Fermín Alejandro García/Cuitlatlán/La Jornada de Oriente

Al cumplirse las dos primeras semanas de campañas electorales, el debate entre el PRI y el PAN se ha centrado en acusaciones de quiénes son más cercanos al ex gobernador Mario Marín Torres o quiénes son más corruptos. Mientras que los candidatos de izquierda se limitan en cuestionar al gobierno morenovallista y denunciar las carencias de servicios públicos, básicamente en la capital del estado. Pero ningún aspirante a la minigubernatura está abordando temas que son estratégicos para el desarrollo del estado.

Desde hace varios años existe una lucha de muchas comunidades ante la fuerte presencia de los llamados proyectos de muerte –que abarca minas, hidroeléctricas y el uso de fracking–, cuyas concesiones abarcan el 30 por ciento de territorio del estado, del cual en un tercio ya existe una explotación de recursos naturales. Sobre este asunto no hay el más mínimo pronunciamiento de los cuatro candidatos a la gubernatura.

Pareciera que no existiera dicho escenario conflictivo y el malestar de docenas de comunidades que se resisten a sufrir la destrucción del medio ambiente por parte de consorcios –canadienses, chinos, españoles y mexicanos– que buscan apropiarse de los ríos, los cerros, el agua y todo lo que está a su alcance.

Los cuatro candidatos, la priista Blanca Alcalá, el aliancista Antonio Gali Fayad, la perredista Roxana Luna Porquillo y el morenista Abraham Quiroz, desde diferentes perspectivas, han abordado con un sentido crítico el malestar que causa la privatización del agua potable en la capital y en otros municipios de la zona metropolitana de Puebla.

Sin embargo, nadie toca la parte más importante, que es: ¿qué pretenden hacer ante la escasez del líquido y el creciente agotamiento de los mantos acuíferos?

La entrega al capital privado del servicio del agua potable cambió la forma de operar comercialmente el pago de tarifas y el manejo de las redes hidráulicas en los centros urbanos, pero no resuelve el problema más importante que es cómo garantizar el suministro del líquido frente a una demanda que se desborda, dado el crecimiento de los asentamientos humanos. Dicha preocupación no se percibe en el discurso de los candidatos.

En general no se observa una atención y comprensión al tema del medio ambiente. Ni por lo que está pasando en la ciudad de México, en donde la negligencia gubernamental provocó que se perdiera el control de los niveles de contaminación.

Otro asunto prioritario es la caída de los ingresos petroleros que está repercutiendo de manera importante en el gasto público, afectando a los tres niveles de gobierno.

A lo anterior se debe sumar los pasivos que va a dejar el gobierno de Rafael Moreno Valle Rosas –que podrían ir de los 23 mil y hasta los 70 mil millones de pesos–, junto con el costo de los laudos laborales producto de miles de despidos de burócratas.

Tres de cuatro candidatos han cuestionado el manejo abusivo y nada transparente de los recursos públicos de parte de la administración morenovallista.

El meollo del asunto es que ninguno de los candidatos ha planteado qué van a hacer, en caso de ganar la elección, para enfrentar las deudas y la caída en los ingresos presupuestales.

¿Van a aplicar una política radical de austeridad presupuestal?

¿Endeudarán más al estado?

¿Evitarán hacer grandes proyectos de obra para enfrentar la escasez de fondos económicos?

¿No se necesita hacer nada?

En los discursos de los candidatos no se perciben respuestas a esas interrogantes.

Todos los contendientes a la titularidad del Poder Ejecutivo prometen combatir la pobreza y se enojan en público por las condiciones de marginalidad de miles de familias poblanas.

Pero no se conoce de nadie un proyecto diferente –a lo que ya se ha hecho– para impulsar un desarrollo social y económico alterno, que ahora si permita evitar que la entidad siga siendo una fábrica de pobres.

Lo anteriormente expresado es solo una pequeña muestra de los muchos temas estratégicos que están ausentes de los discursos de los candidatos.

Las discusiones sobre gastos de campaña, declaraciones patrimoniales, sobre la imagen pública de los candidatos y los conflictos políticos que enfrentan, son temas importantes, pero no resuelven los problemas que día a día sufren miles de familias de todos los estratos sociales.

Tenemos una elección reñida, con debates intensos y muy conflictiva. Eso es positivo para la democracia.

Lo malo es que eso no garantiza un mejor futuro para el estado.

Para mayor información:http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2016/04/15/temas-estrategicos-estan-fuera-de-las-campanas-electorales/

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Fundadora y directora editorial del portal de noticias Ángulo 7. A los 14 años decidió que quería dedicarse al periodismo. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana de Puebla. Fue becada...