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En el análisis inmediato brincan varios factores acerca del triunfo de Eduardo Rivera y su grupo en la zona conurbada al municipio de Puebla.

Para algunos la zona metropolitana se pintó de azul y no precisamente de los colores del PRI o el PRD, de alguna manera despreciados por el elector.

Para otros, el trabajo sucio ayudó a tener los resultados que separan ya con más de 20 puntos a Eduardo Rivera de Claudia Rivera, y le atribuyen esa campaña negra a grupos afines a Morena que desde las alturas allanaron el camino del maestro Lalo.

En el ánimo popular, la clase media salió a protestar contra la forma de gobierno de Morena, que con ello descalifica a López Obrador y quienes lo han acompañado en estos tres años en la gestión de gobierno en todos sus niveles.

Algunos más ponen en cuestión que el gobernador haya perdido el proceso, más bien, pareciera que perdiendo la capital salió ganando en el conjunto. El caso es que al margen de las circunstancias que han dejado estos resultados indiscutibles, se ve claramente que Lalo Rivera tiene ante sí la segunda oportunidad de hacerse con el liderazgo y no necesariamente del control de la política panista y sus aliados.

A la oposición le hace falta un líder que organice y oferte a los ciudadanos otros cuadros para la sucesión gubernamental.

Con el morenovallismo muchos vieron en Lalo a ese líder que nunca pudo despegar; ahora hay un nuevo escenario, el panorama le favorece y una buena parte del éxito en el futuro dependerá de la capacidad de generar y cumplir acuerdos, de la integración de su gabinete y de no pagarle facturas a ninguna instancia de gobierno, sino sólo a los electores.

O por lo menos, así me lo parece.

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Video en: https://youtu.be/gp_aZNfAKj8

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