biografia-columnista-Carlos-Figueroa-Ibarra

A partir del 26 de febrero y en lo que queda del mes de marzo, el sector “privilegiado” de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla estará viviendo momentos de tensión, impotencia, frustración y enojo. Cuando digo “privilegiado” estoy significando a los académicos de tiempo completo y de medio tiempo que tienen una contratación definitiva. Son los mismos que tienen derecho a concursar por los Estímulos al Desempeño al Personal Docente (Esdeped) los cuales constituyen entre la mitad y una tercera parte de los ingresos que perciben los docentes e investigadores de la BUAP. Fuera de ellos, existen cientos de trabajadores que no tienen definitividad o peor aún constituyen ese proletariado académico constituido por los docentes horarios. El malestar es debido, lo he expresado en mis artículos de las dos últimas semanas, a que en medio de una pandemia que ha afectado a lo/as trabajadores académico/as de muchas formas, ha salido una convocatoria para concursar por dichos estímulos que ha mostrado una insensibilidad compartida por la Secretaría de Hacienda, la Secretaría de Educación Pública y las autoridades universitarias.

La pandemia obligó a los docentes e investigadores al confinamiento, a la suspensión de muchas de las actividades que regularmente se hacían y a enfrentar contagios propios y de familiares así como decesos. La convocatoria publicada el 26 de febrero ignora esas circunstancias extraordinarias. A los integrantes del Sistema Nacional de Investigadores se les quitó el derecho a evitarse -través de la llamada certificación- el martirio de recaudación de farragosos comprobantes para poder acreditar nuestras actividades y obtener los puntajes necesarios para lograr un nivel importante en dichos estímulos. A todo/as, estén en el SNI o no, se les agobia con el cumplimiento de los requisitos y pérdida de tiempo que ello implica que tuvieron que satisfacer para ser parte del Padrón de Investigadores y del Perfil Deseable del Programa para el Desarrollo del Personal Docente (Prodep). El deterioro salarial que ha impuesto el neoliberalismo en las universidades, obliga a los trabajadores a desperdiciar el tiempo en la obtención de comprobantes, subir en línea los mismos, llenar formularios y presentar información que en buena medida ya existe en las bases de datos de la universidad.

He podido constatar que la indignación a veces está mal encaminada: se encauza hacia el Rector y la comisión institucional que va a otorgar los puntajes cuando no son ellos los responsables esenciales de la situación. Se imaginan formas de resistencia que son inviables: no participar en el concurso por los estímulos o hacer una huelga administrativa o bien levantar demandas justas en el largo plazo pero imposibles de lograr en el corto. Sin embargo, hay demandas que el sector académico está levantando que podrían ser resueltas de manera positiva por las autoridades de la BUAP como por ejemplo el peso de los puntajes para diversas actividades y el número y calidad de requisitos para acreditar las actividades. Un ejemplo del burocratismo neoliberal que castiga al trabajo académico es que para poder obtener 10 puntos de los 1,000 que están a consideración, el organizador responsable de un evento académico internacional debe acreditar aproximadamente 17 requisitos entre ellos la publicación de la memoria del evento.

Docentes investigadores cada vez más difícilmente obtienen una promoción laboral y cada vez más difícil es que se beneficien de las retenciones y repatriaciones. Pero la situación laboral que provoca indignación no solo azota a los docentes investigadores. Los trabajadores de intendencia y administrativos están sometido a cargas laborales fuertes (sobre todo éstos últimos cuando los/as académico/as les requieren los comprobantes que les piden para poder obtener los estímulos) y buena parte de ellos están contratados por medio del outsourcing lo que implica que están en el eslabón más bajo de la precariedad laboral. Tengo presente el caso de mi amigo Antonio quien tiene que trabajar como acomodador de coches para poder complementar su precario ingreso que obtiene con un contrato que no dura más allá de dos meses. A menudo las academias tienen que hacer acuerdos para poder darle de sus bolsillos un aguinaldo decente a la secretaria sometida a la subcontratación.

He participado entre agosto y diciembre de 2020 como organizador, asistente y ponente en el evento Retos de la Educación Pública Superior en México en una época de cambios y en un evento espejo realizado en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”. Ahorma mismo en similar condición estoy participando el evento Los Retos de una Nueva Agenda Universitaria que se está llevando a cabo desde enero de 2021. En dichos eventos he constatado a través de las ponencias e intervenciones de decenas de académicos de las distintas Divisiones de Estudios Superiores (DES) de la BUAP, el profundo malestar y las negativas consecuencias que han ocasionado en la educación universitaria la precarización laboral y salarial. Concluyo en base a esa auscultación que ha llegado el momento de luchar por un proceso de dignificación laboral y salarial en las universidades. Esta lucha debe darse en el entendido de que los trabajadores universitario/as han sufrido la precariedad salarial de manos de un Estado que se conduce de manera neoliberal y que ha tenido agentes entusiastas al interior de las universidades. Si así son las cosas, es el momento de que Estado y gobierno desneoliberalicen sus políticas salariales para dichas universidades y que las autoridades de las mismas encabecen la lucha para que esto suceda.

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