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El miércoles 10 de mayo del presente año circuló un comunicado firmado por Fernando Silva y Adán Peña, coordinadores del Comité de Apoyo a María Luisa Albores, anunciando que ella se retiraba de la contienda para ser candidata de Morena y de sus aliados, a la gubernatura del Estado de Puebla. Los motivos del retiro de María Luisa que enuncia el comunicado dejan un sabor a formalismo. Dicen los coordinadores que después de una conversación muy larga, ella les compartió que bajo los principios de congruencia y responsabilidad y honrando la confianza que había depositado en ella el presidente Andrés Manuel López Obrador, continuaría de tiempo completo en la Secretaría de Medio Ambiente para que los proyectos prioritarios se culminen y consoliden antes del término de la administración.

Me pregunto si todos lo/as servidores publico/as que hoy tienen perspectivas de renunciar a sus encargos para ir a contender por puestos de elección popular son irresponsables e incongruentes. La lista es larga: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Hernández López, Ricardo Monreal, Gerardo Fernández Noroña,, Javier May, Rocío Nahle, Ignacio Mier, Alejandro Armenta, Olivia Salomon, Julio Huerta etc., etc., Puede imaginarse que de manera intempestiva el presidente le pidió a María Luisa que no dejara el encargo porque la necesita para cumplir los treinta programas y proyectos prioritarios que alude el comunicado citado. Puede imaginarse también que entre ellos se encuentra el Tren Maya.

Pero también pueden imaginarse otros motivos que ya han sido mencionados en el marco de la especulación, tanto a nivel privado como en notas periodísticas. Las elecciones de 2024 además de ser las más grandes de la historia según se nos informa, tendrán para Morena y sus aliados una importancia mayúscula. El presidente ha trazado una meta que requerirá un esfuerzo extraordinario, una cantidad notable de alianzas y compromisos y la puesta en marcha de maquinarias electorales poderosas. Me refiero al objetivo de obtener la mayoría calificada en las elecciones de diputados y senadores federales. Siendo María Luisa una eventual candidata que podría ganar fácilmente porque la marca Morena no solo aparece como ganadora en las encuestas en el país sino también en Puebla, lo que habría que preguntarse es si tiene detrás la maquinaria electoral respectiva para hacer un aporte contundente a la referida mayoría calificada.

Si lo anterior fuera cierto, los que aparecen cumpliendo los requisitos para contribuir a la mayúscula meta trazada por Andrés Manuel son Ignacio Mier, Alejandro Armenta y Julio Huerta. Eventualmente Olivia Salomon, si Huerta por alguna razón le traspasara la maquinaria electoral del gobierno de la entidad. Esto explica la profunda decepción que ha ocasionado el retiro de María Luisa Albores. El crecimiento acelerado de simpatías hacia ella revela un hartazgo en las filas de Morena, por el advenimiento de oportunistas que buscan montarse en la marca ganadora sin que tengan ninguna empatía por los principios y objetivos del partido. Oportunistas que no vacilan en irse a otros partidos o que no son firmes defensores de las iniciativas transformadoras de la 4T.

En este contexto, haciendo a un lado la decepción, es necesario que todas las vertientes de Morena y la 4T empiecen a realizar las tareas necesarias para poder cumplir con la meta de la mayoría calificada. Este objetivo es de carácter estratégico en tanto que se ha visto que la derecha se encuentra acantonada en las minorías parlamentarias y en la Suprema Corte de Justicia. Morena puede ganar la Presidencia de la República y ser mayoría en las cámaras, pero si no tiene una mayoría calificada todas las reformas que se necesitan para profundizar la 4T se verán frustradas. Siendo la coalición gobernante, Morena y sus aliados corren el riesgo de quedarse como administradores de lo mismo.

También es imprescindible que las bases de Morena, los simpatizantes de la 4T, se fijen una agenda progresista cuyas metas se comprometan por escrito a cumplirlas los precandidato/as. También hay que buscar la manera de que ese compromiso se cumpla. En 2018, tanto Luis Miguel Barbosa como Claudia Rivera, recibieron en actos públicos los proyectos de gobierno que fueron elaborados por el Consejo Consultivo de Morena para la entidad como para la ciudad de Puebla. Uno y otra recibieron dichos proyectos para efectos propagandísticos y acto seguido los desecharon. En 2019, el gobernador electo se había olvidado del proyecto presentado por Morena y encargó a Ignacio Mier a coordinar la elaboración de uno nuevo. Algo similar con otros actores hizo Claudia Rivera.

Finalmente es necesario que las bases de Morena exijan a la dirigencia el no repetir lo acontecido en 2018 y más aún en 2021 con respecto a las candidaturas. Es una falacia de la peor especie decir que Morena tiene que acudir a priístas y a panistas recientemente conversos para los puestos de elección popular y de servidores públicos, porque en las filas de la 4T no hay personas capaces de cumplir con esos encargos. Aunque el pragmatismo puede ser útil en casos específicos, lo que acontece en realidad es que en la selección de candidaturas ha habido opacidad y acuerdos cupulares que finalmente se están traduciendo en la constitución de una clase política cada vez más alejada de los principios, objetivos y bases de Morena.

Hay vida después de María Luisa, lo que urge es encontrar los senderos para vivirla.

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