Por Redacción

Investigadores de la BUAP estudian los efectos del proceso de envejecimiento; buscan que ciertos fármacos se usen como tratamiento para mermar el deterioro cognitivo del envejecimiento.

A la fecha, los mecanismos moleculares de la senectud no son claros respecto a la fisiología neuronal en el sistema nervioso central.

A través de modelos animales, científicos del Instituto de Fisiología de la BUAP estudian los efectos del proceso de envejecimiento, para conocer detalladamente la parte cognitiva, los cambios involucrados en las regiones del sistema nervioso y mejorar la función cerebral de un individuo.

Gracias a este estudio, encabezado por Gonzalo Flores Álvarez, nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), se determinó que la administración de ciertos compuestos favorece la plasticidad neuronal, al incrementar el número de espinas dendríticas y de la longitud de las dendritas, mejorando así la comunicación neuronal y la actividad motora.

El también Premio Estatal de Ciencia y Tecnología 2007, en el área de Tecnología y Ciencias Médicas, aclaró que aún falta determinar la dosis adecuada y verificar la eficacia que tendrían los medicamentos que proponen.

 

Declive cognitivo, importante área de estudio

El declive cognitivo asociado a la edad es uno de los grandes cambios de salud humana y es una importante área de estudio en las próximas décadas, pues existe una tendencia en el aumento de la población mayor de 60 años, que en 2015 representó 7.2 por ciento del total, de acuerdo con el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi).

Con la edad, el cerebro sufre un cambio de coloración. Mientras que en un niño es casi blanco nacarado, en un anciano es amarillo por la acumulación de los desechos de ciertas proteínas dentro de las células, fenómeno que favorece cambios de coloración y muerte neuronal, traducida en pérdida de memoria.

El principal responsable de la disminución de las funciones motoras y cerebrales, además de cognitivas y de memoria en la etapa senil, es el deterioro en los circuitos de comunicación entre las neuronas y en la integridad de las propias células. Lo anterior, se debe a la pérdida de las espinas dendríticas, principales sitios de entrada de los estímulos a la neurona, que a su vez los convierte en información.

En este trabajo liderado por Flores Álvarez, doctor en Ciencias, con especialidad en Neurociencias, por el Departamento de Fisiología, Biofísica y Neurociencias, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del IPN, se utilizan roedores de entre un año y medio y dos años (lo cual equivaldría a 65-70 años y 80-85 años en edad humana, respectivamente), para analizar los cambios presentados en la etapa senil, con base en la comunicación interneuronal y entre regiones del cerebro.

 

Veneno de abeja, uno de los fármacos propuestos

Para estudiar este fenómeno, los investigadores midieron los cambios del árbol dendrítico de los modelos animales, durante su proceso de crecimiento; es decir, su comunicación intercelular. Después, en una edad avanzada se les aplicó cerebrolysin, donepezilo y apamine, éste último un compuesto extraído del veneno de la abeja.

El investigador del Instituto de Fisiología de la BUAP informó que durante dos meses los roedores recibieron una dosis del fármaco a estudiar. Posteriormente, observaron su capacidad de interacción social, memoria-aprendizaje y actividad locomotora.

Después sacrificaron a los animales para extraer sus cerebros y estudiar los cambios en la morfología de las neuronas mediante un método llamado impregnación Golgi-Cox, una técnica de tinción que permite visualizar toda la neurona.

Gracias a este estudio, se determinó que la administración de dichos fármacos favorece la plasticidad neuronal, al incrementar el número de espinas dendríticas y de la longitud de las dendritas, mejorando así la comunicación neuronal y la actividad motora de los roedores. Empero, la investigación continúa para determinar la dosis adecuada y verificar su eficacia.

De acuerdo con Flores Álvarez, integrante de la Academia Mexicana de Ciencias, la parte más difícil y costosa, y por lo mismo de gran valor en este tipo de estudios, es esperar el envejecimiento de los roedores, razón por la cual se realizan pocos trabajos al respecto.

En esta investigación participan otros académicos del Instituto de Fisiología de la Institución, del Cinvestav-Tlaxcala, de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, así como especialistas de España y Canadá.

 

Foto: Cortesía BUAP

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