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Las actos que se le han imputado a recibido Félix Salgado Macedonio y que han sido ampliamente difundidas -incluso en el principal noticiero de Televisa-, son indignantes. Si resultaran ciertos y probados, implicaría no solamente su muerte política sino una merecida condena en prisión. Que Morena sea una fuerza que busca romper con todo el pasado de ignominia y abusos de poder que ha caracterizado a buena parte de la clase política, no la exime de tener en sus filas a personajes execrables. No está blindado dicho partido de tener a individuos capaces de cometer crímenes deleznables como los que se le achacan al hoy candidato de Morena a la gubernatura de Guerrero. Como Secretario Nacional de Derechos Humanos he recibido denuncias de actos cometidos por militantes del partido y que fungen como servidores públicos que tienen que ver con violaciones hechas con ayuda de drogas. Desgraciadamente estas denuncias ya no siguen su curso, porque las víctimas, generalmente mujeres, son presas del pánico que provoca la impunidad con que tales oprobiosos actos se cometen en México y en todas partes del mundo. Prefieren guardar silencio y tratar de olvidar en lugar de afrontar un escándalo de imprevisibles consecuencias.

Habiendo presenciado la impunidad que provoca el temor a figuras empoderadas, también puedo agregar que mi paso por la política también me ha hecho presenciar fabricación de calumnias que tienen propósitos políticos y electorales. Por ello, en relación al caso de Félix Salgado Macedonio es necesario exigir que no haya impunidad pero tampoco linchamiento. El senador con licencia está bien posicionado en las encuestas y no sería raro un señalamiento ignominioso con el propósito de sacarlo de la contienda. En el tinglado operativo contra Salgado Macedonio ha aparecido el ex Fiscal de la entidad, Xavier Olea Peláez, quien sin ambages ha confesado que a petición del gobernador Héctor Astudillo engavetó el expediente que contenía las graves acusaciones ya mencionadas. Olea de manera injustificable ha justificado su anómala conducta diciendo que quien manda en la entidad es Astudillo. ¿Quién saldría beneficiado con un escándalo que abatiera el posicionamiento de Morena en Guerrero? Todo parece indicar que sería el PRI, hoy una lejana segunda fuerza en la entidad. El PRI ya ha designado a Mario Moreno Arcos como su candidato. Informaciones periodísticas le imputan a Moreno, quien fue alcalde de Chilpancingo, relaciones con el narcotráfico.

Hablando con franqueza, a quien yo veía como candidato de Morena a la gubernatura en Guerrero, era a Pablo Amílcar Sandoval. Acaso sea esto porque lo traté personalmente en ocasión de una gira que hicimos por los pueblos de la montaña de Guerrero haciendo solidaridad con la entonces prisionera política Nestora Salgado. También me simpatiza Pablo porque proviene de una tradición familiar de lucha que comprende a su abuelo Don Pablo Sandoval Cruz un gran luchador social y a su padre, Pablo Sandoval Ramírez un esforzado y ejemplar dirigente comunista. También tuve relación con su extinto tío, el inolvidable y solidario Cuauhtémoc Sandoval. En la contienda interna por la gubernatura, también participó una mujer, Adela Román Ocampo, presidenta municipal de Acapulco. No la conozco, pero los informes que tengo de ella también la credencializan como una buena candidata a la gubernatura.

En suma, ante acusaciones tan graves como las que se le han hecho a Félix Salgado Macedonio, el propio senador con licencia está obligado a ser asertivo, no guardar silencio, con respecto a su inocencia. Morena no puede pecar de omisión o negligencia y contentarse con la explicación de que se trata de “propaganda negra en tiempos electorales”. Se trata pues. de mantener el delicado equilibrio entre el combate a la impunidad y estar en guardia contra el linchamiento.

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