En Seven cada homicidio está simbolizando un pecado capital. Somerset, a partir de su investigación acerca de las creencias católicas, le explica a Mills como los siete pecados capitales han sido usados como herramientas de enseñanza.

De esta forma, por ejemplo, en el segundo asesinato (avaricia) infieren que la víctima está en acto de arrepentimiento (pidiendo perdón) porque está arrodillado. El indicio es precisamente ese cuerpo en esas circunstancias, en cual relacionamos con el icono que tenemos de “un acto de arrepentimiento”, y todo esto puede ser simbolizado por la idea o enseñanza que a todos los católicos nos han inculcado: “cada hombre paga por sus pecados”. La parte indicial de estos símbolos es más evidente en el asesinato relacionado con la lujuria.

La prostituta muere en el acto de su pecado, directamente por su pecado; hay una conexión física entre su pecado y su muerte. De igual manera, al ver la actitud de John Doe (arrodillado, con los ojos cerrados, como rezando) en el momento en que Mills le apunta con la pistola a la cabeza, es claro que lo que se representa es la enseñanza que dejan las narraciones de los pecados capitales: “los pecadores se arrepentirán”. Toda la serie de homicidios, el conjunto de las representaciones de los pecados capitales, representan una “gran obra” que no tiene otro propósito sino la predicación.

Los argumentos, las inferencias a las que llevan, están clasificadas en dos grupos, los analíticos y los sintéticos.

En el primer grupo -los argumentos analíticos- se encuentra la deducción. Este tipo de inferencia es analítica porque en su conclusión no se añade nada adicional a lo ya contenido en las premisas. La forma silogística general de la deducción es la siguiente: concluye el resultado a partir de una regla y un caso particular aplicado a ésta. Por ejemplo, Todos los hombres son mortales (regla), Sócrates es hombre (caso), entonces Sócrates es mortal (conclusión). En otras palabras, se establece el resultado luego de aplicar la regla al caso. La inferencia por deducción se relaciona con el uso de los iconos, pues al interpretar el icono en una oración, ésta debe tener un “sentido potencial”, entendiéndose que la existencia del objeto es sólo potencial. Esto se refiere a que base del icono es que existe la capacidad para la experiencia, pero no necesariamente la experiencia como tal (como en el indicio). Para identificar los iconos dentro de una inferencia deductiva es necesario reconocer el uso de la semejanza dentro de ésta. Para aplicar la regla a un caso debemos tomar el caso como un icono de la regla, debido a que, por su semejanza con el conjunto de objetos incluidos en la regla, éste la representa. En este tipo de inferencia puede que haya una conexión física entre el caso y los objetos de la regla, pues al aplicar la regla al caso, la conclusión llegaría directamente. El problema es que esta relación se da casi siempre por una semejanza (analogía o metáfora), y no por una conexión real.

Un ejemplo evidente de deducción es el diálogo que Mills sostiene con el policía que está a la entrada de la casa donde se dio el primer homicidio. Mills le pregunta al policía que si han comprobado si el hombre está realmente muerto. La respuesta del policía es que “obviamente” está muerto. Luego explica que lo sabe, aunque no lo diga, porque lo dedujo. Partió de la regla de que ningún hombre vivo sería capaz de quedarse días sentado en sus excrementos. Como en este caso el hombre lleva días sentado allí en su excremento sin tratar de pararse, entonces infiere que el hombre no puede estar vivo. Se ve claramente cómo el policía infiere el resultado a partir de la regla y del caso. La mayoría de inferencias hechas por el Detective Mills al comienzo de la película acerca de la motivación del asesino es puramente deductiva. Toma como regla, como supuesto personal, el hecho de que alguien capaz de cometer crímenes tan retorcidos implica que el asesino está tan demente que no tiene propósito alguno más que matar a su víctima. Toma el caso particular al que se enfrenta, y reconoce que esos homicidios se asemejan a los crímenes retorcido que un demente llevaría a cabo. De tal forma, sin ver el cuadro completo, llega a concluir que esos homicidios fueron hechos por un demente que no sabe lo que hace y no tiene más propósito que matar. Mills no llega a su supuesto arbitrariamente, sino inductivamente, pues como se sabe, ha tenido varios años de experiencia como policía.

Dentro de las inferencias sintéticas encontramos la inducción y la hipótesis. La inducción básicamente es cuando generalizamos a partir de un número de casos de los que algo es verdad, e inferimos que la misma cosa es verdad de una clase entera. Este proceso puede ser visto como una variante del silogismo deductivo. En el argumento inductivo se parte del caso y del resultado para concluir la regla. En esta inferencia concluimos que hechos similares a los hechos observados son verdaderos en casos no observados. De esta forma con la inducción se clasifican los particulares en una ley general. La ley se debe referir entonces a un icono que represente el conjunto de esos particulares que los represente según la semejanza que todos comparten. Como se ha mencionado, el supuesto que sigue Mills para deducir que el asesino no es más que un demente sin motivos, proviene de su experiencia como policía.

