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Calderón y narcoestado // Borolas, hasta el cuello

Carlos Fernández Vega en su columna México SA, publicada en La Jornada, indica que nutridas y continuas fueron las muestras de reconocimiento que, como inquilino de Los Pinos, Felipe Calderón dedicó al profesionalismo y entrega de su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, y a la ruta correcta que seguía en la guerra en contra del crimen organizado. Y el michoacano se deshacía en piropos cada que se refería –y lo hacía seguido– al ingeniero mecánico que hoy está preso en Estados Unidos, acusado, entre otras cosas, de proteger al cártel de Sinaloa.

De hecho, en alguna ocasión Calderón subrayó que García Luna ha sido clave en la transformación profunda de la Policía Federal, ahora dedicada, decía, a servir y proteger a la comunidad. El ex inquilino de Los Pinos nunca perdió oportunidad para mantenerlo impune y protegerlo de críticas y acusaciones, porque no estaría en el cargo de haber sospechas en su contra. Pero no se trataba de sospechas, sino de delitos documentados, tanto que hoy está preso en Estados Unidos.

Ante las reiteradas denuncias en contra de García Luna, en noviembre de 2008 el michoacano declaró que “hay un sesgo, a mi manera de ver, un error de apreciación en este enfoque, no se trata de investigaciones alrededor de él o de cualquier otro funcionario, se trata de un compromiso de limpieza en torno al gobierno federal… que nos está permitiendo desmontar redes de corrupción sobre las cuales pudo operar durante muchos años, por desgracia, la delincuencia organizada”. Y el encargado de esa limpieza era el propio titular de la SSP.

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AMLO: la ruta (relativamente) Pilatos

Julio Hernández López en su columna Astillero, publicada en La Jornada de San Luis, indica que luego de dar un nuevo apretón mediático a Felipe Calderón Hinojosa, el entonces panista que le robó la presidencia de México en 2006, Andrés Manuel López Obrador aluzó el camino alterno que podría llevar al intento de castigo a expresidentes ladrones (rubro en el que a FCH habría de añadirse cuando menos a Enrique Peña Nieto): no la vía institucional propia, que la ley le permite explorar pero no quiere, ni necesariamente la ya muy manoseada idea de una consulta pública en la que él argumentaría y votaría en contra, pero sí una ruta relativamente Pilatos, la de la “autónoma” Fiscalía General de la República (donde el propio AMLO propuso a Alejandro Gertz Manero y Morena planchó la designación) o incluso la del Poder Judicial de la Federación, donde el ministro Arturo Zaldívar ondea la enseña tabasqueña.

En su emisión matutina de claves políticas, llamada “conferencia de prensa”, López Obrador insistió en que su administración no está indagando las cuentas de Felipe Calderón, mediante la hacendaria Unidad de Inteligencia Financiera, ni del priista copetón mexiquense que reposa en tierra hispana. Aunque, advirtió: “Si en el caso de García Luna y Lozoya están involucrados los expresidentes, es un asunto de carácter judicial”.

Peña Nieto se mantiene en riguroso silencio, como si la bronca no fuera realmente con él, a la espera de lo que cante el juglar del poder en turno, el sumamente privilegiado Emilio Lozoya Austin, a quien hasta ahora la mencionada FGR no parece encaminarse a fincarle graves responsabilidades por el delito de delincuencia organizada sino el más manejable y no extendible a altos niveles del sexenio pasado, el de asociación delictuosa.

Pero Calderón Hinojosa sí reacciona colocándose la casaca militar de talla no apropiada, al responder incluso con fanfarronería no solo a las filtraciones sobre eventuales cargos en su contra (Etileno XXI y los astilleros gallegos, entre otros temas calientes) sino incluso a la realidad documentada y en proceso judicial en Estados Unidos de la conversión de la administración felipista en una instancia al servicio del crimen organizado, en particular del Cártel de Sinaloa (casos Genaro García Luna, Luis Cárdenas Palomino y Ramón Pequeño García, en cortes de Nueva York).

Ayer, en entrevista radiofónica con Ciro Gómez Leyva, el mencionado Calderón trató de diluir en el foxismo su responsabilidad en el diseño de planes energéticos fallidos o corruptos, como si él mismo no hubiera sido secretario de energía con el embotado (es decir, que a veces usa botas) esposo de Martha Sahagún (matrimonio, negocios corruptos e intereses oscuros, familiares y de la pareja, que también asoman bajo la lupa del sexenio en curso).

