*Por: M.M. María Teresa Abirrached Fernández

El pasado mes de octubre se aprobó la miscelánea fiscal para el 2022 con temas que han causado polémica por el posible impacto a la sociedad. Uno de ellos fue el de la deducibilidad de las donaciones.

Esta decisión ha traído a la mesa de discusión un tema por demás relevante, que es la atención a los problemas sociales y la responsabilidad de la sociedad por atender a los grupos que presentan alguna vulnerabilidad, así como a la utilización que del recurso hacen algunas empresas para eludir responsabilidades en el tema de los impuestos, el cual es importante, sin duda, pero lo es más analizar el sentido social de las donaciones.

Todo parte del problema social, que es una condición que afecta a un gran número de personas que por sí mismas no pueden solventar sus necesidades para su desarrollo integral. La pregunta es por qué las personas tenemos el compromiso moral de ver por los demás y ello se responde bajo la premisa de la corresponsabilidad social: al vivir en sociedad, somos responsables de trabajar para atender nuestras necesidades, pero también lo somos de los demás que están imposibilitados para hacerlo por sí mismos, ya sea por alguna limitación física, acceso a la educación o a los satisfactores mínimos para una vida digna.

Si bien es responsabilidad de los gobiernos atender estos problemas mediante la aplicación efectiva de los impuestos, las condiciones prevalecen a pesar de los esfuerzos por mitigarlas, ya sea por falta de capacidad, interés y también -hay que decirlo- por corrupción. Entonces se requiere del esfuerzo colectivo para lograr el cambio social, que se concibe como la situación deseada ante un problema social, por ejemplo, todos los niños, adolescentes y jóvenes deben asistir a la escuela. Para lograrlo, se requiere de la acción social, mediante la organización y “adopción” de un problema o alguna de sus variantes, convirtiéndolos en la causa por la que trabajan.

Aquí es donde entran las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC´s), también llamadas Organizaciones No Gubernamentales (ONG´s), que son grupos de personas que se reúnen de manera voluntaria y altruista con el propósito de intervenir en el campo del bienestar social, con el fin de mejorar las condiciones y la calidad de vida de la sociedad o un grupo de personas que comparten una misma situación de vulnerabilidad.

Estas organizaciones operan con voluntariado y para realizar sus actividades requieren donativos, tanto de las empresas como de la sociedad, dado que sus ingresos pueden provienen de la filantropía y en algunas ocasiones de recursos públicos, así como de los ingresos autogenerados por venta de productos.

La sinergia entre las OSC´s y las empresas se da cuando el donante, que puede ser una persona o una empresa, aporta los recursos económicos o en especie para apoyar a la causa, recibiendo a cambio la satisfacción moral por ayudar, una buena imagen ante sus consumidores y un recibo deducible de impuestos.

El Gobierno, por su parte, fomenta la filantropía mediante la deducibilidad de una parte de la cantidad donada, con la lógica de que, si una empresa apoya a reducir un problema social, que de por sí es responsabilidad del Gobierno, una parte de lo que debe pagar a la Secretaría de Hacienda le será descontado de sus impuestos.

El problema radica en que algunas empresas abusan de este recurso y aprovechan los donativos para eludir sus responsabilidades fiscales. En palabras de Guadalupe Vázquez Alatorre, legisladora de Morena, “La filantropía no es para evadir impuestos, ya que un verdadero filántropo no espera nada a cambio”.

El sentido de poner un tope a la deducción es más para regular el tema de los donativos y no una campaña de hostigamiento hacia el tercer sector. Lo que queda claro es que con deducibilidad o sin ella, las OSC´s necesitan de las aportaciones de las personas y de las empresas para continuar con su labor altruista a favor de los más necesitados.

* Maestra en Mercadotecnia, Licenciada en Ciencias de la Comunicación, Consultora de Mercadotecnia acreditada por el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y Canacintra, con diplomados en docencia, innovación y educación a distancia. Se desempeña como consultora independiente en la realización de investigaciones de mercado y estrategia de mercadotecnia, y es instructora de cursos de capacitación para diversas empresas, como Bimbo y Cedepec, entre otras. Se ha dedicado a la enseñanza desde hace 20 años, ha sido profesora de licenciatura y posgrado en diversas universidades del estado y en la Universidad Iberoamericana Puebla.

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