de Morena no dan crédito del apoyo abierto de la ex líder magisterial Elba Esther Gordillo, quien se encuentra encarcelada en un hospital, a la campaña de la candidata de Morena al gobierno del Estado de México, Delfina Gómez. Dicen que aunque no pueden afirmar que esto es autorizado por el líder nacional del partido, Andrés Manuel López Obrador, aceptan que saben muy bien que si en alguna campaña está metido al 100 por ciento AMLO, es la de Delfina en el Edomex. Por lo tanto consideran que sería prácticamente imposible que él no supiera del apoyo de la gente de la maestra Gordillo. Aseguran que sea como sea, esa alianza podría pegar más que beneficiar a López Obrador, pues es un duro golpe en el tema de la credibilidad y al discurso de la lucha contra la “mafia del poder”. Gordillo no sólo representa la antítesis de los valores que López Obrador presume defender, sino que operó en contra de él en las elecciones de 2006. Los sorprendidos simpatizantes de Morena y de AMLO nos dicen que el costo de esta relación podría ayudar en el 2017, pero que será una bomba contra el partido y su candidato presidencial en 2018. “Que lo piensen bien”, dicen aún sin creer lo que sus ojos han visto: a los operadores de Gordillo sentados en la misma mesa que Delfina.

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, señala que a pesar de la denuncia de Morena ante la PGR y la Fepade para que investiguen qué ocurrió en el asalto en Neza, el PRI ya negó que en el local hubiera dinero, incluso la fiscalía del estado ya dijo que no hay una sola evidencia en la carpeta de investigación que señale que ahí había efectivo.

Entonces, ¿qué busca Morena al tratar de politizar este lamentable hecho en el que murieron cinco personas? Así son las campañas, hay a quienes no les importa el dolor de las familias que perdieron a un ser querido y solo quieren sacar raja electoral.

Que la cúpula del PRD en la Cámara de Diputados ve cuesta arriba que la fracción del PRI, encabezada por César Camacho, respalde el desafuero expedito de la legisladora local veracruzana Eva Cadena, a quien se le imputan probables delitos electorales por recibir dinero en efectivo, supuestamente para Andrés Manuel López Obrador.

Según los perredistas, desaforar a la ex morenista dejará a los tricolores sin pretexto para despojar también de la inmunidad al diputado federal priista Tarek Abdalá, tesorero del gobierno de Veracruz durante la administración de Javier Duarte.

Que en el gobierno federal aseguran que todo está listo para que el procurador general de la República, Raúl Cervantes Andrade, se reúna el próximo 23 de mayo, en las instalaciones de la PGR, con los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos.

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