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Presidencia cazará corruptos

Raymundo Riva Palcio en su columna Estrictamente Personal, publicada en El Financiero, señala que finalmente, luego de más de cuatro años de gobierno, en Los Pinos cayeron en cuenta que junto con las reformas, un importante detonador del malestar de los mexicanos tiene que ver con la corrupción. El primero de mayo, el jefe de la Oficina de la Presidencia, Francisco Guzmán, le propuso al consejero jurídico en Los Pinos, Humberto Castillejos, uno de los funcionarios más influyentes en el presidente Enrique Peña Nieto, una estrategia para combatir la corrupción en el gobierno federal. Guzmán, revelaron funcionarios, solicitó a todas las secretarías un listado de trabajadores que pudieran ser acusados por corrupción, para que pudieran ser explotados penal y mediáticamente, y comenzó a trabajar de esta manera el final del sexenio, que se encuentra a sólo 17 meses de distancia.

La petición de Guzmán revela varias facetas sobresalientes del gobierno actual. Por un lado, la aceptación implícita del presidente Peña Nieto que la corrupción tiene infectado a su gobierno. Peña Nieto era refractario a la sola insinuación de corruptos en su administración, y todavía en diciembre, cuando se le preguntaba directamente sobre qué haría al respecto, respondía que su gobierno era el que más había hecho en el combate a la corrupción. La impresión que siempre dejaba era la de negación total a un fenómeno que se había convertido en su gangrena. No está claro en qué momento cambió su parecer, y autorizar acciones como las propuestas por Guzmán, pero en el primer trimestre del año, en una reunión con el equipo editorial de un medio en la Ciudad de México, uno de sus interlocutores fue –según personas que estuvieron en ese encuentro– brutal, por decir lo menos. Le dijo, no literalmente como aquí se apunta, que si no había pensado que una vez que terminara su mandato podría ser acusado por corrupción. La cara de Peña Nieto, recordaron los presentes, cambió de color y fue evidente su enojo.

La otra faceta que sacó al descubierto la iniciativa de Guzmán, es la aceptación clara del conocimiento que hay en Los Pinos sobre la corrupción en el gobierno. Cuándo la reconocieron, no está claro. En qué momento les pareció que había rebasado todo lo tolerable posible, en el contexto de un régimen donde la colusión y las ilegalidades son parte del combustible que lo mantiene todavía, tampoco. La corrupción explotó a niveles no recordados por nadie, desde los primeros meses del gobierno de Peña Nieto, con la llegada de un alto número de mexiquenses a la administración pública federal. Los primeros en sentir la voracidad fueron los empresarios, quienes se quejaban de que los niveles de corrupción del pasado, cuando les pedían un promedio de 10-15 por ciento de comisión sobre las licitaciones de obra pública que ganaran en un concurso, se había elevado en hasta 40 por ciento, y escaló todavía más en los últimos meses, en algunos casos que comentan pero no denuncian públicamente, hasta 80 por ciento. Cínicamente, en el gobierno le están llamando ‘retorno de inversión’.

Las cifras son increíbles, incluso para un sistema donde la corrupción ha sido un estilo de vida y un método de operación cotidiana durante décadas. Sin embargo, pese a que desde 2013 los empresarios comenzaron a expresar su malestar, dos miembros del gabinete consultados por este espacio en aquellos meses del incipiente gobierno, aseguraron no haber escuchado nada sobre este tema. La corrupción dentro del gobierno comenzó a permear en el gabinete hasta 2015, según algunos funcionarios, pero no pasó nada. Incluso, como mostró la actitud del presidente Peña Nieto, la negación era la constante. Después de la derrota del PRI en la mayoría de las elecciones para gobernador, el año pasado, y los números decrecientes del respaldo electoral al partido y a sus candidatos en las elecciones para gobernador en tres estados, en junio, dentro del gobierno hay otro tipo de sensibilidad acelerada por la preocupación de perder el poder. Un funcionario de la Unidad de Inteligencia Financiera, que depende de la Secretaría de Hacienda, admitió que si un partido de oposición llegara al poder el próximo año y actuara con energía, “no alcanzarían las cárceles para tantos funcionarios” vinculados a actos de corrupción.

