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El sábado 30 de octubre del presente año se realizó una reunión ordinaria del Consejo Nacional de Morena para aprobar los grandes tareas que tiene el partido en la actual coyuntura y también aprobar los lineamientos de afiliación y credencialización que servirán para la regularización de su padrón de afiliados. Es de hacer notar que este último tema, generó en Morena una enorme controversia levantada principalmente por la secretaria de organización. Xóchitl Zagal y los que la apoyan en Morena, con justeza consideran que los referidos lineamientos violan el Estatuto al dejar fuera de la conducción de dicho proceso a la Secretaría de Organización.

El presidente del Comité Ejecutivo Nacional Mario Delgado ha considerado como adecuado el construir una estructura paralela encabezada por el hoy nuevamente senador Alejandro Peña. Con esto no solamente se deja de lado, no solamente a la Secretaría de Organización, sino a toda la estructura partidaria que se encuentra consignada en el Estatuto. Alejandro Peña encabezará una estructura paralela de 300 responsables distritales que serán los que en cada distrito dirijan la organización de los llamados Comités de Defensa de la Cuarta Transformación. Detrás de Alejandro Peña se encuentra quien ha aspirado a controlar el partido desde 2018: Gabriel García. Sigue ese empeño pese a que Andrés Manuel lo sacó de la Coordinación General de Programas de Desarrollo y recientemente también del Senado. Desde algún lugar de la comarca lagunera, dirigiendo el programa de agua saludable para esa región, Gabriel estará a la espera de mejores tiempos.

La divergencia por el control de la afiliación y credencialización de los integrantes de Morena no es menor. Quién controle el padrón de afiliados de Morena tendrá en sus manos el control del partido en función de la organización del próximo Congreso Nacional Ordinario. Este congreso elegirá a los Comités Ejecutivos Estatales y al Comité Ejecutivo Nacional y por tanto tendrá mano para el proceso de selección de candidaturas para 2024.

Pero la divergencia ocasionada por estas medidas organizativas no solamente tiene que ver con respecto a quién será el responsable de regularizar a la militancia de Morena. Detrás de la controversia sobre quién regulariza el padrón de afiliados, no solamente está en juego el control del partido sino cómo se concibe al partido.

Al dejar fuera de la tarea organizativa a las estructuras partidarias consignadas en el Estatuto se profundiza la nominalización del partido. Esto es algo que con preocupación observo que está ocurriendo de manera creciente. En rigor esto es algo que ha ocurrido siempre. Sucedió a partir de 2015 cuando aprobamos la constitución de una estructura de enlaces para construir los comités seccionales o comités de protagonistas del cambio verdadero. En aquella ocasión aceptamos la referida estructura paralela porque Andrés Manuel López Obrador nos lo pidió como algo que había que hacer para ganar. Lo pedía nuestro máximo e indiscutido líder y teníamos que disciplinarnos para lograr el objetivo supremo de ganar en 2018. Finalmente en la cúspide de la estructura de enlaces, estaba el Comité Ejecutivo Nacional, a través del entonces secretario de organización Gabriel García. En la medida aprobada por el Consejo Nacional del sábado pasado, se deja afuera a la Secretaría de Organización y por tanto al CEN y a la estructura partidaria consignada en el Estatuto.

La nominalización del partido la vemos en el hecho de que el mismo solamente sirve para legalizar las decisiones que se toman ante el Instituto Nacional Electoral. Para cumplir las formalidades legales para la inscripción de las candidaturas, para aprobar las coaliciones, las plataformas programáticas etc., Por ello las sesiones del CEN son convocadas con premura menos de 24 horas antes de su realización, o incluso como sucedió hace unos días, con 45 minutos de antelación. El que las sesiones sean virtuales facilita este tipo de anomalías. Además todas las sesiones del CEN son convocadas como extraordinarias y urgentes por lo que las órdenes del día sin inamovibles.

Así las cosas, en los dos últimos meses se observó una rebelión de un sector del partido cuyo sentir fue expresado en un foro de varias sesiones organizado por John Ackerman y Xóchitl Zagal. El Foro tuvo como nombre Diálogos Rumbo al Consejo Nacional y Morena Frente a la Historia. En ellos participaron notables del partido como Paco Ignacio Taibo II, Armando Bartra, Enrique Dussel entre otros. El sentir de ese sector fue expresado por Taibo II en su intervención en el Consejo Nacional del 30 de octubre: Morena está perdiendo su esencia, se está convirtiendo en una agencia de colocaciones, es un lugar de acogida de chapulines, no existe democracia interna. Resulta significativo que Taibo II concluyera su intervención con el planteamiento de que si Mario Delgado no entiende que piensa el país de Morena debe renunciar de su cargo de presidente del CEN y por tanto salir de ese órgano ejecutivo.

Me llamó también la atención la intervención de Rafael Barajas conocido como El Fisgón, quien ahora apoya el planteamiento de Mario Delgado. Partió de aseveraciones que no tienen controversia, casi podría decirse que son lugar común, como advertir el juego de la derecha, asumir las grandes tareas como las reformas constitucionales que hay que lograr y no caer en la pequeña política. El problema es que el tipo de partido que queremos que sea eje vertebral de la Cuarta Transformación no es pequeña política. El partido así como está, ni siquiera es una eficiente máquina electoral porque los procesos electorales no los conduce el partido como tal. Las elecciones se ganan por el enorme peso de la figura de Andrés Manuel que la amplia ciudadanía identifica con Morena. Las maquinarias electorales no necesariamente están a cargo de las instancias partidarias.

Más allá de ganar elecciones, estrategia indispensable para darle continuidad a la 4T, Morena debe ser protagonista de la reforma intelectual y moral que es fundamental en esta transformación. Sus órganos ejecutivos deben ser también deliberativos y no simples correas de transmisión de decisiones que se toman por actores ajenos a las instancias partidarias. El partido debe conducir la organización de base de la sociedad para construir el fundamento de la continuidad de esa referida transformación. También debe acompañar y propiciar los movimientos sociales que surgen ante las injusticias cotidianas que seguimos viviendo. No debe ser un cascarón que sirve para cumplir formalidades burocráticas y legales. He aquí lo que está detrás de las controversias que hoy vivimos en el partido de la 4T.

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