Por Álvaro Conrado
El juego del ejercicio del poder en México es muy singular, se habla demasiado, se promete demasiado, se mandan iniciativas al Congreso al por mayor a sabiendas de que no pasarán o que se manejarán “bajo el agua”, para que impere la voluntad perniciosa de quien ostenta el poder.
La madrugada de ayer 15 de junio la Cámara de Senadores en sesión extraordinaria, se disponía a aprobar la Ley Anticorrupción, llamada 3 de 3; donde está inmiscuida o incluida la Ley General de Responsabilidades Administrativas. Lo anterior para hacer transparente la declaración de bienes de los servidores públicos. Pero a la hora buena muchos se echaron para atrás y no votaron y otros se ausentaron de la sesión para así lograr el objetivo de que no se aprobara la ley, y entonces el presidente del Senado tuvo que verse obligado a regresar la ley a comisiones, para que sea revalorada y, en su caso, nuevamente presentada para su discusión.
Lo grave es que 52 senadores del PRI, 6 del PVEM, y un senador Independiente, no votaron, mientras que otros se ausentaron a la hora de la votación. Entre los prominentes senadores que no votaron están, Manuel Bartlett Díaz, Emilio Gamboa Patrón, Cristina Díaz, Carlos Romero Deschamps, Félix González Canto y Laida Sansores. Curiosamente todos ellos hacen mucha alharaca, se enervan a la hora de imputar errores de otros, cuando señalan, como en el caso de Manuel Bartlett, enconadamente los errores del presidente, o del secretario de Educación Pública recientemente.
Andres Manuel López Obrador, presidente de Morena, arenga y arremete con todo, pero ignora que vive del presupuesto, y que no se sabe cuántas propiedades y de qué tipo las posee, en fin ven la paja en el ojo ajeno y no se fijan en la viga que llevan ellos dentro. Entonces no nos dejan más que interpretar su conducta, la de estos senadores tramposos, que actúan plenamente a conveniencia y maiceados por no sé quien para que la citada Ley no haya pasado, no haya sido aprobada, pero después de unos días nuevamente los veremos a los cobardes, traidores, nuevamente gritando con voz en cuello, la pureza, el combate a la corrupción de la que son activos protagonistas y temerarios en su conducta para que prevalezca la ley anterior que no los obliga a hacer sus declaraciones patrimoniales, y que el pueblo sepa lo que poseen, pues amasan cuantiosas fortunas que ni trabajando honradamente 500 años, lograrían obtenerlas.
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