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¿Quién realmente manda en la Secretaría de Seguridad Pública?

Rodolfo Ruiz en su columna La Corte de los Milagros, publicada en E-consulta, indica que la detención del jefe de la Base de Operaciones de la Policía Estatal en el municipio de Esperanza, Juan Carlos Romero Abraham, por posesión ilegal de armas y drogas, y su posterior liberación ordenada por un juez, dizque porque fue torturado y violentado en sus derechos humanos, solo confirma dos cosas:

La primera es que quien se quedó como encargado de despacho de la Secretaría de Seguridad Pública del estado a la salida del chiapaneco Raciel López Salazar, Rogelio López Maya, no tiene ninguna autoridad y, la segunda, que el mandamás en la dependencia es en realidad el subsecretario de Gobernación, Ardelio Vargas Fosado.

López Maya había ordenado al director general de la Policía Estatal, Julián Palomar del Valle, alias “Comandante Tauro” la rotación de los jefes de todas las Bases de Operación, sin embargo, no pudo mover al de Esperanza, Juan Carlos Romero Abraham.

Se lo impidió el director de Operaciones Especiales de la Secretaría de Seguridad Pública del estado, Saúl Gamboa Condado, quien es protegido del subsecretario de Gobierno, Ardelio Vargas.

Por filtraciones de los propios policías, el Comandante Tauro supo que Juan Carlos Romero Abraham estaba metido en tratos con delincuentes y narcotraficantes, por lo que pidió la ayuda del Ejército a través de la XXV Zona Militar para llevar a cabo un operativo en la Base de la Policía Estatal de Esperanza.

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En el debate, casi todos contra Rivera Pérez por ser el rival a vencer

Fermín Alejandro García en su columna Cuitlatlán, publicada en La Jornada de Oriente, indica que el debate –de ayer por la tarde— entre los candidatos a la alcaldía de la ciudad de Puebla, difícilmente moverá las preferencias electorales, no solamente por su mala planeación y pobre impacto en la opinión pública, sino porque no hubo ideas nuevas que cambien los índices de intención del voto. Lo que sí dejó claro este encuentro es que el rival a vencer es el panista Eduardo Rivera Pérez, siendo está la razón por la cual de los cuatro aspirantes que realmente debatieron, tres se dedicaron atacar siempre, con los mismos temas, al abanderado albiazul.

El caso más evidente es el de Eduardo Rivera Santamaría, del Partido Fuerza por México (FxM), que algunos conocen como “Eduardo fake”, cuya incorporación a la contienda únicamente fue por la similitud de su nombre de pila y primer apellido con el candidato albiazul. Fuera de dicha circunstancia, es un empresario sin méritos políticos o profesionales.

Rivera Santamaría ayer fue el más incisivo e incluso grosero contra Eduardo Rivera Pérez en el debate dominical, al llamarlo todo el tiempo “el Tibio Pérez”, “Rivera el Tibio”, “Eduardo farsante”, entre otros sobrenombres.

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El Laberinto de Claudia Rivera

Alejandro Mondragón en su columna Al Portador, publicada en Status Puebla, indica que en un laberinto entró la alcaldesa que busca la reelección por Morena y PT, Claudia Rivera Vivanco, ante el escándalo que involucra a su amigo y compañero de lucha, Andrés García Viveros, por acoso sexual y laboral.

El tema no le quita votos, pero sí retira apoyos, en la recta final de las campañas y el día D. ¿Le sostendrán -todos aquellos que ya prometieron- los respaldos para la movilización en la jornada electoral?

Lo que ocurre es que a Rivera Vivanco le arrebataron la esencia de su causa: primero las mujeres.

La grabación que ha circulado sobre el encuentro que tuvo con Karina, la agraviada y quien interpuso una denuncia ante la Fiscalía General del Estado, tiene agravantes de lugar y tiempo.

Fue en la mismísima oficina de la Presidencia Municipal, donde se efectuó la reunión en la que –según la conversación- la alcaldesa le pide aceptar las disculpas de Andrés y firmar su renuncia voluntaria.

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El gatillero de Palacio

Valentín Varillas en su columna La Tempestad, publicada en Status Puebla, indica que todos los gobernantes tienen uno.

Aquel que hace el trabajo sucio, opera conjuras y venganzas inconfesables, se mancha las manos y evita que el plumaje de su patrón se mancille al pasar por el lodazal que representa la política nacional.

Nuestra historia está llena de estos personajes.

Algunos muy inteligentes, de formas sofisticadas; operadores de talento nato que, como los grandes estrategas, apenas si se notan.

Los hay en contraparte, muy burdos, los que actúan al margen del cuidado mínimo de los protocolos básicos del oficio que desempeñan y pretenden únicamente servir a su patrón.
Mario Delgado ha decidido llevar a cabo esta función.

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La estratégica sordera del puntero

Enrique Núñez en su columna Contracara, publicada en Intolerancia Diario, indica que en el debate de ayer, la estrategia de cada uno de los candidatos a la presidencia municipal de Puebla fue la misma que mostraron en la última semana; de ahí que el encuentro no despertó el interés que se desearía.

Las estrategias fueron muy claras. Eduardo Rivera Pérez administró su ventaja y evitó a toda costa caer en confrontaciones. Aplicó la clásica de, “ni los veo, ni los oigo”, ante los reproches y las descalificaciones de sus adversarios.

A su vez, la morenista Claudia Rivera buscó en más de una ocasión provocar que su contrincante le respondiera y le echó en cara acciones de gobierno con la intención –no lograda- de desgastarlo.

Del resto de los contendientes, Roberto “El Capi” Ruiz Esparza compartió sus buenas intenciones, le apostó a su pasión y trayectoria deportiva para tratar de ganar votos, aunque sin una postura que realmente impactara entre los escuchas.

Aunque de profesión muy noble, el representante del PES, Alfredo Victoria, fue llamarada de petate, porque tuvo una primera participación impactante y contundente y después se cayó para convertirse en la decepción argumentativa de la tarde; sin embargo, la frase de “¿batas o corbatas?”, es de lo poco que permeó entre la audiencia.

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