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No dispare, soy periodista

Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal, publicada en El Financiero, indica que en los 80, El Salvador se convirtió en el lugar donde, de manera sistemática, se comenzó a ver a los periodistas como enemigos. La agresión de las fuerzas de seguridad del régimen controlado por militares contra la prensa propició la respuesta creativa, y reveladora, con gritos impresos en camisetas que tenían en el pecho un blanco de tiro, y en la espalda la leyenda: “¡No disparen! Soy periodista”. Eran los primeros años del final del entorno de seguridad que tenían los periodistas para hacer su trabajo en zonas de conflictos. En la Guerra de los Balcanes, los riesgos aumentaron al buscar las fuerzas enfrentadas silenciar a la prensa. Hubo simulacros de ejecución, y en algunas ciudades asediadas las periodistas redujeron el riesgo ante los francotiradores usando vestidos floreados, que confundían a los agresores.

Según el Comité de Protección a los Periodistas, sólo tres salvadoreños fueron asesinados de 1992 a la fecha, una vez terminada la guerra. En los Balcanes murieron entre 54 y 75 periodistas –la cifra incluye traductores, choferes y asistentes– hasta 1992, cuando la ONU logró un cese al fuego, similar al número de periodistas muertos en la Guerra de Vietnam, y casi el total que falleció durante la Segunda Guerra Mundial. Trabajar como periodista en un país en guerra tiene altos riesgos, pero también, en la gran mayoría de los casos, existen reglas no escritas que permiten a los periodistas minimizar el peligro. Otros países, que oficialmente no están en guerra, carecen de reglas no escritas. No hay límites ni garantías de ninguna especie. México, es el ejemplo más dramático.

De acuerdo con Reporteros Sin Fronteras, México es el país más peligroso del mundo para los periodistas. En su barómetro de 2017, ubica a seis periodistas muertos: Irak, dos; Siria, dos; Afganistán, uno, y México, uno. Los datos no están actualizados. A la fecha, en México se han asesinado a cuatro periodistas, lo que hace casi el total de caídos en aquellas naciones asiáticas, todas envueltas en profundas guerras. La penúltima periodista abatida, el 23 de marzo, fue la respetada Miroslava Breach, acribillada al salir de su casa en Chihuahua, lo que aceleró una decisión que se venía evaluando hacía semanas en el diario Norte de Ciudad Juárez, que el lunes pasado cesó de publicarse. “La impunidad que existe, no sólo hacia los periodistas, sino a la comunidad en general, es tan alta que esta es una forma de decir, hasta aquí”, escribió el propietario y director general Óscar Cantú, en un editorial de primera plana publicado en su edición dominical.

La impunidad es el nombre del juego en México. Artículo 19 reportó que desde 1990 se han documentado los asesinatos de 102 periodistas en México, de los cuales casi 30 por ciento del total han sido durante el actual gobierno. En su informe sobre la situación de la prensa en 2016 –que será revisado este jueves–, Artículo 19 señaló que cada 26.7 horas se agrede a un periodista en México. “En la actual administración de Enrique Peña Nieto las agresiones contra la prensa casi se duplicaron, comparado con la de Felipe Calderón, en la que se agredía a un comunicador cada 48.1 horas”, añadió. “Hubo 326 ataques contra periodistas y medios de información en 2016. Las agresiones físicas o materiales fueron las de mayor registro, con 43 por ciento de los casos. Le siguen las intimidaciones, con 16 por ciento; las detenciones arbitrarias, con 14 por ciento, y las amenazas, con 13 por ciento”.

El deterioro sobre la libertad de expresión ha sido continuo. Según la Fiscalía para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión, de julio de 2010 al 31 de diciembre pasado hubo 798 denuncias por agresiones contra periodistas, 47 por asesinato, pero sólo se lograron tres sentencias condenatorias, una en 2012 y dos en 2016. O sea, 99.7 por ciento de los casos registrados por la Fiscalía no ha recibido sentencia alguna. Freedom House dijo que “una combinación de violencia criminal y política, que frecuentemente refleja la colusión entre organizaciones criminales y funcionarios estatales, ha tenido un despliegue dramático en la última década”.

