Mientras los secretarios de Estado y el de Seguridad Nacional de los Estados Unidos estaban en México tratando de suavizar las políticas agresivas del presidente Trump, en Washington el propio mandatario y su bloque de poder de la Casa Blanca reconfirmaba que el objetivo final de la administración trumpista es el de la liquidación del Estado liberal construido en los sesenta.
En una reunión en el Conservative Political Action Conference (CPAC), el asesor de estrategias de la Casa Blanca y verdadero poder detrás de la oficina Oval, Steve Bannon, aprovecho el espacio para seguir fijando los tres temas políticos vitales para Trump: los medios críticos caracterizados como partidos de oposición, la denuncia de la burocracia liberal como Estado profundo saboteando las decisiones de Trump y el objetivo de “deconstruir la administración” liberal.
Y en la misma Casa Blanca, el presidente Trump volvió a referirse a los operativos de arresto y deportación de migrantes hispanos como un “operativo militar” sin tropas, es decir, la utilización de tácticas militares. El concepto de militar no fue gratuito: en los campos de batalla, la verdadera guerra estadounidense es la que se da en forma de contrainsurgencia o el uso de instancias legales e ilegales para destruir al enemigo. No por menos, en este sentido, el secretario de Defensa, el secretario de Seguridad Interior y el jefe del Consejo de Seguridad Nacional son expertos en contrainsurgencia militar.
La presencia en México de los secretarios de Estado, Rex Tillerson, y de Seguridad Nacional, John Kelly, en realidad no fue para abrir un espacio de negociación sino para reafirmarle al gobierno mexicano –en vivo y en directo– de los planes de Trump; en todo caso, por ser parte del protocolo gubernamental, dejaron abierta las puertas de relaciones institucionales, pero sin modificar los objetivos de limpieza étnica hispana en los EU. Es decir: no habrá marcha atrás en deportaciones, no se mantendrá el tratado de comercio libre y que el gobierno estadounidense seguirá presionando para meter en México tropas militares para combatir al crimen organizado transnacional que opera en el largo camino de los campos de droga de Colombia y Perú hasta los mercados al menudeo de drogas en todo el territorio de los EU.
Si los estadounidenses Tillerson y Kelly traían muy bien definida su agenda en función de los hilos operativos de Steve Bannon en la Casa Blanca, el gobierno mexicano sigue esperanzado que alguien ilumine a Trump y dé marcha atrás a sus tres puntos concretos de la agenda con México: deportaciones, tratado y fuerzas militares. La posición mexicana parece ser solo una apuesta: que los espacios de movilidad de Trump se reduzcan pasados los primeros cien días de gobierno, aunque los indicios señalan que no habrá ninguna variación en la política de imposición hacia México.
En este sentido, el gobierno mexicano sigue sin entender la dinámica ideológica del proyecto derechista tradicional de Trump y aún no comprende que Trump no es un político que pueda variar su posición por razones de Estado. El objetivo de Bannon –liquidar al Estado profundo liberal y seguir atacando a la prensa critica considerándola partido de oposición– indica que Trump difícilmente variará sus políticas agresivas. Trump no es político sino un empresario anti Estado y anti sistema político.
En su charla en la CPAC, Bannon definió la agenda inflexible de Trump: nacionalismo económico, seguridad nacional y soberanía, con el objetivo de “deconstruir” el Estado administrativo liberal.
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Política para dummies: La política es, también, una expresión de la ingenuidad social.
Sólo para sus ojos:
• El sitio Breitbart de Steve Bannon reveló que aquel programa grabado con Bush donde Trump ofendió a las mujeres y que se usó en la campaña fue realizado en los estudios de la NBC.
• El mal trato del gobierno de Trump con la prensa no baja. Hace días el secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, regañó a un reportero del New York Times porque estaba subiendo la voz para exigir que lo dejaran preguntar. “Este no es un programa de TV, no grites, hay que levantar la mano como niños y niñas”. Y lo calló.
• Molestia en el ejército por la decisión legislativa de congelar la ley de seguridad interior, aunque sin modificar el uso de las fuerzas armadas contra el crimen organizado, pero justo en la reactivación de la violencia criminal en Sinaloa, Ciudad Juárez, Tamaulipas, Michoacán y Guerrero.
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