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Mil 500 kilómetros de muro fronterizo // Saldo de 4 gobiernos amigos // Hechos, no promesas, Biden

Carlos Fernández Vega en su columna México SA, publicada en La Jornada, indica que demócratas o republicanos, da lo mismo: son igual de amenazantes que de chantajistas. Desde 1994 los distintos gobiernos estadunidenses (cuatro inquilinos de la Casa Blanca en ese periodo) han tratado de frenar, infructuosamente y muro de por medio, la migración mexicana hacia el vecino del norte y, según dijeron, el trasiego de droga. ¿Resultado? En ambos casos, política fallida: un gasto que acumula miles de millones de dólares que no ha impedido una mayor presencia de nuestros paisanos y, a la vez, un voluminoso cuan creciente abasto de narcóticos para los consumidores gringos.

En los 27 años transcurridos, los cuatro mandatarios estadunidenses involucrados (Clinton, Bush júnior, Obama y Trump) se negaron a firmar un tratado migratorio bilateral y privilegiaron la amenaza. Cada uno aportó sus kilómetros a la construcción del muro, con la idea de que cubriera la totalidad de la frontera para, decían, acabar con la inmigración mexicana. Y el plus, según sus cálculos, sería acabar con el tráfico de drogas.

Joe Biden estrena mandato con la promesa de detener (no cancelar ni derrumbar lo existente) la construcción del muro fronterizo que tanto cacareó el neofascista anaranjado, y llevar a cabo una reforma migratoria para ofrecer un camino a la legalización y la ciudadanía de unos 11 millones de indocumentados (mexicanos, la mayoría), al tiempo que procedió a desmantelar de inmediato algunas de las medidas antimigrantes del gobierno de Donald Trump ( La Jornada, David Brooks).

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El Ejército, la batalla real

Julio Hernández López en su columna Astillero, publicada en La Jornada de San Luis, indica que estudioso de la historia nacional y conocedor de experiencias golpistas latinoamericanas, Andrés Manuel López Obrador se ha aplicado a la tarea estratégica de mantener de su lado a las Fuerzas Armadas y, en especial, a su élite directiva tan definida por su espíritu de cuerpo, por su histórico estatus de ente virtualmente intocable por el poder civil, con fuero legal o de facto, en un pacto invariable no escrito (con PRI, PAN y ahora Morena) de que cada segmento de ese binomio castrense-civil se encargue de sus asuntos sin meter de verdad la nariz en los del otro.

Más allá de los 30 millones de votos originales, la fuerza mediática derivada de la Mañanera, los resultados favorables de las siempre manipulables encuestas de opinión y la enorme fuerza institucional acumulada en el congreso federal, la Suprema Corte y órganos autónomos o comisiones, el presidente de la República se ha esforzado en convertir a esas fuerzas armadas en su verdadero puntal, con el general Luis Cresencio Sandoval, secretario de la Defensa Nacional, como uno de los dos funcionarios que semejan ser vicepresidentes ejecutivos: Marcelo Ebrard desde el ámbito plenamente civil y Sandoval como coleccionista agigantado de encargos ajenos a lo castrense, cada vez más en cuantía, cada vez más en la lógica de una militarización que ofrece a los soldados y marinos (el papel del secretario de Marina, José Rafael Ojeda Durán es más discreto, pero igualmente compensado) incluso la administración y beneficio directo de algunas obras y beneficios originalmente correspondientes al sostenidamente empequeñecido ámbito de lo civil.

Lo sucedido en el caso del general Salvador Cienfuegos Zepeda es una confirmación casi flamígera de esa opción preferencial del obradorismo por los militares propios. López Obrador cerró filas con el general secretario Sandoval que a su vez cerró filas con su antecesor Cienfuegos cuyo episodio rampante de impunidad hizo ver a la élite militar y a la tropa en general el grado de fuerza adquirida en lo que va del sexenio por sus máximos mandos y las camarillas uniformadas.

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La columna Frentes Políticos, publicada en Excélsior, indica que 1. Ante todo, la dignidad. Ricardo Monreal, presidente de la Jucopo del Senado, llamó a que la Cámara de Diputados reanude la discusión de la minuta que le envió el Senado para reformar el párrafo cuatro del artículo 4º de la Constitución, a fin de incorporar los cuidados paliativos ante enfermedades en situación terminal. Comentó que el derecho a la “muerte digna” es un asunto de salud pública, por lo que su discusión no se puede evadir a pesar de ser considerado un tema tabú. Monreal insistió en que se debe asegurar el acceso a los servicios de cuidados paliativos a toda la población que lo requiera, sin distinción alguna. El gobierno de la Cuarta Transformación piensa en todo. Si iniciativas como ésta se logran podremos decir que hemos crecido.

2. Augurios. Pese al optimismo que hay en México por la llegada de Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos, ambos países deberán trabajar para reforzar los temas que pudieran convertirse en motivo de tensión, como la cooperación en materia de seguridad, política fronteriza y asuntos comerciales, coincidieron los exembajadores Gerónimo Gutiérrez y Earl Anthony Wayne. Gutiérrez, el diplomático mexicano al frente de la embajada entre 2017 y 2018, reconoció el cambio de tono favorable en la relación que se dejó ver con las órdenes ejecutivas en su primer día de Biden. Sin embargo, advirtió, “vamos a ver muy pronto cierta tensión y diferencias en el ámbito de disposiciones laborales del T-MEC. Sugirió una posición más proactiva de México en el tema migratorio. Peor que con Donald Trump no hay escenario. No contaminen al actual.

3. Se cierra el cerco. Antonio Echevarría, gobernador de Nayarit, a través de redes sociales compartió que el Hospital Civil de Tepic y General de Santiago han superado el 100% de su capacidad por la pandemia de covid-19. “Cada día que pasa hay menos lugares para atender a los enfermos”, destacó. Recordó que hoy se rompió el máximo histórico de nuevos contagios y de muertes en un solo día. “De seguir así, la pérdida de vidas humanas no se detendrá”, comentó. Los nayaritas no han entendido la gravedad del problema, como tampoco entienden por qué algunos casinos y centros de diversión se encuentran llenos, sin atender en lo más mínimo la llamada distancia social. Ah, pero eso sí, las escuelas, iglesias, y gimnasios permanecen cerradas. ¿Dónde está la congruencia?

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