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Homenaje a Sartori

Leo Zuckermann en su columna Juegos de Poder, publicada en Excélsior, señala que tenía unos ojos muy expresivos. Cuando hablaba, gesticulaba y movía su mano derecha. A menudo alzaba su ceja izquierda. Solía calarse unos pequeños anteojos en el medio de su nariz. No era el típico académico inseguro. Por el contrario, derrochaba una gran confianza que, sí, podía convertirse en arrogancia. Era carismático y coqueto con las mujeres, aunque siempre caballeroso. Los estudiantes europeos y latinoamericanos (en especial, “sus mexicanos”, como nos decía) lo adorábamos: era la perfecta estampa del viejo profesor inteligente y cabrón. Los estadunidenses, en cambio, le rehuían por considerarlo rudo y hasta ofensivo.

Sartori era implacable cuando alguien hacía una pregunta estúpida, utilizaba una falacia o abusaba del idioma. En una ocasión, reprendió a un estudiante estadunidense por utilizar un acrónimo, como se hace con toda naturalidad en ese país. “Quizá le respondería si supiera a qué se refiere usted con eso de IR”, le dijo. El maestro claro que sabía, pero no dejó pasar esa bola. El alumno, atónito, le contestó que todo mundo sabía que IR era “international relations”. A continuación, el profesor le explicó la importancia de hablar correcta y claramente en la academia. No por pedantería. Al revés, Sartori estaba haciendo su trabajo de educación pura y dura. Porque, más que llevarme los conceptos básicos de su teoría democrática en aquel seminario en la Universidad de Columbia, el último que daría antes de jubilarse, lo que aprendí de mi maestro Sartori es la importancia de la lógica y el lenguaje en el desarrollo de las ideas.

Tenía un gran sentido de la ironía y el sarcasmo. Un día nos pidió leer Un prefacio a la teoría democrática del politólogo estadunidense Robert Dahl. “El día que ustedes sean politólogos de verdad, ese día van a escribir un libro como éste”, dijo al comenzar la clase donde lo analizaríamos. Acto seguido, se pasó varios minutos explicando las enormes virtudes del ensayo de Dahl para terminar diciendo: “Lástima que esté completamente equivocado”. Esperó a que nos acabáramos de reír para luego argumentar, con lógica impecable y en su perfecto inglés, los defectos del ensayo en cuestión.

Le fascinaba el tema de la democracia. Desarrolló una teoría que publicó en inglés en dos volúmenes (The Theory of Democracy Revisited). No son nada fáciles de leer. Sartori se pone del lado de los teóricos elitistas de la democracia moderna que, según él, sí tiene un adjetivo: liberal. He aquí un régimen político donde una mayoría elige a una minoría para que la gobierne. Quizá, la mayor fortaleza de este libro es el intento de integrar las teorías descriptivas y prescriptivas en una sola: la de lo democráticamente posible.

Pero el teórico de la democracia era, también, un ferviente defensor de este sistema político. De ahí que siempre estuviera pensando en las amenazas contemporáneas a la democracia liberal. Hacia al final de su carrera, escribió dos diatribas muy provocadoras: una contra la televisión y otra contra el multiculturalismo.

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¡El odio militante!

Ricardo Alemán en su columna Itinerario Político, publicada en Milenio, indica que ya documentamos que la memoria de muchos mexicanos con derecho a votar y ser votados tiene un poderoso componente militante que los hace ciegos, sordos y mudos a toda crítica que involucra a su ídolo político. A eso le llamamos memoria militante.

Pero en tiempos de redes, de verdades alternativas y legiones de idiotas el odio también se ha contagiado de la militancia partidista.

Por ejemplo, no es nuevo el odio a los periodistas que piensan distinto. Incluso, no pocos periodistas siembran odio contra otros colegas que disienten de ellos o que tienen una idea o un pensamiento diferente.

Pensar distinto y hacer público el pensamiento diferente —sea en prensa, radio, televisión o redes— es causal de rabiosos ataques de todos aquellos que dicen poseer la verdad, de los iluminados, de los que hablan con Dios y con el diablo.

En México, pensar distinto y expresarlo de manera pública es el mayor pecado entre el gremio periodístico. Es causal de muerte.

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El triple agente mexicano

Joaquín López-Dóriga en su columna En Privado, publicada en Milenio, señala que sin protagonismo se sienten invisibles. Florestán

Yo que he sido aficionado a las novelas y películas de espionaje, recuerdo de las que aún pasan por televisión o ya las bajo directamente, la mayoría en blanco y negro, que muchas tenían como tema recurrente el de los dobles agentes, preocupación permanente en todos los organismos de inteligencia reales, que reflejan las historias.