Ya fue demasiado para seguir manteniendo la ceguera. Incluso para los mexiquenses en Los Pinos. El encuentro de Guzmán y Castillejos en mayo transcurrió en esa dirección. Carne para el sacrificio de fin de sexenio, es lo que están pidiendo a las dependencias del gobierno, cuyas listas negras se están elaborando para que se trabajen con la Secretaría de la Función Pública y la Auditoría Superior de la Federación. El enfoque se está haciendo en aquellas dependencias donde se manejen fondos públicos, o en áreas sensibles, como en el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes, donde se inició una auditoría por la venta de los dos últimos ingenios del gobierno, por tres mil 400 millones de pesos.

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¿Alianza PAN-PRD para el 2018?

Leo Zuckermann en su columna Juegos de Poder, publicada en Excélsior, indica que ¿Por qué los presidentes del PAN y del PRD convocaron, de pronto, a crear un Frente Amplio Opositor para las elecciones de 2018? ¿A dos semanas de los comicios en el Estado de México, Coahuila y Nayarit? ¿A qué se debe el adelanto? ¿Qué pretenden Ricardo Anaya y Alejandra Barrales?

Me parece que el tema tiene que ver, primero, con la elección en el Edomex. Los dos dirigentes nacionales han visto las encuestas y saben que ni Josefina Vázquez Mota (PAN) ni Juan Zepeda (PRD) están en condiciones de ganar dentro de quince días. Si hubieran hecho la alianza, su candidato o candidata seguramente estaría disputándole la gubernatura a Alfredo Del Mazo (PRI) en lugar de Delfina Gómez (Morena). Véase lo que está ocurriendo en Nayarit donde sí forjaron una coalición. Todo indica que su candidato, Antonio Echevarría, ganará la elección de gobernador en ese estado.

Panistas y perredistas ya se dieron cuenta, un poco tarde, del error de no haberse aliado en el Estado de México. Supongo que ya no pueden pedirle a sus respectivos candidatos que uno decline a favor del otro. Lo que queda, entonces, es enviar un mensaje tangencial, tardío y enredado para ver si se hace el milagrito de que algunos votantes de Josefina se pasen a Zepeda y/o viceversa.

Está en chino. En el fondo, más bien creo que Anaya y Barrales ya dieron por perdido el Edomex y se están adelantando en consecuencia. El sábado, sin decir “agua va”, convocaron a formar un frente amplio de actores políticos, sociales y académicos “que nos permita sacar al PRI, por un lado, y, por otro lado, y lo más importante, darle a México un gobierno de coalición, un gobierno honesto y de resultados en beneficio de la gente”. En otras palabras, una fuerza política que no sólo pueda ganarle al PRI, sino al que va arriba en las encuestas, es decir, a López Obrador.

La fórmula aliancista ha resultado exitosa desde que comenzó a utilizarse en 2010. Es una coalición pragmática entre un partido de centro-derecha y otro de centro-izquierda. Un primer problema para que funcione es su programa de gobierno. No está fácil concertarlo, ya que tienen diferencias ideológicas importantes. Este sexenio, por ejemplo, el PAN apoyó la aprobación de la Reforma Energética que abrió el sector al capital privado. El PRD, en cambio, votó en contra. Y tenemos otro caso en el que ocurrió lo opuesto, es decir, los perredistas votaron a favor y los panistas en contra: la Reforma Fiscal. Es por eso que muchos, con razón, consideran la alianza PAN-PRD “contra-natura”: la imposible unión del agua con el aceite.

Durante años, muchos dirigentes de estos partidos han argumentado a favor de esta coalición con el fin de sacar al PRI de gobiernos estatales donde no se había dado la alternancia. Pero resulta que dicho fenómeno ya ocurrió en el gobierno federal desde 2000. Más aún, hoy ya existe un candidato, López Obrador, con buenas probabilidades de ganarle la Presidencia al PRI en 2018. Entonces, ¿para qué la alianza? Pues para evitar que llegue AMLO a Los Pinos porque, hoy por hoy, no se ve cómo el PRI pueda ganar las próximas elecciones presidenciales.

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¡Insólito! ¡AMLO, derrotado por el PRD!

Ricardo Alemán en su columna Itinerario Político, publicada en Milenio, señala que la derrota será escandalosa. Tanto, que líderes de Morena ya preparan la utilería, la gritería y el engaño mediático para justificar el supuesto fraude en el Estado de México.

