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Sin duda, el sistema político electoral ha pasado por diversos ajustes en la historia, lo que ha ocasionado diversas reformas que van obedeciendo a las demandas de los partidos políticos, la sociedad misma y los grupos de presión en cada momento histórico.

Si hacemos un alto, hoy en nuestros días, y analizamos los estudios demoscópicos electorales rumbo a las elecciones subsecuentes, se puede observar un gran desgaste de todos los partidos políticos, por un lado, vemos que Morena cae en las preferencias, pero también observamos que la oposición está impávida y no logra capitalizar el desbarrancamiento de la transformación de cuarta.

La gente ya se cansó de la política de las castas encumbradas, está harta de aquellos que se sienten el grupo selecto y exquisito que vociferan que su grupúsculo debe encabezar las opciones en las boletas electorales. Los ciudadanos no ven identificación con estos personajes alejados de la realidad que viven y sufren todos los días, la política sí quiere reivindicarse, debe buscar opciones de ciudadanos comunes que se preocupen y formen parte de las discusiones del barrio y la comunidad.

Los partidos políticos han dejado de ser un instrumento de la sociedad para acceder al poder público, y terminaron convirtiéndose en el mecanismo por el cual pequeños grupos buscan hacer prevalecer sus canonjías y beneficios, o en su caso vemos burocracias partidistas venidas a más que se siente el grupo hegemónico internamente. En estas discusiones no está la sociedad, es más, muchas veces ni siquiera están en la discusión de la totalidad de militantes de los partidos.

Hoy se escuchan, en el caso de PAN, que un puñado señala que la única manera de ganar es incorporar a todos los “líderazgos” del partido, pero no vemos que hablen, que se incluya a toda la militancia en la decisión, buscan que una mesa de notables, que no pase de una docena, sea la que decida candidaturas, contradicción total de un partido de vocación democrática que en Puebla tiene más diecinueve mil militantes. Sí esta circunstancia molesta a la militancia que se le niega la opción de elegir en un proceso interno, esto mismo desalienta y nos aleja de la sociedad que sólo afirma: “otra vez los mismos”.

De acuerdo a Rafael Hernández Estrada la democracia interna de un partido se desenvuelve principalmente a través de elementos como: el nivel de respeto y garantías de los derechos fundamentales dentro del partido; la organización y los procedimientos internos; las corrientes en el seno de la organización y; los órganos de control de su vida interna.

La sociedad ha ido evolucionando y las formas de participación política se han diversificado a la vez que se incrementan las demandas de una mayor intervención ciudadana en la toma de decisiones y en los procesos políticos. Al igual que la sociedad, los miembros de los partidos han manifestado la necesidad de una participación más allá de la democracia electoral por medio del mejoramiento de la democracia interna. Ante este nuevo desafío, los partidos deben reconciliarse con los militantes de base que los integran, así como con los ciudadanos en general. El reto que afrontamos es democratizar la manera de acceder al poder público.

Es necesario reconocer que nada debilita más el prestigio de la democracia como la falta de credibilidad en los políticos y sus respectivos partidos políticos, que no brindan respuestas a las demandas ciudadanas.

Los problemas que presenta nuestra democracia se solucionan con una participación más activa de la ciudadanía en los partidos políticos. Fortaleciendo las mismas y su institucionalización con reglas claras, integradoras y transparentes que promuevan la participación, como sería la celebración de elecciones primarias con cuatro características:

1. Primaria: instancia previa, de selección de candidatos, antes de la elección “general” cuyo resultado determinará finalmente los candidatos que competirán para ocupar los cargos en disputa.

2. Abierta: Participan de la elección todos los ciudadanos sean afiliados o no afiliados sin ninguna restricción, utilizándo el padrón general.

3. Simultánea: Se deben someter al proceso en un mismo momento a las candidaturas de todos los partidos, coaliciones y candidaturas comunes, así como el elector debe seleccionar todas las categorías electivas, emitiendo un solo voto por categoría electoral, pero podrá combinar diferentes partidos, coaliciones o candidaturas siempre que sean distintas categorías electorales.

4. Obligatoria: El partido político, coalición o candidatura que no participe en la elección primaria no podrá hacerlo en la elección general aunado a la obligatoriedad de la participación ciudadana.

Abrir los procesos internos más allá de la militancia extendiendo la representación, participación y decisión a los ciudadanos, demostraría que los partidos políticos sí podemos cumplir con el objeto de ser instituciones de interés público, y no sólo del puñado de hombres y mujeres que en su turno controla los institutos políticos.

El reto está ahí y por ello deberíamos estar pugnando que en la reforma electoral local que está por discutirse, se incluyan las elecciones primarias como mecanismo de reivindicación y reencuentro de los partidos con la sociedad, sólo así, se volverán a creer en la política.

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