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Vivimos en tiempos de horror: hemos superado los 91 mil muertos por Covid en México. El país no festeja la tradición del Día de Muertos. No. Hoy sufrimos por un año de muertos debido a la feroz e ignorante dictadura de Morena.

El 27 de febrero pasado, en el país se diagnosticó al primer enfermo de Coronavirus. Ese día, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo: “estamos preparados” para la pandemia. ¿Y, era cierto? En realidad, el gobierno de Morena no concebía la gravedad del problema y, la verdad, no preparaba al país para enfrentar al virus más mortal de la historia. En enero y febrero, a lo lejos, nos enterábamos por la prensa de los enclaustramientos en China o Europa y la prensa nos contaba sobre las espantosas cifras de muertes a causa del virus en aquellas regiones del planeta.

Cuando la mente no está educada para razonar científicamente, no se prepara para atacar un problema cuando lo ve a lo lejos, porque piensa, erróneamente, con que eso no le sucederá. Morena es la prueba de ese pensamiento burdo e irracional. El presidente López Obrador decía el 28 de febrero: “no es, repito, algo terrible, fatal. Ni siquiera es equivalente a la influenza”. Todo rastro de ciencia y lógica… ¡fue eliminado de su cerebro! El problema es que ese es el cerebro que “gobierna” a nuestro país. Días después, el 19 de marzo, el mismo López Obrador le ordenaba a México el refugio en la religión: “detente enemigo (Coronavirus), que el corazón de Jesús está conmigo”. Casi un mes después del primer enfermo, el 23 de marzo, afirmaba: “Nos estamos preparando, nada más que no debemos de espantarnos, no ‘apanicarnos’, vamos hacia adelante, y no dejen de salir (…), sigan llevando a la familia a comer a los restaurantes, a las fondas”. Desde la llegada de la pandemia han pasado ocho meses. Se han infectado millones de personas y se han muerto más de 91 mil mexicanos, según las cifras oficiales. Hoy sufrimos el Día de Muertos generados por AMLO.

En un país donde el presidente considera que la honestidad llegará por contagio piramidal (porque desde el puesto más alto, que es él, comenzará a bajar la honestidad a los secretarios de estado, los gobernadores, los diputados, los alcaldes y así hasta llegar al funcionario de más bajo nivel), lo cierto es que lo único que se contagia son las desastrosas ideas para “enfrentar” los problemas. Así, vimos al gobernador de Puebla, Miguel Barbosa Huerta, afirmar que el Coronavirus era una enfermedad que sólo le daba a los ricos y que los pobres no debían de preocuparse o que la vacuna era “un caldo de pollo con chilito” o “un mole de guajolote”. Qué desastroso para los poblanos tener un gobernante así. La honestidad no se contagia, pero la bestialidad… ¡contamina a los funcionarios del gobierno!

Hace unos días, en Estados Unidos se publicó Rage, el último libro de Bob Woodward (periodista famoso por su libro All the president’s men, junto a Carl Bernstein) en el que publica críticas severas al presidente: “Trump le dijo a Woodward, por ejemplo, a principios de febrero, que sabía que el coronavirus se propaga por el aire y es mucho más letal que la gripe. Las mentiras públicas que contradicen sus confesiones privadas a Woodward, su repetido rechazo de la gravedad del virus y su arrogante desdén por las mascarillas seguramente han contribuido a la carnicería estadounidense que el virus ha dejado a su paso, con millones de infectados y más de 195.000 muertos” (CNN, 15 de septiembre de 2020).

Otro diario digital narra: Según Woodward, tiempo después, en una de las 17 entrevistas que hizo a Trump para el libro, el presidente afirmó que la situación era mucho más grave de lo que había admitido. “Tú solo respiras y así es como se pasa (…) eso lo hace muy difícil, es muy delicado. También es mucho más mortal que la peor gripa”, dijo. Dichas afirmaciones contrastan con el discurso que mantuvo durante meses cuando el virus se expandía por el mundo y Estados Unidos. Para entonces, Trump afirmaba al pueblo estadounidense que el Covid-19 no era diferente a otras gripas y señalaba como apocalípticas las advertencias de las organizaciones de salud. Más tarde, incluso, descartó por algún tiempo decretar una cuarentena estricta. Según Rage, en una reunión del 19 de marzo con el periodista, Trump dijo que siempre disminuyó la importancia del virus. “Siempre le quité importancia. Aún lo hago porque no quiero generar pánico”.

El presidente de Estados Unidos de Norte América, un país que lleva hasta el momento más de 230 mil muertos por Coronavirus, le mintió a su país, no preparó al sistema de salud y jamás impuso un plan serio para afrontar la pandemia. El resultado: cientos de miles de muertos. El presidente es culpable de asesinato. Eso dice la lógica más sana.

Y eso fue, exactamente, lo que hizo Andrés Manuel López Obrador con México. En sus conferencias mañaneras, declaraba que no había problema, que era menos malo que la influenza, le ordenaba a los mexicanos que salieran a las calles, se protegía invocando a Jesús y las creencias religiosas, así como un largo etcétera de órdenes ignorantes. El presidente, pues, nos mintió desde la prensa nacional. El presidente no preparó al sistema de salud del país para la pandemia. El presidente desoyó a los científicos, a los matemáticos, a los sistemas de salud mundiales, a la ONU. López Obrador desoyó e ignoró a un pueblo que se moría del virus y del hambre por la crisis económica. El resultado: más de 91 mil mexicanos muertos por Coronavirus.

Los gobiernos ignorantes se retuercen cuando se les enfrenta a la verdad y se les critican sus pésimos resultados. Los morenistas, con López Obrador en punta, en su campaña política afirmaban que sabían cómo gobernar a este país y que sabían cómo resolver los problemas de México para convertirnos en un país sin corrupción, honesto y de vanguardia. Millones votaron por AMLO porque le creyeron. Millones fueron engañados. Creo que México se empieza a dar cuenta de que Morena es exactamente lo mismo que los demás partidos políticos: un grupo de personas que buscan el poder para enriquecerse, beneficiarse a sí mismos e imponer sus decisiones ignorantes. Esa ignorancia nos cuesta la vida. México no estaba preparado para la pandemia.

Urge un cambio radical en este país. Urge que los mexicanos todos alcemos la cabeza y comprendamos que ninguno de los partidos políticos actuales va a resolver los problemas de pobreza, salud, hambre, educación o inseguridad en que vivimos. Urge que todos concienticemos que sólo hay una salida: la organización y educación del pueblo para la toma del poder político de forma electoral. Antorcha llama a eso a los mexicanos conscientes: empresarios, académicos, periodistas, universitarios, obreros, campesinos, amas de casa, artistas y todo aquel a quien, como dijo un gran líder revolucionario, no le dé miedo firmar. La primera batalla se acerca en el 2021. ¡Es hora de iluminar a México!

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