La sociedad mexicana reprime los acontecimientos más graves de su historia como una protección contra el dolor colectivo, lo que lleva a pensar que el pasado es un obstáculo en el camino hacia el futuro, señalaron en la Universidad Iberoamericana (Ibero) de Puebla.
Así lo indicó José Ramón Cossío Díaz, director del Instituto para el Fortalecimiento del Estado de Derecho, en la última sesión de los conversatorios “Autonomía, contrapesos y mecanismos extraordinarios para garantizar memoria, verdad y justicia” de la Ibero de Puebla, donde reflexionó sobre el proceso construcción de la memoria colectiva en el país.
Refirió que en este proceso se debe contar con una doble autoría: quienes pusieron el cuerpo frente a las violencias y quienes heredaron los relatos e hicieron eco de ellos.
Asimismo, criticó que muchas veces la memoria colectiva se ve afectada porque el sistema impide que profundicemos en los hechos pasados, haciendo hincapié en que la actual generación opte por el recuento de los hechos más lejanos como el proceso de colonización, por mencionar alguno.
Al recordar los antecedentes del México contemporáneo desde Tlatelolco y el Halconazo, pasando por el Ejército Zapatista y las comunidades afromexicanas, hasta el vínculo entre el gobierno y el crimen organizado, expresó que la construcción de estos relatos debe funcionar como un contrapeso a la inhabilidad de las autoridades para conformar una verdad satisfactoria para las víctimas de la violencia.
Explicó que para lograr una construcción adecuada de la memoria en el país, es necesario reconocer su importancia y que esta sea entendida como un proceso cuyo fin último sea la recuperación y la pacificación, tareas que le corresponderán a la sociedad civil.
Editado por Alexis Lira Reyes
