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Por: Mtra. María José Hernández Soto*

La Covid-19 ha requerido que las personas indistintamente de cualquier país, género y rango de edad, usen las prácticas de literacidad digital, es decir, las competencias y habilidades lingüísticas de comunicación tecnológica, que se relacionan entre sí y que favorecen la participación activa en la sociedad

La pandemia ha propiciado que estemos leyendo y escribiendo posiblemente más que en cualquier época de la humanidad. Antes de la COVID-19 éramos usuarios que utilizábamos la pantalla del celular, tableta o computadora para mirar videos, revisar redes sociales y posiblemente leer libros o PDFs. Ahora somos consumidores digitales con las mismas prácticas de lectoescritura, desde una perspectiva excesiva, porque queremos leer y compartir más información sobre lo que nos acontece, principalmente sobre esta enfermedad.

Leemos las noticias que nos informan sobre el número de pacientes con la Covid-19 o el número de personas que han fallecido por este virus. Leemos las redes sociales, los memes. Revisamos y leemos los menús de restaurantes en aplicaciones móviles como Rappi o Uber Eats, también consultamos con el código QR los programas de algún espectáculo del teatro.

Accedemos a museos virtuales y leemos en la pantalla sobre exposiciones online. Encendemos los programas de videollamadas o reuniones virtuales y si tenemos clases en línea, leemos lo que se nos presenta en la pantalla. Si salimos al supermercado, leemos las señales gráficas como flechas, bandas delimitadoras que nos indican distancia física. Leemos realidad aumentada, interactivos, textos, imágenes y gráficos. Leemos y escribimos de manera digital más que en cualquier momento de la humanidad.

El confinamiento ha aumentado de manera acelerada la digitalización. Antes ya se ocupaba lo virtual. Sin embargo, la forma en la que ahora leemos, escribimos y vemos a través de nuestros celulares, televisores inteligentes y computadoras, implica nuevas habilidades cognitivas y tecnológicas que permiten que los usuarios naveguen en internet con facilidad, manejen aplicaciones y se muevan digitalmente con destreza por el espacio cibernético.

Ahora bien, la literacidad virtual ha aumentado gracias a la pandemia, pues los jóvenes de habla hispana de universidades privadas y públicas, han demostrado cierta habilidad o destreza para acceder a prácticas culturales digitales, como conversar con familiares y amigos por las redes sociales, intercambiar información académica y vivencial por videos cortos como TikTok o videos largos en YouTube. Así mismo, participar en Fan Pages para subtitular un libro de otro idioma a su lengua materna.

La pandemia de la Covid-19 ha agudizado las diferencias educativas, pues más de 36 millones de niños, jóvenes y adultos, se quedaron sin clases presenciales para centrarse en la virtualidad. Se debe destacar que las instituciones de educación superior en México, tanto privadas como públicas, han tenido también dificultades en apoyar y proveer a los estudiantes de habla hispana y de lengua indígena con soportes tecnológicos como tabletas o computadoras.

Si a ese dato sumamos que en México, más del 80 por ciento de la población tiene acceso a internet en los estados de Baja California, Coahuila y Sonora, se observará que regiones donde predominan los grupos étnicos, como Puebla, Chiapas Oaxaca y Guerrero, el 9.8% tienen acceso a una computadora y al servicio de internet. Por lo tanto, se puede validar que la brecha digital debido a la pandemia, se ha vuelto perjudicial y nociva en los estudiantes indígenas, que no cuenten con infraestructura adecuada para acercarse a la información de primera fuente.

En México, hay más de 16 millones de indígenas que representan más del 15 por ciento de la población (Iwgia, 2020). Así mismo existen 62 grupos etnolingüísticos de los cuales el 17 por ciento son monolingües, es decir, que hablan solo la lengua materna. A pesar de que representan una ínfima cantidad, dicha barrera lingüística, limita las prácticas de literacidad digital en el idioma español. Desde esta perspectiva, se le añade los obstáculos socioculturales que se ven afectados por la pandemia, y las barreras digitales de infraestructura derivadas de la brecha digital.

¿Qué sucede con las prácticas de literacidad digital de los jóvenes de lengua indígena? ¿Cómo la pandemia ha reconfigurado estas prácticas? ¿Cuáles son las diferencias en las prácticas de literacidad digital entre los jóvenes de habla hispana y los jóvenes de lengua indígena? Considero que todas estas preguntas deben ser cuestionantes que no debemos dejar de lado.

* Maestra en Comunicación y Cambio Social por la Universidad Ibero Puebla. Su investigación de maestría lleva por título “La nostalgia en la vida transnacional de la comunidad migrante Chila de la Sal-Nueva York”. Certificada en Academic Information Seeking por la Universidad de Copenhague & Universidad Técnica de Dinamarca (DTU). Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Upaep). Enlace académico de la Biblioteca Interactiva Pedro Arrupe S.J. con el Departamento de Humanidades, en donde imparte la asignatura de Lectura y Expresión Académica. Ha impartido ponencias en al Iamcr del 2017 en Cartagena Colombia; 2019 en Madrid, España, una conferencia en la Universidad de Fordham en Nueva York y una conferencia digital en el Colegio San Ignacio de la Compañía de Jesús en San Pedro de la Paz, Chile. La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.

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