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Ex senadores panistas acusados de recibir sobornos colaboran en Puebla con la 4T

Rodolfo Ruiz en su columna La Corte de los Milagros, publicada en E-consulta, indica que por extraño que parezca, algunas figuras relevantes de Morena podrían comenzar a documentar que el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta no es tan ajeno a ciertos personajes involucrados en los video escándalos de corrupción en torno al ex director de Pemex, Emilio Lozoya Austin.

Según estas figuras, varios de estos personajes —como los ex senadores panistas Roberto Gil Zuarth, Jorge Luis Lavalle Maury y Salvador Vega Casillas— están metidos en el gobierno de Puebla cobrando como consultores sin que aparezcan sus nombres o sus despachos en la Agencia de Energía o la Secretaría de Economía.

De estos tres ex senadores, los dos últimos se encuentran en la lista de supuestos beneficiarios de los sobornos que el ex director de Pemex entregó para la aprobación de la reforma energética. En el video difundido hace seis días que muestra a dos ex funcionarios de la Cámara Alta recibiendo fajos de billetes, uno de ellos es Rafael Caraveo Opengo, ex secretario técnico de la Comisión de Administración del Senado que era presidida por José Luis Lavalle.

Este ex senador de Campeche, que es conocido en su tierra como Pashita, está vinculado a la 4T de Puebla a través de la Agencia Estatal de Energía, de la que es titular Rodrigo Osorio Díaz, quien se desempeñó como jefe de la Oficina del gobernador Luis Miguel Barbosa.

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Inyección de miedo

Alejandro Mondragón en su columna Al Portador, publicada en Status Puebla, indica que quién iba a pensar que un criterio de oportunidad daría un vuelco al estancado proceso de corrupción cometido por priistas y panistas en los dos últimos sexenios.

Y con ello, la 4T goza de cabal salud, rumbo a las elecciones intermedias del 2021. Ya había quedado establecido que la corrupción sería la bandera morenista contra PAN, PRI, PRD y demás partidos. Sí, el bloque opositor o la BOA.

El entuerto fue destrabado por uno de ellos, Emilio Lozoya, quien con sus imputaciones soltó la bomba política. El parte de guerra está claro: muertos, heridos, damnificados, daños a las estructuras, suicidios e histerias.

Destapada la cloaca vendrá las consecuencias. Quedaron salpicados los liderazgos priistas y panistas. Quienes podían operar en el 2021, ahora andarán litigando las imputaciones en su contra, desde los juzgados.

Ya se puso en el tablero a las piezas del ajedrez y ahora, la 4T mueve su pieza de Emilio Lozoya (caballo presidencial) va por las torres (partidos), alfiles (gobernadores), reina (la BOA) hasta llegar al Rey (Salinas-Calderón-Peña).

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Los riesgos del desencanto democrático

Valentín Varillas en su columna La Tempestad, publicada en Status Puebla, indica que la semana pasada, los video-escándalos dados a conocer para afectar a adversarios de de ambos espectros del juego político nacional, inauguraron el inevitable torneo de arrojar mierda contra todo y contra todos, algo que ha caracterizado desde hace años el inicio de coyunturas electorales importantes para el país.

En esta ocasión, no solo se adelantaron en términos de fecha calendario, sino que además pusieron la vara particularmente baja.

Es decir, lo que ya vimos puede ser apenas una probadita de lo que vendrá y naturalmente, se va a poner mucho peor.

La entrega de dinero público para la compra de conciencias, o bien para el financiamiento ilegal de un proyecto político, pueden palidecer en términos de potencial de escándalo, comparado con lo que puede venir.

Es apenas el principio y todo parece indicar que existe la materia prima suficiente para seguir viendo lo peor de los peor de la política nacional.

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Videoescándalos, el búmeran de AMLO

Enrique Núñez en su columna Contracara, publicada en Intolerancia Diario, indica que aunque López Obrador sigue marcando la agenda mediática, su propuesta de publicitar los videoescándalos donde se presumen actos de corrupción y se observan a diversos personajes recibiendo cantidades enormes de dinero en efectivo, le resultó contraproducente.

Durante al menos 20 años, AMLO ha utilizado el combate a la corrupción como un tema electorero. Gran parte del triunfo que obtuvo en las urnas en 2018 fue porque los mexicanos le compraron el discurso en el cual aseguraba que el mayor cáncer de México, la corrupción, sería desterrado del gobierno.

En cada oportunidad, el presidente insistió una y otra vez que la corrupción no tenía espacio en la 4T y que su gobierno la combatía fuertemente, incluso llegó a decir que se estaba terminando con ella, que ya no había más moches ni funcionarios de la burocracia dorada.

Pero, al igual que en el caso Bejarano y las ligas, un video sepultó todo su discurso.

El jueves pasado fue revelado, desde las benditas redes sociales, en el programa de Carlos Loret de Mola, un video en donde uno de los altos funcionarios de AMLO y su hermano Pío Lorenzo intercambian palabras, hablan de fortalecer a Morena y hay recepción de dinero.

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