Quiero compartir, antes que nada, lo afortunado que me siento de que mi madre se encuentre de viaje debido a vacaciones laborales, lo suficientemente lejos como para que no le lluevan las mentadas de la cual seré objeto el día de hoy.
Ya pasadas un par de semanas de las votaciones presidenciales en Estados Unidos y la desafortunada victoria del magnate inmobiliario Donald Trump, es importante el analizar realmente lo que nos depara el destino en materia de seguridad. Y es que, nos guste o no, existen hechos reales dentro de los discursos de este tan polémico personaje; esto es tan es cierto como que muchos latinos votaron por él. A continuación expongo algunas de muchas razones.
Reitero, nos guste o no, sí es cierto que la gente que vive del lado mexicano y que todos los días cruza la frontera para trabajar en la Unión Americana ha generado un daño económico considerable, debido a que no se genera la suficiente economía de consumo interno como se debiera, pero tanto fue el cántaro al agua… hasta que se rompe.
Ha existido un deterioro en las plazas laborales ofertadas, es decir (mal pagadas) ha habido un aumento considerable de la actividad delincuencial del lado americano, ha habido un abuso sistemático de personas que piden ayuda económica al gobierno sin realmente necesitarla y que para colmo viven del lado mexicano (pero su dirección está en Estados Unidos).
Lo anterior genera que exista mucho malestar dentro de la sociedad americana, cierto, Trump es en definitiva una de las personas más mentalmente inestables que he visto en toda mi vida, pero es innegable que parte de su discurso es cierto, repito, nos guste o no.
El caso mexicano, es en particular especial, ya que hoy en día se percibe como un “derecho” vivir mejor en los Estados Unidos, cuando el derecho a vivir mejor lo debemos exigir en el país de donde precedemos. Tenemos que tener bien claro que al país donde migremos, sea cual sea, la premisa principal será: “su casa, sus reglas”, comulguemos con ellas o no.
La bronca real, la original, la neta, es que el Estado mexicano se fue a la cómoda, al exportar migrantes al vecino país del norte, no se preocuparon tanto por generar bienestar, empleo ni desarrollo, ya que aprovecharon las remesas que los connacionales enviaban.
Esto resultaba una especie de “amortiguador social” debido, entre otros factores, a la paridad peso-dólar pues, enviaran la cantidad que enviaran, ésta se veía multiplicada varias veces debido a lo devaluado de nuestra moneda.
Lo anterior provocó una actitud de desenfado ante la migración debido al dinero que entraba a las economías locales provocando autoconsumo.
Ahora con la deportación proyectada de aproximadamente 3 millones de connacionales, inminentemente, generará el quebrantamiento del sistema (de por sí ya jodido).
Si el Estado no ha tenido la capacidad de dar servicios de calidad (salud, seguridad, educación, etc.) a los que ya estamos, ahora menos con tres millones de personas extras.
Si es cierto que muchos de nuestros connacionales podrían regresar con recursos para emprender negocios e inyectar al sistema económico nacional; sin embargo, éstos serían los menos, es decir, si se concreta la idea de deportar en una primera fase a los residentes ilegales que tengan antecedentes penales de algún tipo, la gran mayoría no tienen empleo o se encuentran sub empleados.
Cabe hacer la anotación de que la industria del agro no será tan perjudicada, ya que sabe que esto sería como darse un balazo en la pierna.
Al concretarse este hipotético (hasta ahora) plan masivo de deportación, existiría un reajuste económico y habría una mejor calidad de vida de los lugares donde había gran número de población latina, incluso una mejora en los sueldos por la simple oferta y demanda.
En algunos sectores de la frontera sur mejoraría, pero no en nuestra frontera norte, donde muchos de los deportados se quedarían tal y como sistemáticamente ha ocurrido desde los años 90´s. En este punto la pregunta obligada sería ¿Los gringos tomarán los puestos del campo? no, el agro no lo tocan, no son tontos, me refiero a los centros urbanos.
¿Son un hecho las deportaciones? Si y no, es cuestión de contrastes, recuerden que los cambios legales a nivel federal dentro de las democracias no son de golpe y porrazo y menos en los Estados Unidos, existe un marco constitucional el cual debe respetarse sea el presidente quien sea. Ahora, no todo es lo que parece, en la administración del presidente Obama se han deportado a más de dos millones y medio de indocumentados, según cifras de su propio Departamento de Seguridad Interior.
¿Que nos va a suceder? ¿Qué precauciones y previsiones debe tomar los gobiernos federal y estatales? ¿Ponerles marcaje personal a los migrantes que retornen? Eso sería bueno, pero el Estado mexicano no tiene la capacidad para poder realizar ese trabajo con un volumen tan grande de personas.
Muchos de ellos regresarán como miembros de la delincuencia organizada, así que se incorporan a grupos delictivos o generarán los propios.
Aumentando los delitos del fuero común y del fuero federal. Existirá una guerra interna por los territorios debido a que llegarán más “jugadores”y a más “jugadores”, menos territorio, generando un reacomodo (otra vez) de grupos delincuenciales.
Y para colmo, programas de ayuda bilateral como Usaid o la famosísima Iniciativa Mérida podrían estar tambaleándose.
Sin embargo, realmente este no debiera ser un panorama desalentador, más bien retador, no sólo para el gobierno sino para toda nuestra estructura social.
Es alarmante el panorama en cuanto a seguridad se refiere ya que no se fueron los malos como Trump, aseveraba en su campaña electoral, sin embargo, si nos los regresarán.
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