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Por Rosa María Dávila Partida

Todos los grupos que organiza el Movimiento Antorchista Nacional son convocados para hacer arte, lo mismo niños que ancianos, amas de casa, obreros y campesinos, porque hacer arte cambia sus vidas externa e internamente logrando transformarlos en mejores personas. La Espartaqueada Cultural Nacional es el escaparate donde se muestran los mejores frutos de este proceso transformador, pues el que llega a presentarse a Tecomatlán es porque ganó en las eliminatorias municipales, seccionales y estatales, es decir, la calidad que alcanzó lo hizo venir en representación de su estado.

Todos son testigos de que hacer arte cambia sus vidas porque el tiempo que antes dedicaban al ocio, ver televisión o simplemente salir con compañías no muy recomendables, hora lo dedican a sus ensayos de música, poesía, baile o danza.

El proceso más relevante es el que ocurre en la psicología del que hace arte, pues a través de sus sesiones de ensayo y sus presentaciones ante públicos cada vez más exigentes, el artista realiza un sinnúmero de aprendizajes que enriquecen su personalidad. Empieza a conocer y entender el mensaje de la belleza, lo que le permite discriminar entre el verdadero arte y las manifestaciones burdas y vulgares de los que hacen negocio con la cultura. Sus ensayos exigen puntualidad, disciplina, esfuerzo y todo ello va educando su voluntad, la fortalece, porque llega a comprender que el éxito depende del trabajo y dedicación que ponga para desarrollar sus habilidades. Aprende a trabajar organizadamente, dado que pertenece a un equipo que debe coordinar sus esfuerzos para entre todos alcanzar mayores niveles en las ejecuciones. Conoce el folclor nacional, lo que equivale a decir su historia, sus raíces, para que se sienta orgulloso de sus antepasados cuya cultura no le pide nada a la de Egipto, Roma o Grecia.

Además, el reconocimiento público a través de los aplausos eleva su autoestima, le ayuda a combatir el sentimiento de inferioridad que los españoles nos inyectaron hasta el tuétano para que no osáramos compararnos en ellos. Pero no solo eso. Con las presentaciones pierde el pánico escénico, si se siente seguro y capaz en el escenario, también se sentirá competente para cumplir cualquier tipo de actividad que emprenda. Al hacer arte ha sufrido una transformación positiva de su personalidad.

De lo antes dicho podemos concluir: a través de las actividades artísticas Antorcha logra rescatar a muchas personas que pueden sucumbir, o ya han sucumbido ante las tentaciones de la drogadicción, y no solo porque ocupa su tiempo haciendo arte, sino porque seguro de sus capacidades, una vez que ha comprendido que el éxito está en relación directa con la cantidad de trabajo que se realice para culminar una tarea, ya puede dar objetivos a su vida, puede proponerse metas más altas, con la clara convicción de que logrará alcanzarlos. Con una personalidad así moldeada nadie necesita escaparse al mundo ilusorio de las drogas.

El que hace arte aprende que, trabajar bajo la dirección de un experto, da buenos resultados, que es bueno disciplinarse y aceptar las razones de quien tiene más conocimientos y más experiencia. Y en muchos nace el interés por realizar estudios formales en alguna disciplina artística, para luego enseñar a otros a realizarse y conquistar muchos momentos felices. También asimila la necesidad de moldear su carácter, sabe que debe eliminar las aristas pues es imprescindible llevarse bien con todos para unir voluntades y constituir equipos exitosos.

Ese descubrimiento de la belleza en todas sus manifestaciones, ese disfrutar del placer estético, hace que los artistas desarrollen una alta sensibilidad que los lleva a rechazar la fealdad, a compadecerse de los que sufren y no pueden alcanzar la felicidad y a manifestarse y luchar contra la injusticia. Por sus cabezas pasa este sencillo razonamiento: si trabajando duro unidos en un equipo somos capaces de maravillar a todo el mundo con nuestra creación artística, es fácil imaginar todo lo que podemos hacer uniendo voluntades para transformar nuestra sociedad, y construir un mundo mejor para la humanidad. Este es el tipo de ciudadano que Antorcha está formando todos los días y en todo el país.

                       

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