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Este fin de semana Mario Delgado Carrillo, dirigente nacional de Morena, pidió a los militantes del partido oficial respeten el resultado de las encuestas para la designación de candidaturas. En tanto, la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia no ha difundido, si la hay, la decisión sobre si Salgado Macedonio es elegible y no viola los principios básicos de ese partido.

Todo hace suponer que no saben qué hacer, que no hay acuerdo y que el presidente de Morena se constriñe puntualmente al mandato del presidente Andrés Manuel López Obrador, amigo del senador con licencia, quien ya anda en campaña, libre y lirondo.

Esta actitud del partido que ofreció la 4ª transformación de México es camaleónica, bipolar, esquizofrénica y demagógica. Su tozudez contrasta con el discurso de más de 530 catilinarias mañaneras desde Palacio Nacional, que una y otra vez sostiene que la ética y la moral, inclusive, deben prevalecer por encima de la ley. Y no concuerdan con las más de 4 mil 500 ocasiones, en que el primer mandatario ha dicho y dice que no se admitirá la corrupción.

Es corrupción mantener como candidato a un evidente violador, aunque no haya sentencia. Además, incongruente, cuando el jefe máximo señala con nombre y detalle sin pruebas, ni proceso a quienes considera delincuentes.

Nada tiene que ver con el propósito de la Guía Ética para la Transformación de México, presentada el 26 de noviembre pasado por AMLO, como “un primer paso para iniciar una reflexión nacional sobre los principios y valores que pueden contribuir a que en nuestras comunidades, en nuestro país, haya una convivencia armónica y respeto a la pluralidad y a la diversidad”.

Tampoco concuerda con los estatutos y principios de Morena, ni con el pacto firmado ante el Instituto Nacional Electoral, de no admitir ninguna candidatura de personas que violenten a las mujeres.

Este intento, además, desmiente la plataforma electoral morenista, que en la página 19 dice luchar por “desnaturalizar, prevenir, atender y sancionar la violencia a las niñas y mujeres de manera eficiente y eficaz… acabar con la violencia feminicida… atender la violencia de género contra las mujeres perpetrada por acciones u omisiones… y acabar con el sistemático quebrantamiento de la ley”.

Pero, encima, es contrario al pragmatismo de AMLO. No reacciona a la reprimenda nacional contra la candidatura de Salgado Macedonio, que no anidó entre los conservadores o “adversarios”, sino que nació de las diputadas, regidoras, síndicas y militantes de Morena, originarias del pueblo, de las mujeres más disímbolas, y es potente en todas las —benditas— redes y todos los medios de comunicación, en todas partes. Pero, como ha sucedido antes (aunque ellos dicen son distintos): ni ven ni oyen.

En este ejemplo, icónico, desmesurado, se prueba la mentira y la demagogia. Mario Delgado Carrillo no falla al pueblo, se traiciona a sí mismo, por razones enigmáticas y oscuras.

En Guerrero hay la mayor producción de amapola, subsiste un machismo genuino y enraizado y un atraso educativo y social. Se calcula, culturalmente, que hay un fervor por el caciquismo. Se piensa, mal, que todas las guerrerenses son subordinadas y estáticas. A eso le apuesta Morena, y ese es un drama mayúsculo. Estamos ante una doble moral, sin duda. Veremos.

*Periodista, directora del portal informativo SemMéxico.mx

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Periodista mexicana de gran prestigio, Consultora de medios, Docente en género y militante feminista, fundó en México las redes de periodistas comprometidas con los temas de la condición social de...