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La mañanera genera información que, aunque no quisieras escucharla y/o verla, trasciende y despierta la atención de tirios y troyanos, generando interés por investigar diversos temas tal cual sucedería con la afirmación de ser México y Bangladesh, los países en los que las escuelas llevan más tiempo cerradas: “México es con Bangladesh el país que más tiempo lleva con las escuelas cerradas y esto no es bueno”. No obstante y a pesar de la búsqueda en internet, es difícil corroborar esos datos, ya que los publicados, presentan un nivel de agregación que impide verificar casos específicos, como sucedería con la información publicada por la Unicef el 21 de marzo, documento en el que no se incluyen datos sobre los 2 países mencionados (shorturl.at/cozNZ ), pero sí sobre América Latina, el Caribe y otras partes del mundo, como muestra el cuadro te envío Gracia.

La información, aunque parcial, no dejaría de ser dramática y reflejaría el tramo que habría que volver a caminar para recuperar el tiempo perdido, enfatizando la atención en las niñas, niños y adolescentes más vulnerables: de los 168 millones de niños en edad escolar afectados y considerados en el cuadro, 98 millones, el 58 por ciento del total correspondería a 14 naciones de América Latina y el Caribe, quienes “cursarían” el ciclo escolar que feneció bajo el sistema de Home School, pues las instituciones académicas llevarían más de año y medio cerradas.

Laura Puy reportera de la Jornada, publica datos en una nota que tú ya conoces Gracia, pero que son importantes ahora que se anuncia la apertura de las escuelas el 30 de agosto; fecha en la que reiniciarían actividades presenciales, aunque en las escuelas, personal directivo, docente y madres y padres de familia “voluntarios” miembros de algún comité y/o consejo, lo harían con 20 días de anticipación.

Mediante otro comunicado de prensa, fechado el 12 Julio, la Directora Ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore, y la Directora General de la UNESCO Audrey Azoulay, recordarían que ya transcurrieron 18 meses de pandemia y que, derivado de la crisis sanitaria, las escuelas “primarias y secundarias” -a las que, por lo menos, en el caso de México se sumarían los preescolares- “siguen cerradas en 19 países, una situación que afecta a más de 156 millones de estudiantes”; cifra que en otro comunicado estimarían en 600 millones de niños y adolescentes que aún se verían afectados por el cierre de las escuelas y a los que se deberían sumar “al menos 5.2 millones de alumnos de 3 a 29 años que no se inscribieron en el ciclo escolar 2020-2021, debido a la pandemia de Covid-19 y por la falta de recursos” de acuerdo al Inegi, dato que ya habíamos platicado en una carta anterior.

Critican a los gobiernos por cerrar escuelas a la menor provocación so pretexto de la pandemia y les instan a la reapertura, no sin antes alertar sobre las consecuencias de tenerlas cerradas, incluida la exposición a loa violencia doméstica, “la limitación de las habilidades sociales”, la ausencia de las campañas de vacunación que se realizaban en las escuelas y la pérdida de empleos, entre otras, que afectan a madres y padres de familia que no tienen quien les ayude. Previamente, la Unicef había instado a la reapertura segura que incluiría la dotación o restitución de la infraestructura educativa, como pide la CNTE, acompañada de la aplicación de protocolos y/o lineamientos sanitarios (jerga del momento), al incremento y no a la disminución de los recursos que se destinan al gasto educativo (presupuesto educativo), cubriendo por lo menos -no lo dice el organismo- el 8 por ciento del PIB mandatado por la Constitución.

Abrir las escuelas, Gracia, no es solo un imperativo social. Unicef critica que se abran bares y cantinas pero no las escuelas, y más aún, cuando se deja la asistencia voluntaria de niñas, niños y adolescentes en manos de madres y padres de familia, y se reconoce que 1 de cada 2 miembros del alumnado carecen de una computadora, mientras que solo 1 de cada 3 no tiene acceso a un teléfono inteligente, garantizando la asistencia obligatoria de la plantilla de personal en cada una de las instituciones. La niñez y la juventud viven un momento en el que ya les sale más caro el remedio que la enfermedad.

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.

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