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Observamos en estos días un profundo y creciente malestar entre los trabajadores académicos de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla derivadas de la emisión el 26 de febrero de la convocatoria emitida por la Comisión Institucional de Estímulos al Desempeño del Personal Docente (Esdeped). Está circulando una carta que expresa ese malestar y demanda sensibilidad, la cual ha sido firmada por 773 académicos de los 2,184 de tiempo completo que tiene la BUAP. El malestar tiene dos vertientes. La primera es que con justa razón los trabajadores académicos sentimos que la referida convocatoria hace caso omiso de las adversas condiciones de trabajo que hemos tenido desde marzo del año pasado cuando la pandemia nos obligó al confinamiento, a la suspensión de muchas de las actividades que regularmente se hacían y a enfrentar contagios propios y de familiares así como decesos. La segunda vertiente tiene que ver con los trabajadores académicos que después de ser evaluados somos integrantes del Sistema Nacional de Investigadores, del Padrón de Investigadores y del Perfil Deseable del Programa para el Desarrollo del Personal Docente (Prodep), teníamos derecho a evitarnos a través de la llamada certificación, el martirio de recaudación de farragosos comprobantes para poder acreditar nuestras actividades y obtener los puntajes necesarios para lograr un nivel importante en dichos estímulos. Esa prerrogativa se canceló.

SNI y Esdeped son las invenciones del neoliberalismo para disminuir drásticamente los salarios de los académicos de las Instituciones de Educación Superior. Era de esperarse que el Gobierno de la Cuarta Transformación no pudiera eliminar de tajo ese taylorismo académico por simples razones presupuestarias. Lo que resulta inaceptable es que un gobierno de voluntad posneoliberal lo que está haciendo en materia de los Esdeped es aumentar sus rigores y actuar como si estuviéramos viviendo en tiempos normales. El año pasado las autoridades universitarias lograron que la SEP mantuviera las certificaciones. Este año dicha secretaría fue implacable. ¿A quién culpar de las causas del malestar universitario que hoy presenciamos? Me parece un despropósito culpar a las autoridades universitarias y peor aún pedir su renuncia como escuché en una de las reuniones de académicos a las que asistí hace unos días. No son ellas las responsables fundamentales de nuestro sufrimiento sino es la Secretaría de Educación Pública. Acaso ni la propia SEP: como le escuché decir en una conferencia al Dr. Luciano Concheiro, Subsecretario de Educación Superior, la situación de salarios, nuevas contrataciones, promociones laborales en las IES es decisión de la Secretaría de Hacienda.

Pero las autoridades de la BUAP pueden hacer algo en relación a esa convocatoria. En primer lugar pueden actuar con sensibilidad y no con una conducta que implique hacer del concurso por los estímulos una despiadada carrera de obstáculos cuyo propósito sería ahorrarse dinero bajando los ingresos de lo/as académico/as. Podrían convocar a una sesión extraordinaria del Consejo Universitario a efecto que este órgano manifieste su desacuerdo en relación a los términos que la Secretaría de Educación Pública ha dictado para la emisión de la Convocatoria Esdeped 2021 y demande que se tome en consideración el año extraordinario que hemos vivido debido a la pandemia y que en consecuencia se cambien los referidos términos. Podría convocar a la comunidad universitaria a una amplia discusión del Reglamento de Estímulos del Personal Docente de la BUAP a efecto de que este sea modificado en favor de los trabajadores/as académico/as. Finalmente podría propiciar una sinergia con el resto de las IES públicas para solicitar al Gobierno Federal que los dispositivos destinados a paliar los efectos de las reducciones salariales tales como el Esdeped sean paulatinamente eliminados y sustituidos por aumentos salariales.

El neoliberalismo condujo a una situación gravísima a la educación pública superior en materia de salarios, precarización y sobrecarga laboral ya no digamos jubilaciones y otras prestaciones. El problema que hoy vivimos en la BUAP excede ampliamente a la propia universidad. Está vinculado al modelo gerencial, productivista y precarizante que el neoliberalismo impuso a las universidades públicas y que ciertamente fue aplicado con entusiasmo por sus autoridades. El Gobierno de la 4T debe empezar a desmantelar dicho modelo en lugar de darle continuidad.

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