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Industria: mal y de malas // ¿Disculpas al mafiosi? No

Carlos Fernández Vega en su columna México SA, publicada en La Jornada, indica que como ya es costumbre, en septiembre pasado la alicaída actividad industrial en el país no reportó un buen comportamiento (-0.05 por ciento), aunque para el Inegi los resultados concretos indican que el sector no registró variación en términos reales respecto al mes previo, con base en cifras desestacionalizadas. Sin embargo, la realidad es que la caída anualizada fue de 7.5 por ciento.

Para efectos prácticos, siempre de acuerdo con el Inegi, en septiembre pasado, y como dicen los clásicos, el balance de la actividad industrial en el país se resumiría así: ni frío ni calor, pero el balance anual se mantiene en ostentosos números rojos, y no sólo en este pandémico 2020, sino desde mediados de 2018, en el sexenio de Peña Nieto.

Una lectura más preocupante es la que hace el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), de cuyo análisis se toman los siguiente pasajes, porque la industria mexicana acumula 24 meses de tasas anuales negativas, una situación no vista desde que hay información disponible.

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AMLO requerirá más Mañanera

Julio Hernández López en su columna Astillero, publicada en La Jornada de San Luis, indica que ha sido la conferencia matutina de prensa de mayor duración del presidente Andrés Manuel López Obrador. Tres horas con doce minutos, de tal manera que finalizó a las diez de la mañana con veintiún minutos, habiendo iniciado minutos después de las siete de la mañana. El récord anterior, en la última semana de septiembre, era de dos horas con 49 minutos.

Pero no es solo para fines informativos la extraordinaria disposición de tiempo del presidente de México en ese también extraordinario ejercicio de comunicación mañanera (sin duda, una marca mundial: 491 amplias conferencias de prensa en menos de dos años en el cargo). El habitante de Palacio Nacional necesita informar pero, sobre todo, fijar posturas políticas e ideológicas y mantener a su base social atenta a los incidentes políticos de cada día y alineados en la defensa y ataque políticos a partir de la visión, la argumentación y las perspectivas que va trazando el incansable tabasqueño.

En correlación con los hervores partidistas que ya están a la vista, con primer destino inmediato en 2021 (elecciones intermedias) y mediato en 2024 (relevo presidencial), el presidente de México necesita agregar a sus alocuciones matinales de lunes a viernes los ingredientes propios de su doble condición de institucional titular del Poder Ejecutivo Federal y de jefe militante del partido en el poder (y sus satélites).


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Los apasionados tabasqueños y su manía de hablar

Salvador García Soto en su columna Serpientes y Escaleras, publicada en El Universal, indica que la conseja popular dice que los tabasqueños hablan tanto que “por la mañana te inventan un chisme y por la tarde te lo comprueban”. Y todos los días, con sus alocuciones mañaneras, que suman 491 conferencias (la de hoy es la 492), López Obrador parece confirmar ese dicho tan popular en su tierra, no solo porque su conferencia de ayer rompió récord de duración con 3 horas y 12 minutos (192 minutos), sino por la cantidad de afirmaciones y aseveraciones sin sustento ni veracidad -incluidas acusaciones y señalamientos contra personas o instituciones- que todos los días realiza con todo el poder que tiene su palabra.

Ayer miércoles, según el ejercicio de revisión que realiza todos los días SPIN, del doctor Luis Estrada, el Mandatario tuvo su mañanera más larga y le dedicó más de 3 horas a comentar y discurrir, con algunos anuncios de programas de Gobierno incluidos, sobre los más diversos temas de los que él expone primero y de los que le preguntan después los reporteros. Tres horas para una conferencia, en un día de trabajo de un Presidente parecen muchas.

En el mismo gabinete y en el círculo cercano de Palacio Nacional, hay colaboradores que le han sugerido al Presidente modificar la frecuencia o la duración de las conferencias mañaneras, aunque nadie se atreve a sugerirle que las cancele porque saben que es quizá de lo que más le gusta de ser Presidente.

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La columna Frentes Políticos, publicada en Excélsior, indica que 1. Confianza. Quien ha dado visos de buena gobernanza es Rutilio Escandón, mandatario chiapaneco. Se ha mantenido atento al estado de la pandemia por covid, y ahora enfrenta con todo su empeño la catástrofe climática que padece su entidad, junto con Veracruz y Tabasco. Señaló que, ante las contingencias provocadas por el frente frío número 11 y la tormenta tropical Eta, la ayuda humanitaria sigue fluyendo, y el trabajo coordinado entre las instancias federales, estatales y municipales no se detendrá hasta que todas las familias damnificadas sean atendidas. No es cosa menor: se ha desplegado una gran fuerza de tarea a las zonas afectadas, por lo que refrendó su respaldo. Se trata de un gobierno federal y estatal humanitarios. A la orden.

2. A darle. Llegó el momento de dirimir diferencias y trabajar en beneficio del partido al que pertenecen. El TEPJF declaró infundada la queja interpuesta por Porfirio Muñoz Ledo en contra de la encuesta de desempate aplicada por el INE para determinar quién ocuparía la presidencia de Morena, y en la que fue derrotado por Mario Delgado. Con esta resolución los magistrados confirmaron el procedimiento y el nombramiento de Delgado como presidente nacional de Morena. Muñoz Ledo apeló que durante el proceso hubo ausencia de reglas sobre la equidad en la contienda, además de la indebida participación de las mismas casas encuestadoras en la de desempate, temas que fueron resueltos en otros medios de impugnación, por lo que eran cosa juzgada para los magistrados. Se acabó la temporada de pataleos. Comienza la de reunificar a Morena.

3. Fuercitas. Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, aseguró que por poner orden en la CFE muchos “le traen ganas” a su director general, Manuel Bartlett. Así lo defendió ante los señalamientos legales que formuló en su contra el gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, quien culpó a la CFE de la primera inundación en la entidad, “por malos manejos en la presa Peñitas” y que, a juicio del titular de la empresa pública, tales señalamientos le dan risa “porque andan buscando a quién echarle la culpa de sus torpezas”. López Obrador dijo que no se quiere meter “en eso” porque es muy tolerante en cuanto a lo que expresan los funcionarios públicos en su gobierno. Lo que queda clarísimo es que la jugarreta que pretendía el mandatario tabasqueño fue la peor decisión que pudo haber tomado.


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