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Lo acontecido en Morena desde que se dio el anuncio de los resultados de la segunda encuesta para determinar quién ocuparía los cargos de la presidencia y secretaría general del partido, revelan que la crisis por la sucesión se alargará todavía un tiempo más. Los resultados son sorprendentes para decir lo menos y corrobora las dudas que me asaltaron cuando supe de los de la primera encuesta. En torno a la secretaría general para la segunda vuelta metieron a nueve competidores varones y restringieron el número de mujeres en competencia, lo cual le desbrozaba el camino a Citlalli Hernández. En lo que se refiere a la presidencia descartaron a la mayoría de los hombres dejando a Porfirio Muñoz Ledo y a Mario Delgado, mientras que en las mujeres metieron a tres competidoras. Los resultados me parecen poco creíbles. Yeidckol Polevnski quedó en cuarto lugar a pesar de ser ampliamente conocida y apreciada por un sector importante de los militantes y simpatizantes de Morena. Una militante no muy conocida, Adriana Menéndez, quedó en tercer lugar. En las encuestas de Covarrubias, Yeidckol quedó casi 6 puntos por debajo de Adriana y en las de Parametría casi 8 puntos, es decir en el último lugar debajo de otra desconocida. Sencillamente esto no es posible.

Hoy lo más embromado de todo este asunto es que la diferencia entre Porfirio Muñoz Ledo y Mario Delgado es de 0.5 porciento por lo que tendrá que hacerse una tercera encuesta. No tienen razón Porfirio y sus seguidores de adjudicarse el triunfo porque no fue una elección lo que aconteció sino una encuesta, medición en la cual es ampliamente aceptado un margen de error de 3-4 por ciento. En rigor es un empate y por tanto tendrá que haber un desempate. Pero el resultado me hizo recordar el mito griego de Escila y Caribdis, los dos monstruos ubicados en los márgenes del estrecho de Messina. Uno de ellos hundía con turbulentos remolinos a los navegantes y el otro simplemente los devoraba.

Los dos finalistas, suponiendo sin conceder que las encuestas no hayan sido cuchareadas, no son garantía para el que Morena finalmente encuentre un rumbo acorde a la 4T. Porfirio, uno de los políticos más brillantes que ha tenido México, además de disminuido por la edad, ha mostrado en el tiempo de gobierno de López Obrador un carácter errático y casi siempre encontrado con dicho gobierno y su propia bancada. Desde el viernes ha mostrado un talante que no ayuda en nada a la unidad partidaria. Si antes había ofrecido expulsar de Morena a Delgado y a Ebrard, en los últimos días se ha declarado ganador, ha insultado a su oponente y amenazado con tomar las instalaciones de Morena. En el momento de escribir estas líneas se ha difundido la noticia de que tomaría posesión simbólicamente de la presidencia del partido. Es decir se autoproclamaría como “presidente legítimo” de Morena…

Mario Delgado no es representativo de la larga lucha de Morena. Cuando las bases del partido movimiento luchaban contra la imposición de Peña Nieto, él estaba participando en el Pacto por México rechazado de manera contundente por Andrés Manuel (“allí pinte mi raya con el PRD” dijo AMLO). Cuando luchábamos en contra de la reforma educativa neoliberal, Delgado participaba en todas las conciliaciones y concesiones para apoyarla. También apoyó ese monumento a la corrupción neoliberal que fue el aeropuerto de Texcoco. Su multimillonaria campaña de imagen para posicionarse en la encuesta lo retrata de cuerpo entero. En suma, es Mario Delgado el típico político que se ha subido a la ola lopezobradorista para seguir siendo exitoso en lo que se refiere a posiciones personales. No puede negarse que ha sido triunfante en concitar el apoyo de una buena cantidad de diputados federales y locales (entre ellos la bancada de Morena en Puebla), los cuales ya tienen los ojos en su futuro político de cara a las elecciones de 2021. Estamos pues entre un gran político guiado por el nacionalismo revolucionario pero que exuda la cultura política priísta de la cual es producto y otro político de matriz perredista al cual no le veo consistencia política ni tampoco una voluntad posneoliberal.

Este lunes 12 de octubre, Andrés Manuel pareció que empieza a descartar a Morena. Antes refiriéndose a la dirigencia de Morena había dicho que había “mucho pueblo para tan poco dirigente”. Ahora ha dicho que hay cambios históricos que son guiados por un “partido vanguardia” y otros cambios que son impulsados por movimientos ciudadanos. La 4T parecería estar en este último caso. Y Morena en el camino de la presidencia.

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