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Toledo y los enojos del Presidente

Salvador García Soto en su columna Serpientes y Escaleras, publicada en El Universal, indica que el miércoles 5 de agosto, pasadas de las 12 del mediodía, cuando terminaba en Culiacán el evento de revisión de los avances del Dren Bacurimí, el presidente López Obrador escuchó en un teléfono celular de su jefe de Ayudantes, Daniel Azar, los explosivos comentarios y afirmaciones de su secretario del Medio Ambiente, Víctor Manuel Toledo. La cara del Mandatario, cuentan, se puso seria y se fue descomponiendo en la medida que el titular de la Semarnat cuestionaba con palabras duras la existencia de la 4T, hablaba de un “Gobierno de contradicciones brutal” y acusaba a varios de los integrantes del Gabinete presidencial de favorecer negocios y de abogar por grandes empresarios en perjuicio del medio ambiente del país.

Cuando le explicaron que era un audio que se filtró de una reunión interna en la que el ambientalista Toledo había puesto en duda no solo a la “cuarta transformación” como un conjunto de políticas públicas sino que también lo había cuestionado a él por su desinterés y falta de apoyo a la ecología y los recursos naturales del país, el Presidente hizo una mueca y pidió que más tarde revisaran el tema. Después, para cuando los audios del secretario del Medio Ambiente ya eran virales en redes sociales y en todos los medios y analistas se hablaba de la “inminente salida” de Víctor Manuel Toledo del Gabinete y de que López Obrador tenía que correrlo después de sus afirmaciones y acusaciones contra Alfonso Romo, Víctor Villalobos y el subsecretario Ricardo Peralta, a López Obrador le molestaron ya no solo los dichos de su colaborador sino el escándalo que desataron en los medios.

El Presidente decidió entonces, enojado con Toledo, pero también irritado por la enorme difusión que le dieron los medios y la redes a las críticas de un miembro del Gabinete, que no iba a actuar para complacer a los medios ni a los columnistas que pedían que corriera al secretario y que, aunque le pediría la renuncia, sería cuando él lo decidiera y no cuando la prensa pidiera sangre en su equipo de trabajo.


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La columna Frentes Políticos, publicada en Excélsior, indica que 1. Reunión de altura. El senador Ricardo Monreal Ávila adelantó sobre los altos funcionarios que participarán en lo que será un amplio encuentro virtual para escuchar propuestas y buscar consensos desde el Senado, por lo que el 18 de agosto estarán conectados y en el mismo tema, justicia y justicia digital, el ministro Arturo Zaldívar; el fiscal general, Alejandro Gertz; la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero; el consejero jurídico de Presidencia, Julio Scherer, un representante de la Conago y los coordinadores parlamentarios. Convocatoria a todo lo que da. El senador Monreal y la Comisión de Justicia le apuestan a una reforma al esquema de procuración y administración de justicia, por la que pugnan todos los partidos. La justicia en México, ese bien tan venerado, en la agenda inmediata de Monreal. Está en todo.


2. Con la boca suelta. Qué fácil es sentarse en el escritorio de la casa, tomar un teléfono y videograbarse exigiendo y denostando al gobierno federal. Éste es el modus operandi de la política panista en tiempos de covid. El senador Erandi Bermúdez Méndez lamentó la desventaja competitiva a la que se enfrentan los productores del campo mexicano frente a los extranjeros, en especial los estadunidenses, y la incongruencia del gobierno federal de lanzarlos a un mercado internacional para el que no tienen las herramientas necesarias. Explicó que el sector agropecuario en México no está compitiendo en un “piso parejo” en comparación con los vecinos del norte, a los que su gobierno les ha apoyado con un subsidio de hasta 50 mil millones de dólares. Como siempre: derramando problemas, no soluciones.

3. Palabra de honor. El presidente Andrés Manuel López Obrador pidió reconocer la labor social de los empresarios que se dedican a la distribución de combustibles y garantizó que no habrá gasolinazos y se continuará con la política de no aumentar el precio a los combustibles. Durante la etapa más difícil de la contingencia que afectó al crudo mexicano, los precios disminuyeron entre 3 y 4 pesos, inclusive llegando hasta el rango de los 13 pesos, algo nunca visto. “Ahora con esta caída del precio del crudo, en vez de inventar un impuesto, decidimos también que bajaran los precios de los combustibles durante la etapa más difícil de la pandemia y ahora se han ido recuperando”, comentó. ¡Ojo!: la gasolina llevaba décadas al alza. No lo olviden.


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