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¿Avanzará la economía en 2021? // Covid: 400 mil empresas menos

Carlos Fernández Vega en su columna México SA, publicada en La Jornada, indica que cerca de finalizar este annus horribilis, lo único que queda es la esperanza de que 2021 sea más bondadoso, o, si se prefiere, menos drástico que 2020, un año de permanente sacudida global en lo sanitario, lo económico y lo social, que ha implicado la muerte, hasta ahora, de más de un millón 600 mil personas, el desplome del ingreso y el empleo, el cierre de empresas y la saturación hospitalaria, aunque también permitió desnudar –por su hubiera dudas– el espeluznante grado de mercantilización de uno de los derechos humanos esenciales: el acceso a la salud.

Para el caso mexicano, con sus 115 mil fallecidos, el desplome del producto interno bruto y el avance de la pobreza laboral, se espera que en marzo de 2021 se recupere totalmente el nivel de empleo formal registrado en el IMSS antes de la pandemia y que, en el mismo tenor, la economía entre en franca recuperación a partir del primer trimestre de ese año, siempre con el objetivo de tener un mayor crecimiento (AMLO dixit).

Para 2021 las proyecciones económicas varían: la estimación de la Secretaría de Hacienda apunta a que el valor real del PIB de México registre una expansión anual de entre 3.6 y 5.6 por ciento. Para efectos de las estimaciones de finanzas públicas, se utiliza un crecimiento puntual de 4.6 por ciento. Sin embargo, los organismos financieros internacionales y los analistas domésticos creen que el aumento rondaría 3.6 por ciento. En cualquiera de los casos, controlar y, eventualmente, superar la pandemia será determinante.

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Cienfuegos y los agentes extranjeros

Julio Hernández López en su columna Astillero, publicada en La Jornada de San Luis, indica que ya con el general Salvador Cienfuegos bien instalado en México (libre, intocado, ¿impune?), las cámaras legislativas mexicanas han aprobado reformas que contravienen el espíritu de la muy extraña reversa gringa en el caso del exsecretario peñista de la Defensa Nacional.

Según lo que se explicó en su momento, en Washington se decidió devolver a Cienfuegos “por consideraciones sensibles e importantes de política exterior” y ante el presunto amago de que nuestro país podría expulsar a los agentes estadunidenses comisionados acá para asuntos de seguridad nacional. La administración obradorista advirtió, a pesar de la citada liberación del altísimo jefe militar, que promovería cambios en esa relación de los agentes extranjeros.

En teoría y conforme a los cambios jurídicos aprobados ayer en San Lázaro, habrá una regulación estricta de los citados agentes extranjeros. En la realidad, las operaciones antidrogas de Estados Unidos no respetan fronteras en países que a su juicio están fuertemente contaminados en su estructura policiaca y militar por la corrupción y la complicidad con los cárteles. Ya se verá si de verdad la plantilla gringa asentada en nuestro país (que es la que realmente importa, para estos propósitos) se somete a los ordenamientos de la llamada 4T o todo queda en un típico cambio en las leyes que se irá ajustando conforme a circunstancias muy prácticas.

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Claudia, la hija mimada, pero también controlada

Salvador García Soto en su columna Serpientes y Escaleras, publicada en El Universal, indica que nadie duda de la enorme cercanía y afecto que la Jefa de Gobierno de la CDMX tiene con Andrés Manuel López Obrador. La relación es tan estrecha, que muchos ven a Claudia Sheinbaum como la “hija política” del Presidente, su favorita entre todas las mujeres de la 4T y sin duda su primera opción en estos momentos pensando en la futura sucesión presidencial. “Si hoy fueran las elecciones presidenciales, Claudia sería sin duda la candidata del Presidente; si ella no pudiera por cualquier razón, sería Marcelo Ebrard y si el canciller no pudiera, sería Ricardo Monreal. En ese orden”, comentó a esta columna un integrante del Gobierno para ilustrar de qué tamaño es la confianza y el aprecio que el Mandatario le tiene a la gobernante capitalina, quien a su vez le profesa una lealtad incondicional al jefe del Ejecutivo.

Pero como pasa en las familias, ser la niña consentida del jefe tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes. En el manejo de la pandemia del Covid, por ejemplo, Sheinbaum ha tenido su mejor oportunidad de definir su estilo de Gobierno y desmarcarse de esa visión que la ubica como un apéndice del Palacio Nacional. Las encuestas de aprobación incluso registraron un repunte de su popularidad en los últimos meses, gracias a que los habitantes de la capital valoraban su independencia en el manejo del Covid.

Pero en noviembre, justo cuando empezaba el Buen Fin, la jefa de Gobierno comenzó a detectar un incremento en los casos de contagio y en las hospitalizaciones. Por esas fechas, Sheinbaum acudió a una de las reuniones del gabinete de salud federal. En el encuentro, en Palacio Nacional, la jefa capitalina expuso que las tendencias de hospitalización, fallecimientos y contagios venían creciendo sostenidamente y que estaba preparando un plan para declarar el semáforo rojo, antes de llegar al 65% de hospitalizaciones, lo que incluía el cierre de actividades no esenciales.

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