A partir de todos los casos de homicidios retorcidos, en los que los criminales no han sido más que lunáticos asesinos que matan sin querer dar a entender algún mensaje, Mills llega a inferir, por inducción, su supuesto. Por otro lado, Somerset, que tiene más experiencia, se ha enfrentado a casos de todo tipo, a asesinos con y sin motivos. Por eso es capaz de advertir que el supuesto de Mills es ingenuo, y por lo tanto, su razonamiento inductivo es errado: en algunos casos los homicidios tienen un propósito superior al de matar a la víctima.

Acerca de la hipótesis, se da cuando encontramos alguna circunstancia muy curiosa (detalle), que se explicaría por la suposición de que fuera un caso de cierta regla general, y en consecuencia adoptamos esa suposición. En otras palabras, al hacerse un argumento hipotético lo que se hace es la inferencia de un caso a partir de la regla y el resultado. A diferencia de la inducción, con la hipótesis se concluye la existencia de un hecho particular, y no una regla general. Lo que se concluye es un caso especial, algo distinto a lo observado. Esta inferencia trata de dar explicaciones, partiendo del efecto a la causa, del futuro al pasado. Las hipótesis están muy relacionadas con los indicios en la medida en que éstos representan los efectos de los cuales se infiere la causa (el caso particular). De esta forma, en virtud de que los iconos dirigen la atención forzosamente hacia ciertos objetos, se hace posible que se infiera de hechos de una clase, hechos de otra distinta.

El ejemplo más claro de una hipótesis en Seven es cuando Somerset, luego del segundo asesinato y de haber descubierto el letrero de “gula” detrás de la nevera en la escena del primer crimen, le presenta su inferencia a Mills y al jefe de policía en la estación. Desde que se presentó el primer asesinato Somerset comenzó a formular la hipótesis de que este hecho debía tener un significado oculto, pues el asesino tuvo una motivación especial ya que su propósito no era el simple hecho de matar a su víctima. Esto lo infiere del hecho (pista) que el acto del homicidio fue un proceso largo y lleno de dedicación, lo cual indican los dos recibos (pistas) que encuentran y el hecho de que la investigación del forense muestra que a la víctima la hicieron comer hasta morir (pista). Plantea una débil hipótesis, pues no tiene suficientes indicios, de que este homicidio es parte de algo más grande, que este es sólo el principio del caso. Por esta razón es que pide que lo asignen a otro caso. Somerset, a partir de los indicios similares aportadas por el segundo homicidio (los letreros encontrados en los dos homicidios, los fragmentos de textos, y la forma como mueren las víctimas) ya tiene la suficiente información para plantear su gran hipótesis: los homicidios son representaciones (indican) de los pecados capitales; según la literatura acerca de ese tema éstos son una herramienta de enseñanza, por lo tanto, los homicidios representan un propósito ulterior del asesino.

La investigación a partir de este punto se convierte en una forma de corroborar la inferencia hipotética de Somerset. La hipótesis proporciona el elemento afectivo del pensamiento, queriendo decir que al llevar a cabo una inferencia hipotética se da la formación de una emoción intensa y peculiar debido a la forma en que se excita al sistema nervioso. Este hecho se ve claramente cuando Mills, luego de haber encontrado las huellas detrás del cuadro en la oficina de la segunda víctima, le dice a Somerset que él vio la emoción o la descarga afectiva que tuvo cuando encontraron las nuevas pistas que los hacían avanzar más en la investigación, y además que daban más apoyo a su hipótesis.

Cuando los detectives entran en el apartamento de John Doe, Mills finalmente acepta el hecho de que el asesino está predicando. Los libros, los cuadernos, las fotos, todo indica que los homicidios tienen un propósito, que el asesino los usa como medio para predicar una enseñanza. Comprenden entonces que los homicidios representan los siete pecados capitales, ya sean como iconos o como indicios.

A su vez estos hacen parte de un uso religioso, los cual hace evidente que los siete homicidios, la serie como un todo, simboliza el acto de dar una enseñanza. Este símbolo, que es el caso supuesto en la hipótesis de Somerset, es confirmado finalmente en el diálogo que se dan entre los detectives y John Doe cuando están manejando hacia el desierto. John Doe les explica que lo que él pretendía era que la gente escuchara, que “imponer el pecado al pecador” llamase la atención de la gente para acabar con la apatía y la indiferencia ante la ocurrencia constante del pecado. Esta es pues su “gran obra”, el gran acto que hará que la gente comprenda algo: una serie de asesinatos brutales que simbolizan el mensaje de la necesidad de que la sociedad contemporánea se desprenda de su indiferencia hacia el pecado.

Sin embargo, ni John Doe, ni la película han logrado el propósito. La gente sigue apática e indiferente a múltiples delitos, que no pecados, como corresponde a una visión laica de la sociedad.

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