columna-invitada

Por Hersilia Córdova Morán

El lema “el combate a la corrupción” fue la bandera que enarboló durante toda su campaña el actual presidente de la República y ¡vaya que trató de hacerlo efectivo! Tan pronto tomó el poder, echó por tierra todo tipo de programas, de la naturaleza que fueran, bajo la consigna de acabar con la corrupción, cayendo en el error del imprudente aquel que “al tirar el agua sucia de la bañera, también tiró al niño”.

¿Cuáles han sido los resultados de la política antidemocrática, autoritaria y espontánea de la 4T, basada en el uso tendencioso de las grandes inconformidades de todos los mexicanos? Sin duda alguna los peores resultados de que se ha tenido noticia en la historia reciente del país; la economía, según el Banco de México, podría contraerse hasta en un 12.8 por ciento; en salud, se habla de que ya suman mas de 95 mil muertos por Covid, ojo, sólo por Covid, sin sumar el resto de defunciones debido a otras enfermedades comunes de los mexicanos; en seguridad hemos presenciado escándalos de talla mundial, como el caso de la mamá del Marro, el caso del hijo del Chapo y la supuesta relación sanguínea de esta familia con la del presidente, etc., en Educación se ha señalado que el 60% de los recursos para programas estructurales ahora se han destinado para las becas Benito Juárez y Elisa Acuña, cuya única eficacia probada es la de marcar tendencia en las preferencias electorales; en materia de Corrupción basta mencionar los videos de Pío López Obrador, ¿o no? Y así podemos seguirnos con muchos etcéteras más.

Pero de ninguna manera eso es todo, pues hay que sumar una confusión terrible que tiene sumido al país infructuosamente dividido porque ninguna de las partes tiene un análisis científico y certero que indique el camino para sacarnos adelante. La esencia de la división (cuando menos la que pretenden difundir los medios) es la simpatía o aversión a la figura presidencial, por un lado, los que defienden a López Obrador (que no saben ni de qué) y, por otra, los que están en contra de él, pero que se quedan en generalidades, sin precisar cuál es el yerro del actual gobierno.

Aprovechándose de este desconcierto, el gobierno encabezado por López Obrador sigue dando tumbos en la administración seguro de que la reacción está muy lejos de hacerse presente y que, por lo tanto, él puede impunemente seguir construyendo lo que considera (sin tomarse la tarea de confrontar su idea con la realidad) la Cuarta Transformación, pero una cosa es cierta, si hay alguien necio en este contexto, esa es la realidad, y ella, una y otra vez le da en la cara. Hoy tenemos, para vergüenza de los mexicanos, los desastres ocurridos en el sur del país. Tabasco y sus habitantes se encuentran en franca desgracia: las casas de la gente inundadas, la población viviendo en las azoteas, sus bienes (en la mayoría de los casos, miserables) desaparecidos, sus animales de traspatio muertos y sobre ellos la terrible amenaza de la pandemia. Y ¿qué se está haciendo? ¿Cuál es el plan de rescate? ¿Qué acciones se han instrumentado? “Nada” es la mejor respuesta a todas estas interrogantes, y a pesar de ello se tiene la desvergüenza de pedirle a la gente que busque dónde refugiarse y se le visita a través de un vuelo de helicóptero sin tomarse la molestia de bajar a experimentar lo que esta gente está sufriendo y luchar al menos por despertar la sensibilidad perdida.

México hace mucho que previó este tipo de fenómenos y para tal fin creó el fideicomiso contra desastres (junto con otros que contemplaban todo tipo de a contingencias en este país) mismos que recientemente fueron sacrificados en aras de la 4T. Y hoy estamos como dijo Rubén Darío “… sin luz, sin Quijote, sin piel y sin alas, sin Sancho y sin Dios”.

Y no sólo se ha borrado este importantísimo fideicomiso, también se desaparecieron los de cultura, salud, Conacyt y la lista sigue, como sigue la pregunta ¿con qué se ha sustituido? Se dijo y se dio por hecho la terrible corrupción que preñaba estos apoyos y la salida fue desaparecerlos. Jamás se pensó en la razón de su existencia, si hacían falta o no, simple y sencillamente imperó el juicio de quien se siente un líder inigualable, al que nada se le puede objetar y corregir y ahora estamos sufriendo las consecuencias. No hay recursos, no hay presupuesto, no hay dinero para atender las necesidades del pueblo de México, porque también haciendo gala de su arbitrariedad, el señor del Palacio Nacional ha decidido que se debe recoger todo el recurso y aplicarlo en los programas que su inigualable sensibilidad e inteligencia han ideado y que son, a todas luces, programas electoreros que pretenden comprar la voluntad de la gente.

Esto explica la limosna a dos sectores importantes de la sociedad, los de la tercera edad y los jóvenes. Claro que son los sectores de la sociedad más numerosos y comprando su voluntad se asegura el triunfo, o al menos eso es lo que han vislumbrado los cálculos dinosáuricos de la 4T. Esa es la nuez de la política del actual régimen, van nuevamente por el poder y quieren asegurar el voto con dádivas y esto, aquí y en China, ahora y antes, se llama corrupción. Según AMLO y sus fanáticos seguidores si la practican los enemigos es corrupción, pero si la hace el presidente es honradez. ¿Usted qué opina?

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