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Se va Alfonso Ramírez Cuéllar por donde vino. Una resolución judicial lo trajo a Morena y otra más lo saca de Morena. La ambigüedad de la sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (INE) no permite avizorar si se va ahora o dentro de 45 días, cuando se elija por medio de la encuesta abierta al nuevo Presidente/a y Secretario/a General del partido. Tampoco da certeza de si con él se van los integrantes del Comité Ejecutivo Nacional que llegaron con la resolución del Tepjf de fines de febrero del presente año. Deja abierta la posibilidad de que cualquiera pueda participar en la encuesta, en la medida en que elimina el requisito de ser consejero nacional para ser considerado en la medición. Los partidarios de Bertha Lujan, Ramírez Cuéllar es uno de ellos, alegaron la tarde del jueves que la sentencia relativa al expediente SUP-JDC-1573/2019 era un severo golpe a la Cuarta Transformación, declararon que la misma era una intromisión intolerable en la vida interna del partido. Y que el Instituto Nacional Electoral (INE) era una instancia desconfiable para realizar una encuesta. Un baño de agua fría les cayó en los últimos minutos de la conferencia matutina de Andrés Manuel López Obrador del viernes 21 de agosto, cuando éste avaló la resolución del Tepjf, se volvió a pronunciar por una encuesta abierta y le dio un voto de confianza al INE.

La resolución del Tepjf no es un severo golpe a la Cuarta Transformación porque desgraciadamente desde enero de 2019, Morena no ha sido una ayuda a la misma sino todo lo contrario. La Cuarta Transformación tiene su ámbito más conspicuo en el gobierno encabezado por López Obrador y en la base social que lo apoya. Esto explica por qué Andrés Manuel, después de meses de evitar hacer declaraciones sobre su partido, el viernes pasado expresó su beneplácito por la sentencia que ahora comentamos. Lamentó que el sector del partido encabezado por Luján se haya opuesto a la encuesta, fue explícito en la crítica a las pugnas internas, adjudicó a esas pugnas el que hubiera habido necesidad de una intervención judicial para empezar a solucionar la crisis interna. Expresó preocupación por el tiempo perdido cuando ya están encima de nosotros los procesos electorales en Coahuila e Hidalgo y sobre todo el del 2021. En suma, deploró el lamentable estado de Morena.

Me llama la atención que ahora Ramírez Cuéllar, Bertha Luján y los que lo acompañan se rasguen las vestiduras por la intromisión del Tepjf. Celebraron con entusiasmo la decisión del referido tribunal de imponer a Ramírez Cuéllar y otros integrantes del CEN. Luego se enojaron cuando dicho tribunal emitió sentencia dictaminando que debería haber una encuesta abierta para elegir a los dos principales integrantes del CEN. Contrariamente a su autocomplaciente discurso en la Asamblea Nacional virtual de la tarde del viernes 21 de agosto, pienso que Alfonso Ramírez Cuéllar desperdició la oportunidad histórica de encausar hacia buen puerto a Morena. El partido-movimiento vive una crisis derivada de su vertiginoso crecimiento, de su triunfo precoz, del tránsito acelerado de estar en la oposición y en la inopia a una situación de mucho poder y dinero. Morena se ha llenado de oportunistas y arribistas, de políticos procedentes de otros partidos, muchos de los cuales nos han traído todos los vicios del viejo régimen. No pocos de los militantes antiguos de Morena se han contagiado del ansia de poder y dinero. Así las cosas, con un partido-movimiento tan heterogéneo y confrontado, Ramírez Cuéllar tenía la oportunidad de serenarlo y recuperar la unidad. Para ello debería haber resuelto el problema del padrón e iniciar un proceso serio hacia el III Congreso Ordinario. En vez de ello atizó ferozmente la animosidad hacia Yeidckol Polevnsky, confrontó las políticas del gobierno de López Obrador, hizo de Luján una suerte de poder detrás del trono, simuló tres convocatorias al Congreso, golpeó a los delegados en los comités ejecutivos estatales, alentó a los grupos de interés dentro de Morena, tomó medidas despilfarradoras con respecto a los bienes inmuebles del partido y finalmente pretendió alargar su período inicial de cuatro meses hasta después del proceso electoral del 2021.

La decisión del Tepjf ha cortado de tajo las pretensiones y desmanes de Ramírez Cuéllar y sus allegados. Sea ahora o dentro de 45 días, el ex barzonista y ex perredista se irá del puesto en donde el azar lo puso y desde el cual pudo hacer tanto y al final no hizo nada. O hizo mucho, pero mal.

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