En el imaginario nacional tenemos algunas máximas que denotan la manera de ser y parecer en estas latitudes.
“Es más difícil gobernar a los mexicanos que arrear guajolotes a caballo”.- Porfirio Díaz expresó lo anterior a un periodista cuando estalló la Revolución; si alguno de ustedes ha intentado arrear guajolotes podrá comprender que a caballo es casi imposible.
Esta afirmación bien podría emplearse en los actuales tiempos para referirse a la falta de acuerdos al interior de los gobiernos, que provocan renuncias de funcionarios públicos o cuando en las filas de los partidos políticos sus desacuerdos terminan ante la justicia.
“El neoliberalismo no es una teoría del desarrollo, el neoliberalismo es la doctrina del saqueo total de nuestros pueblos”.- Con esta sentencia Fidel Castro se pronunció contra el capitalismo al que se opuso y para intentar la defensa de la gente que lo seguía.
Por supuesto que al comandante no le tocó vivir las épocas actuales en las tierras mexicanas, imaginen ustedes: ¿qué hubiera dicho al enterarse de que en el país donde partió para ir a su agitación armada, la educación pública se difundiera por Televisa junto a TV Azteca y la Fundación Slim se comprometiera a dar recursos para las vacunas contra el coronavirus?
“Político pobre es un pobre político”.- La conocida expresión del profesor Carlos Hank se emplea habitualmente cuando se habla de la riqueza material de la clase política y como una de las formas para referirse a hechos de dineros de dudosa procedencia.
Si este personaje hubiera vivido en la época en que se filtran a los medios de comunicación videograbaciones, tal vez hubiera dicho: “Revolucionario pobre es un pobre revolucionario”.
En México muchos símbolos funcionan consecuentemente como la “mente social colectiva”.
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27 de agosto de 2020
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