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El debate que surgió en el Honorable Consejo Universitario el 29 de abril a propósito de los proyectos arquitectónicos que afectan al Eco-campus Valsequillo y al Edificio Carolino y que fueron aprobados por dicha instancia universitaria, abre la oportunidad de reflexionar sobre el papel que debe cumplir la universidad en general y en particular la BUAP, en relación a la cultura. Lo que a continuación expresaré no son sino algunas de las conclusiones que pudieron sacarse del Foro Hacia una nueva agenda cultural para la universidad, celebrado en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla los días 20, 27 de abril y 4 de mayo de 2021.

La reflexión sobre la relación que la universidad, en particular la BUAP, debe tener con la cultura debe partir de al menos cuatro principios acerca de la cultura: la cultura no es mercancía; la cultura no es un servicio; la cultura no es sólo entretenimiento; la cultura es un derecho. Puede abundarse más en este último sentido: la cultura es un bien social y un derecho humano universal. Particularmente el debate sobre el nuevo uso del Edificio Carolino me ha hecho ver la importancia del primer principio: la cultura no es una mercancía.

La reflexión sobre universidad y cultura debe entender a ésta última no solamente como alta cultura, es decir las grandes creaciones intelectuales y artísticas de carácter universal. La cultura es el quehacer del conjunto de la sociedad independientemente del nivel de instrucción que se posea. Por tanto la cultura es algo inmanente en todos los ámbitos de la sociedad, aunque no necesariamente seamos concientes de ello. La cultura de una sociedad es sustrato de identidad, fuente de la memoria y de cohesión social. La universidad debe promover una cultura que afiance nuestra identidad, debe promover una difusión cultural que promueva una cultura nacional-popular.

La cultura nacional-popular está integrada por la cultura popular urbana y las culturas tradicionales integradas por las costumbres y tradiciones de las comunidades indígenas y campesinas de nuestro país. La cultura popular no debe ser equiparada a la seudo cultura comercial de carácter desechable destinada a un consumidor pasivo a menudo identificada con patrones culturales ajenos a nuestra realidad y por tanto expresión de un colonialismo cultural. La labor cultural de la universidad debe partir del diagnóstico de una proliferación de esta práctica cultural de bajo nivel, de la disminución del hábito de lectura, de la baja asistencia a museos y espectáculos de calidad y de la no realización de actividades artísticas en el hogar y su sustitución por la televisión, la radio comercial o las redes sociales que fomentan esta seudo cultura comercial frecuentemente colonizante.

La proliferación de esta seudo cultura comercial que a veces invade a nuestra universidad, es la consecuencia de convertir a la cultura en una mercancía. Las derivaciones de esta concepción son entre otras, la de concebir la difusión de la cultura en una gestión comercializada de la cultura o la de promover la difusión de supuestos bienes culturales que en realidad son productos desechables y de baja calidad. Podemos denominar a esta práctica cultural seudo cultura comercial o coloquialmente denominarla “cultura chatarra”.

Nuestra universidad debe auspiciar las labores creativas de artistas y creadores nacionales de dentro y fuera de nuestra institución. Debe propiciar la difusión de las obras de creadores mexicanos de alta cultura y también las expresiones de cultura popular y tradicional. Radio BUAP y la naciente TV BUAP deben ser vigorosos vehículos de difusión de estas labores creativas y apartarse de la seudo cultura comercial. Al mismo tiempo la nueva política cultural universitaria debe tender puentes y abrir vínculos en el marco de un diálogo horizontal con las creaciones culturales de las más diversas partes del mundo. La cultura en nuestra universidad debe ser cultivada en el espíritu de lo que José Martí alguna vez expresó: “Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas”.

En lo que se refiere al patrimonio cultural tangible, por ejemplo el que se encuentra en la arquitectura de carácter histórico, es necesario recordar que nuestra universidad fue pionera en lo que se refiere a su recuperación y preservación. En el contexto del Programa de la Universidad Crítica, Democrática, Democrática y Popular, iniciado en 1971-1972, nuestra casa de estudios, fue pionera en relación a acciones de rescate, preservación y difusión del patrimonio cultural de la ciudad de Puebla y el universitario. Este programa fue ampliado y profundizado durante el Rectorado 1981-1987, período en el cual se adquirieron 15 de los 46 inmuebles que tiene la institución en el centro histórico, razón por la cual se le otorgó en 1986 el premio Francisco de la Maza. Esa senda debe seguirse con profundidad.

He aquí solamente algunas de las reflexiones vertidas en el Foro mencionado al principio de estas líneas. Forman parte de lo que debe ser la nueva agenda cultural de la BUAP.

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