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Cartas a Gracia

La titular del despacho educativo reconocería que el encierro forzoso al que se han visto sometidos niñas, niños y adolescentes les afectaría emocionalmente y, que, además, perjudicaría el logro de los aprendizajes esperados. Esa presunción se desprendería del Boletín SEP nº. 39 fechado el día 4 de mayo, publicación coincidente -por un día- con el 159 aniversario de la batalla del 5 de mayo. Delfina Gómez señalaría de acuerdo a la publicación que: “Al concluir la inmunización del personal educativo del país, podrán iniciar clases presenciales”. El anuncio despertaría expectativas de muchas y muchos de los escolapios, lo mismo que de madres y padres de familia por un lado y, por el otro, reticencias de quienes están preocupados por el alto número de contagios causados por la pandemia. Previamente, el anuncio del regreso a clases, a pesar de los muchos bemoles que harían que las autoridades se curaran en salud, causaría reproches por parte de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, quien tildaría a esa medida como electorera.

Empero Gracia, resaltaría el abandono de las posiciones triunfalistas que caracterizarían al ejercicio de Esteban Moctezuma Barragán. Por intermedio del comunicado, la nueva administración de la SEP, reconocería explícitamente que el retorno a las escuelas se daría “por salud mental de alumnas y alumnos, y por cuestiones de aprendizaje”. Y en ambos casos tendría razón; no pocos menores acusarían, por medios a su alcance, tal como sucediera con aquel dramático mensaje que escribiera una menor en un cartón de cerveza: “mi papá Juan me regaña, mi mamá Isabel se enoja, además me quiero morir. Soy Camila” (Canal 40, TV Azteca, 5-5-21) y otros más, tan conmovedores como el reseñado, en la que niñas, niños y adolescentes subrayan que ya están hartos de estar en casa y señalan tener conflictos con sus madres y/o sus padres.

A los ejemplos de violencia, podrían sumarse algunos números propiciados por el encierro que indicarían el incremento de los casos de obesidad infantil que sufrían hasta antes del inicio del confinamiento (1 de cada 3 niñas, niños y adolescentes) agravado por la falta de actividad física, tener comida al alcance de la mano, el incremento de los niveles de estrés, ansiedad y entre otros, la violencia intrafamiliar; violencia que en caso de los docentes, podría resumirse en tres palabras: terror sanitario institucionalizado. Así lo resume Pedro Gómez Bahamaca, dirigente de la CNTE en Chiapas: “decimos que, a pesar de la pandemia, de más de un año de ese terror que nos metieron y no negamos que hubo muertos, estamos dispuestos a defender nuestros derechos laborales y sindicales” (Helio Enríquez, la Jornada 08-5- 2021).

Las cifras de incremento de la violencia intrafamiliar podrían revisarse en la página de consulta del Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública, Gracia. El cuadro Presuntos Delitos de Violencia Intrafamiliar daría cuenta del crecimiento vertiginoso que tiene este indicador; mientras que en 2018 se habrían reportado 180 187 casos para el 2020 y a tan solo unos meses del enclaustramiento se incrementarían a los 220 039 delitos, casi 40 mil más y que, en términos porcentuales, significarían un incremento del 22.2% tan solo en 2 años. Septiembre, el sexto mes de la era de la pandemia, reportaría 20 589 presuntos delitos y en enero del 2021, 17 392; cifra ligeramente inferior a la reportada en el mes de abril del 2019, año en que se cometerían 210 158 presuntos delitos de violencia intrafamiliar denunciados. La Ciudad de México, y sin terroríficos deseos al escribirlo, pero sí con el ánimo de aportar elementos para entender el comportamiento del alumnado, indicaría que en enero de 2021 se habrían cometido 2 321 presuntos delitos de un total nacional de 17 392 y 654 en Puebla; cifras que significarían un 13.34% y un 3.74% del total nacional. Tan solo en la 4 veces heroica entidad de Zaragoza y por intermedio de la página de la Fiscalía del Estado de Puebla, se conocería que entre los meses de enero a marzo se reportarían 2 309 delitos en contra de la familia y, de ellos, corresponderían 72 al indicador Incumplimiento de obligaciones de asistencia familiar.

En cuanto a la parte que se referiría a las cuestiones de aprendizaje se ha escrito mucho; además de las cifras y de los porcentajes relacionados a la carencia de computadoras, acceso a internet, falta de datos en telefonía móvil, malas condiciones de las viviendas en la que -en muchas- viven hacinados y, entre otras causas más, una asesoría precaria prestada por madres y padres de familia, sin olvidar que una de cada tres familias, son encabezadas por mujeres que deben laborar en lo que puedan (trabajo formal e informal), hacer los quehaceres de la casa y suplir -sin paga alguna- las obligaciones institucionales. Sin embargo, nada tan claro como la instrucción y o petición destacada por el Boletín SEP nº. 39, en el que se señalaría que: “La titular de Educación sugirió que no se repruebe a las y los alumnos porque no todos tuvieron las mismas oportunidades para el aprendizaje, por lo que sería injusto calificarlos así”.

Mal momento para ocupar el puesto de jefe del despacho educativo le tocó a la segunda mujer y primera maestra en ocupar esa posición. Empero, ya se viene distinguiendo de su antecesor al hacer un recuento de daños y, tal parece que no se siente la divina garza envuelta en celofán, a diferencia de varios de sus homólogos locales. Te anticipo felicidades por el día de las maestras y de los maestros, Gracia. …

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