De los espías famosos, en México solo existe el referente de Ramón Mercader, hijo de una anarquista catalana que ingresó al servicio secreto soviético en tiempos de la guerra civil española, que cambió su nombre por el de Jacques Monard, y por instrucciones de José Stalin vino a México, donde en su fortaleza de Coyoacán asesinó a su enemigo central, León Trotski, el 21 de agosto de 1940, en plena Guerra Mundial. Fue detenido, sentenciado, purgó su condena en Lecumberri de donde salió para morir años después en Cuba, lo que inspiró a Leonardo Padura a escribir su extraordinaria obra El hombre que amaba a los perros.

Hay espías históricos como Mata Hari, fusilada en París en 1917; en los 70 Garganta Profunda, que alimentó de información a los reporteros del Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, que llevó a la renuncia del presidente Richard Nixon. Años después se supo que el informante había sido el número 2 del FBI, Mark Felt, él lo reveló.

Ese nivel de espionaje de Estado en México, tras la guerra fría, se ha limitado a escuchas y seguimientos, hasta que ayer estalló el del no doble, triple agente, Iván Reyes Arzate, un veterano de la Policía Federal desde 2009, integrante de una unidad especial de la división antidrogas, enlace con la DEA e informante del cártel de los Beltrán Leyva, cuyo jefe Alfredo, (a) El Mochomo, fue sentenciado ayer por una Corte del Distrito de Columbia a cadena perpetua.

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El gobernador que tiene “una salud muy sana”

La columna Bajo Reserva, publicada en El Universal, indica que quien ayer subió un video a Facebook fue el gobernador de Nayarit, Roberto Sandoval, para decir que: “Bendito Dios, tenemos una salud muy sana”. El video, que don Roberto dice fue grabado en Tepic, tiene la intención de acallar las versiones que con insistencia han circulado desde la semana pasada acerca de que sufrió un infarto. Asegura que debido a la veda electoral no ha podido realizar apariciones públicas. Nos hacen ver que si luego de que el mundo se le vino encima cuando la semana pasada su fiscal fue detenido en Estados Unidos, acusado de narcotráfico, el gobernador no sufrió un infarto es porque, en efecto, tiene una salud muy sana.

La nueva chamba de Barbosa

Poco a poco va quedando claro el papel que el senador Miguel Barbosa jugará para apoyar Andrés Manuel López Obrador en su camino al 2108. Nos dicen que pronto el senador que hasta hace escasos tres días militaba en el PRD, se sumará al equipo jurídico de la candidata de Morena al Estado de México, Delfina Gómez Álvarez. Nos comentan que la misma candidata no ve mal que el senador Barbosa defienda a Morena en lo jurídico, pues uno de los escenarios que se contemplan en el partido, ante lo cerrado de la contienda, es que la gubernatura se decida en los tribunales más que en las urnas, chamba en la que tendría que colaborar don Miguel, quien más adelante podría buscar la reciprocidad de AMLO si decide buscar la gubernatura de Puebla, su estado natal.

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, señala que tuvo que acudir Enrique Peña Nieto a Cuernavaca para que el alcalde Cuauhtémoc Blanco y el gobernador de Morelos, Graco Ramírez, se dieran la mano, después de meses de desencuentro por asuntos de seguridad y de futurismo electoral.

Por supuesto, nada tiene que ver con que hayan hecho las paces, pues el saludo fue obligado cuando el Presidente se acercó al ex futbolista y al mandatario estatal no le quedó más remedio que emular la cortesía, durante la inauguración del libramiento a Acapulco.

Que en el cuarto de 59 días de campaña y previo a la celebración de Semana Santa, la candidata del PAN a la gubernatura del Edomex, Josefina Vázquez Mota, tendrá por primera vez una agenda privada de actividades, pero mantendrá reuniones con militantes y líderes locales, según informó su equipo.

Además, ya tiene lista su declaración patrimonial, fiscal y de intereses, que no tendrá que corregir después de publicada, “como ocurrió con otras mujeres”, dijo ante estudiantes del Tecnológico de Monterrey.

Que al parecer la bancada panista del Senado se dividirá hoy en la designación de Paloma Merodio como integrante y eventual vicepresidenta del Inegi, toda vez que la llamada “mayoría oficial”, que simpatiza con Ernesto Cordero, votará a favor de ella, mientras que hay otra parte que comparte objeciones con Carlos Romero Deschamps.

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