biografia-columnista-Carlos-Figueroa-Ibarra

El triunfo de Andrés Manuel López Obrador el 1 de julio de 2018 fue apabullante para las derechas en México. La derecha en lo que se refiere a la clase política (PRI-PAN-PRD-MC) quedó maltrecha y no ha podido retomar la iniciativa desde entonces. Careciendo de la fuerza suficiente en el poder legislativo ha sido incapaz de frenar el proceso de transformación que ha venido impulsando el gobierno de la 4T. La marcha y concentración en el zócalo de la Ciudad de México el sábado 3 de octubre muestra que lentamente la derecha se está rearticulando y empieza a ser nuevamente un actor en la vida política nacional. Pero no es la derecha la que está siendo más activa para tener de nuevo la iniciativa. Ha sido la ultraderecha a través del Frente Nacional Anti-AMLO (Frena).

En un intento de taxonomía y geometría política he diferenciado en la derecha dos vertientes. La primera sería la derecha neoliberal cuyo pensamiento se ha consolidado en los últimos cuarenta años al calor del auge neoliberal. La segunda sería la ultraderecha cuyo imaginario lo ha provocado el auge que tuvo el posneoliberalismo en los primeros tres lustros del presente siglo. Si la primera derecha cree en la democracia procedimental schumpeteriana y el libre mercado, la segunda se siente incómoda hasta con esa democracia limitada aun cuando comparte la fe en el referido libre mercado. La primera es más sofisticada y trata de disfrazarse de demócrata y liberal. La segunda puede tener una fraseología vagamente democrática pero en el fondo le apuesta al oscurantismo en materia de tolerancia y derechos civiles. La primera deplora los autoritarismos. La segunda tiene rasgos neofascistas. La primera no se articula en torno a los dogmas reaccionarios de la guerra fría. La segunda es abiertamente anticomunista. La primera puede ser sensible a las demandas de género, matrimonio, familia, interrupción del embarazo. La segunda es abiertamente enemiga de todas estas demandas.

Es esta derecha de ribetes neofascistas la que convocó a la marcha del sábado pasado. La tesitura neofascista de esta derecha la mostró claramente el seudohistoriador Francisco Martín Moreno cuando en una entrevista con su correligionario Pedro Ferriz de Con dijo que deseaba volver a los tiempos de la inquisición para colgar o quemar vivos “a todos los morenistas”. Moreno después se disculpó y dijo que su expresión era solamente una “metáfora literaria”. Pero se necesita tener una mentalidad oscurantista para permitirse tales metáforas. La ultraderecha neofascista alardeó en fotos trucadas y haciendo uso de fakenews de una manifestación grandiosa y tumultuaria que en realidad no sucedió. Pero cierto es que aunque solamente llenó menos de la mitad del zócalo capitalino, convocó a una cantidad mayor de manifestantes a la que había podido convocar anteriormente. Puede advertirse que la derecha neoliberal tiene expresión en los partidos políticos del viejo régimen y a través de algún manifiesto apoyado por unos centenares de académicos e intelectuales. La derecha neofascista en cambio, está intentando articular una oposición que no pasa por los partidos políticos o pasa secundariamente por ellos. Esta derecha extrema está buscando hacerlo desde la sociedad civil a través de un movimiento social reaccionario. Sabe bien a través de las experiencias observadas en Venezuela, Bolivia y Ecuador, que “calentar la calle” es un recurso eficaz para alentar las expectativas en un golpe de estado. Sacar masas a la calle forma parte del ABC postulado por el politólogo estadounidense Gene Sharp para encaminar a un país hacia un golpe blando. La derecha neoliberal busca este tipo de golpe a través de la vía institucional: ganar las elecciones intermedias en 2021 y luego el referéndum de 2022 para defenestrar a López Obrador. La derecha neofascista ha tocado las puertas de los cuarteles, busca sacar masas a las calles y crear una ingobernabilidad que propicie la renuncia del presidente. La manifestación del sábado mostró que todavía le falta mucho camino por recorrer. Pero también que ha empezado a recorrerlo.

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