Trabajadoras sexuales pidieron al ayuntamiento de Puebla apoyos para sobrevivir durante la cuarentena debido a la escasez de empleo, luego de que la Comuna argumentó que les brindaban poco apoyo, debido a lo “difícil” que era contactarlas.
María de Lourdes Hernández Castillo, representante de la Unificación de Sexoservidoras de Puebla, indicó que por la falta de empleo ocasionada por la contingencia, han tenido que cooperar entre ellas para apoyar con comida, medicamento y dinero en efectivo, a las más afectadas de su sector.
En entrevista a este medio, comentó que con apoyo de la organización Casa María y de pequeños contribuyentes, apenas han logrado juntar 20 despensas para sus 62 integrantes, dando prioridad a las compañeras que más lo requieren.
Resaltó que no ha habido un acercamiento con el ayuntamiento de Puebla, por lo que buscarán acercarse a la administración, con el objetivo de ser beneficiadas con despensas o apoyos económicos.
Esto, luego de que el pasado 25 de junio, la Comuna mencionó que solo habían entregado 63 despensas a trabajadoras sexuales y miembros de la comunidad Lgbtttiq, bajo el argumento de que les era “difícil” contactarse con dichos sectores
Hernández Castillo indicó que a más de tres meses de haber iniciado la contingencia, la situación se ha complicado aún más para las trabajadoras sexuales, habiendo compañeras que requieren de medicamentos, y otras tantas que han tenido que desplazarse a diversas zonas para laborar e “ir sobreviviendo”.
Extrabajadoras también se ven afectadas
Precisó que las más afectadas han sido las extrabajadoras que tienen más de cincuenta años -de las cuales, 20 forman parte de la red-, quienes han tenido la preferencia de los apoyos, pues algunas “no tienen ni para un kilo de tortillas”.
“Ayer estaba llorando una compañera, y me dijo: qué feo es llegar a viejo y no tener nada, no tenía yo ni para tragar, por eso vine a buscarte, para ver si nos prestabas algo”, comentó.
Cabe mencionar que hasta el pasado 22 de mayo, al menos diez trabajadoras sexuales de la capital fueron desalojadas de sus viviendas por no tener el dinero suficiente para la renta, situación que afrontaban con solidaridad por estar “acostumbradas” a vivir en crisis.