Y es que luego de la montaña de raterías cometidas por Delfina Gómez y luego del saqueo de Morena en el Estado de México, la debacle de los rojos parece “la crónica de una derrota anunciada”.

Pero no, contra lo que muchos suponen y contrario a lo que otros especulan, la Morena de AMLO y su candidata, Delfina Gómez, no serán derrotados por “la mafia del poder”, tampoco por el horrible PRI y menos por el alicaído PAN.

En el Estado de México el partido Morena y su candidata, Delfina Gómez, serán vencidos por el partido que por años fue escupido, sobajado, vapuleado y denigrado por el propio AMLO. Nos referimos al PRD, el partido que apenas hace meses era visto como el gran fracasado en las elecciones de 2017 y 2018.

Pero, sobre todo, Morena y Delfina serán derrotados por la nueva generación de políticos de la izquierda mexicana: por el joven y habilidoso Juan Zepeda, el candidato amarillo, quien no solo recuperó la esperanza en la verdadera izquierda sino que exhibió la decadencia política de Andrés Manuel López Obrador.

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El candidato del PRI para el 2018

La columna Bajo Reserva, publicada en El Universal, indica que es cosa de días, una vez que se sepa el resultado de las elecciones en el Estado de México; la baraja de una decena de cartas que hoy tienen en el PRI y Los Pinos para buscar al candidato a la Presidencia quedará reducida a, cuando mucho, dos o tres nombres a quienes se les dará la instrucción de arrancar su carrera por la candidatura. En el tricolor y en el gobierno federal saben que la competencia es reñida y que más que nunca les está costando mucho trabajo conseguir los votos y convencer a la gente. Gane o pierda el PRI en el Edomex, nos dicen, el dato más revelador que entregarán esos comicios, y que se unirá a otras mediciones, es saber si la molestia del electorado es con el partido o es con el gobierno. De la respuesta a esa pregunta dependerá mucho de la estrategia que siga el PRI y el nombre del candidato que busque suceder en el cargo al presidente Enrique Peña Nieto. ¿El lugar será para un funcionario del gobierno poco cercano al partido, o para algún miembro del partido que no sea identificado con el actual gobierno?

El duelo AMLO-Zepeda

Ni la pelea entre Julio César Chávez Jr. contra Saúl “El Canelo” Álvarez —que resultó ser un fiasco— ha levantado tanta expectativa como el duelo que tendrán esta semana el Kid Peje, Andrés Manuel López Obrador, contra el Coyote de Neza, Juan Zepeda. Nos hacen ver que ambos contendientes se han enseñado ya los dientes y se espera un choque entre dos fajadores. Se prevé que AMLO se lance con rectos de descalificación contra Zepeda y que lo coloque dentro de la mafia del poder. Mientras que el hijo pródigo de Neza buscará conectarle ganchos al acusarlo de ser el responsable de que no haya habido desde el principio de la contienda una alianza entre el PRD y Morena. Para empezar ayer lo llamó bravucón de cantina y dijo que para él significa un reto el que López Obrador haya dicho que él, mañana martes, irá a Nezahualcóyotl por la respuesta de Zepeda al ultimátum que el tabasqueño lanzó el fin de semana al perredista para que se declinara a favor de la candidata de Morena a la gubernatura del Estado de México, Delfina Gómez. Hagan sus apuestas.

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La columna Trascendió, publicada en Milenio, señala que el anuncio de la presidenta del PRD, Alejandra Barrales, de construir un frente amplio con Acción Nacional para sacar al Revolucionario Institucional de Los Pinos en 2018, está muy lejos de tener la aprobación de su partido y ya se alistan mensajes en contra.

Se sabe que esta semana el ex gobernador de Michoacán Leonel Godoy, así como el ex representante ante el Instituto Nacional Electoral Pablo Gómez, harán un llamado al voto útil en el Estado de México en favor de la candidata de Morena, Delfina Gómez.

Y no son todos los que se pronunciarán contra esa decisión de Barrales.

Que, a propósito, las decisiones aliancistas de la líder nacional perredista, pueden acelerar la deserción de varios grupos que no han estado tan de acuerdo con sus posicionamientos políticos.

Dicen que militantes de izquierda y algunos bejaranistas dejarán ese partido si en los próximos días no se corrige el rumbo.

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