Por Redacción

Carlos Antonio Santamaría Díaz, niño genio de 9 años, sorprendió a la Cámara de Diputados cuando le preguntaron si le gustaría ser legislador, a lo que respondió: “¡No, yo no quiero ser diputado, no quiero ser como ustedes; yo quiero ser científico!”.

A su corta edad, acudió este martes al pleno de la cámara baja del Congreso de la Unión  por invitación de la Comisión de Ciencia y Tecnología del órgano legislativo; hace pocos días cursó el diplomado de bioquímica y biología molecular de la Facultad de Química, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)

Jesús Zambrano Grijalva, presidente de la Mesa Directiva, reconoció que “es un ejemplo de tenacidad y constancia, pues a su edad ha demostrado el conocimiento y las actitudes necesarias para concluir con éxito programas especializados para licenciatura y posgrado”.

A este joven talentoso no le interesa sacar buenas calificaciones, no se lleva bien con sus maestros, odia los exámenes y no tiene ni la más remota idea de lo que quiere estudiar o en qué piensa trabajar cuando sea mayor.

Una especialista de noruega explicó a los padres del infante que su pensamiento es como un árbol; de una idea salen mil ramas, mil ideas, lo cual ocasiona que comúnmente olvide cuál es la central.

El menor no da la respuesta correcta, sino muchas, y crea incógnitas que sacan de quicio a los adultos que esperan siempre tener la razón. “Los maestros me sacaban de las clases”, recuerda el niño.

En este momento, cursa en línea el cuarto año de primaria y fue evaluado con un alto coeficiente intelectual por el Centro Nacional de Sobredotados de México (Cedat), institución que sus padres señalaron por las irregularidades que observaron cuando se trata de canalizar a los genios a centros de enseñanza para su desarrollo.

 

Editado por Jorge Arturo Santamaría Colula

Foto: Lado

Fuentes: SanDiegored.com y El Diario

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