biografia-gustavosantinnieto

Los índices e indicadores que presentaría Alejandro Encinas abonarían, “desde el ámbito de los derechos humanos y la protección del interés superior de los niños”, a la apertura de las escuelas y consecuentemente de los salones de clase. Por la importancia y la naturaleza de la información que soporta la decisión valdría la pena, Gracia, revisar “los resultados de un estudio que se hizo en coordinación con distintas dependencias e instituciones del gobierno federal para evaluar el impacto de la pandemia en niños y niñas, niñas y niños” y compararlos, con las estadísticas disponibles.

De la información que mencionaría, habría que destacar la relacionada con la publicada por el Inegi mediante un comunicado de prensa, (núm. 185/21 del 23 de marzo), mencionado coloquialmente como encuesta Covid [Encuesta para la medición del impacto Covid-19 en la educación (Ecovid-ED) 2020 datos nacionales] y de la que Encinas evocara un dato que por su magnitud no puede ser ignorado, y que ya habíamos platicado: 5.2 millones de estudiantes no se habrían inscrito al ciclo escolar que feneciera en julio pasado; de los cuales, el 57 por ciento (3 millones) correspondería a niñas y niños, casi 3 de cada 5.

No toda la información “casaría” con la que pudiesen consultar “los simples mortales” -entre los que nos encontramos Gracia-; tal cual sucedería con los datos del Sistema de Estadísticas Continuas de la Secretaría de Educación Pública, aludido por quien desempeña el cargo de subsecretario en la Secretaría de Gobernación. Y, aunque los datos no pudieran ser consultados tal cual lo señalara Encinas (referiría una publicación de Animal Político del 3 de febrero del 2021), y las que sí se tienen, podrían complementarse como afirmaría Alejandro Encinas: “Y de acuerdo a la información que nos ha proporcionado la Secretaría de Educación Pública, en el ciclo escolar 2021 están matriculados, como lo mencionó el representante de Unicef, 35.6 millones de niñas y de niños, pero se registró una disminución significativa de 2.6 por ciento en educación básica, de 3.1 por ciento en educación media superior y del 0.8 por ciento en educación superior” (Encinas presentación), y los considerados por la encuesta Covid del Inegi, discordante respecto a la matrícula -menor en dos millones- al referir que tan solo “33.6 millones de personas entre los 3 y 29 años estuvieron inscritas en el ciclo escolar 2019- 2020; la encuesta consideraría una “deserción escolar” del 2.2% (740 mil estudiantes) equivalente al promedio de las consideradas por Unicef. Cifras que sumadas entre los que no se inscribieron, más los que desertaron, arrojarían un total de casi 6 millones de estudiantes afectados en tan solo un ciclo escolar.

Encinas consideraría que el incremento de la violencia intrafamiliar sería tan preocupante como los indicadores educativos a los que aludiría. Presentaría datos que conmoverían al más adusto y de ellos tomaría prestados varios, verbigracia: “entre los meses de marzo a junio del presente año se registraron los niveles máximos históricos de violencia familiar contra niñas y niños; […] durante el primer semestre del 2021 se registraron 129 mil 20 carpetas de investigación por violencia familiar, que representa un aumento del 24 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior. El Observatorio Nacional Ciudadano antecedería a las denuncias de Encinas, mediante la publicación El Confinamiento como Agravante de la Violencia Familiar, en la que plasman reflexiones del colectivo y en las que no faltarían estadísticas elaboradas a partir de datos oficiales. La ONG señalaría, que entre enero y mayo del 2020, se habrían realizado “290,581 llamadas al 911 por incidentes relacionados con violencia familiar, 6 894 más que en el mismo periodo del año anterior y 18 697 más que en 2018, equivalente a un 6.88 por ciento respecto a la última cifra. La ONG estimaría que “seis de cada diez niños, niñas y adolescentes entre uno y catorce años han experimentado alguna medida de disciplina violenta en sus hogares, situación que ahora se agrava por el confinamiento”. Con datos tomados del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia, y en tan solo dos meses de “un total de 2,215 infantes” sufrirían violencia correspondiendo, en un 65.4 por ciento a niñas -tomando en consideración las edades de 12 a 17 años- y en un 51.3 por ciento -de 1 a 11 años.

Abundaría Encinas, quien por el cargo que ostenta tiene acceso a datos duros, que el incremento de la violencia provocaría lesiones, que en “el 76 por ciento” ocurrieran dentro del hogar, y en “el 73 por ciento de los casos, la persona responsable de la agresión tenía algún parentesco con la víctima. El 81.6 por ciento de las víctimas fueron niñas y jóvenes mujeres adolescentes, y durante el primer semestre de 2021 los casos por parentesco alcanzaron el 66 por ciento“.

Argumento que, sumado a otros que aún no he mencionado, reforzarían la postura de las autoridades para brindar espacios libres de violencia a niñas, niños, jóvenes y adolescentes, y generar políticas públicas mediante a las que se les reintegre a entornos que favorezcan el restablecimiento de su salud emocional. Las cifras ahí están Gracia, y tendrían que ser consideradas por todas las actrices y todos los actores del quehacer educativo, incluidos maestras y maestros.

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.