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T-MEC: ¿hacia dónde? // ¿El parto de los montes?

Carlos Fernández Vega en su columna México SA, publicada en La Jornada, indica que mañana entrará en vigor lo que las partes negociadoras denominaron nuevo tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, T-MEC, mecanismo que a final de cuentas resultó ser la misma gata pero revolcada, tal vez perfumada en algunos sectores, con prevalencia de los intereses estadunidenses, como sucedió con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Tal vez la única ventaja a destacar es que el presidente López Obrador rescató la soberanía energética mexicana que su antecesor, Enrique Peña Nieto, alegremente entregó a los estadunidenses. Sin embargo, las bases del nuevo tratado son prácticamente las mismas que las del mecanismo comercial previo (el TLCAN), de tal suerte que no habría mucho que esperar en cuanto a la promoción del crecimiento económico nacional y el bienestar de los habitantes de esta República maquiladora.

El 30 de noviembre de 2018 los tres mandatarios involucrados en ese entonces (Peña Nieto, Trump y Trudeau) firmaron el nuevo acuerdo (el mexicano cómodamente lo hizo, porque al día siguiente dejaba Los Pinos) y debieron transcurrir 19 meses para su entrada en vigor, luego de algunos cambios y revisiones. ¿Qué esperar? Más de lo mismo, sin duda.

La esencia del TLCAN no se modificó: tanto México como Canadá servirán a la economía gringa y atenderán las necesidades del mercado estadunidense. Para el caso mexicano alrededor de 80 por ciento de su comercio exterior se realiza con el vecino del norte, con todo y que ha firmado más de 50 tratados y acuerdos comerciales con otros bloques y naciones del mundo.

Casi un cuarto de siglo de TLCAN no aportó mayor cosa al crecimiento económico de México (el promedio anual fue de 2 por ciento, en números cerrados) ni al bienestar de los trabajadores contratados en actividades relacionadas con dicho mecanismo comercial, dado que la competitividad mexicana se basó en mano de obra extremadamente barata, más interminables exenciones fiscales y privilegios y motivaciones para los inversionistas. Y eso que con tal mecanismo comercial se prometió la entrada al paraíso, pero quién sabe dónde quedaron las llaves.

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Congreso mexicano aprobatorio

Julio Hernández López en su columna Astillero, publicada en La Jornada de San Luis, indica que diputados y senadores iniciaron ayer una vertiginosa carrera de aprobación obligatoria de los paquetes de reformas y adecuaciones legislativas a los que obliga el nuevo tratado comercial norteamericano, que entrará en vigor este miércoles.

No debería causar asombro la predisposición avenible del poder legislativo mexicano pues, en sentido estricto, no tiene de otra. El acuerdo comercial entre Estados Unidos, Canadá y México tiene una condición imperativa que le es imposible romper o siquiera modificar a la presunta representación de la soberanía nacional que serían las cámaras en mención. Además, el presidente de México ha aceptado la invitación del imprevisible Donald Trump para una ceremonia en Washington y mal se vería el visitante si no llevara plenamente planchada la ropería política y legislativa correspondiente.

El llamado TMEC es una confirmación incontestable de la plena vigencia del neoliberalismo económico en cuanto a México, más allá de discursos e incluso de una “declaratoria oficial” en Palacio Nacional de la presunta extinción local de esa doctrina y sus prácticas concretas. Es la continuidad de una visión política y económica que implantó Carlos Salinas de Gortari y que, en tiempos recientes, fue perfilada en su nueva versión por el equipo de Enrique Peña Nieto y sostenida, con algunos ajustes que no afectan al conjunto ni lo sustancial, por la administración obradorista que incluso mantuvo al frente del equipo negociador a quien ya lo era durante el peñismo, Jesús Seade Kuri, convertido en subsecretario de relaciones exteriores durante la llamada 4T, jefe de los arreglos en Washington y ahora candidato mexicano a dirigir la Organización Mundial de Comercio, que durante décadas ha sido considerada desde la izquierda como el paradigma de la globalización neoliberal.

El nuevo tratado comercial está hecho para favorecer lo más que sea posible al factor dominante de esta relación subcontinental, que es Estados Unidos. Así como el Tratado de Libre Comercio aceptado por el salinismo significó la cesión de delicados campos de la actividad económica, con un impacto trascendente contra el interés nacional, la versión en tiempos de Trump-AMLO contiene aspectos y capítulos cuya gravedad va saltando a la vista.

Ayer mismo hubo protestas en redes sociales por la aprobación en el Senado de modificaciones a la ley del derecho de autor que significarán restricciones importantes a la manera en que en México se utilizan las redes sociales. La organización R3D, Red en defensa de Derechos Digitales, así lo planteó: “Condenamos la aprobación de las reformas que establecen mecanismos inconstitucionales de censura en Internet e ilegalizan la elusión de candados digitales para el ejercicio de derechos como el de reparar nuestros dispositivos tecnológicos”.

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Un viaje incómodo e inoportuno

Salvador García Soto en su columna Serpientes y Escaleras, publicada en El Universal, indica que tanto se tardó Andrés Manuel López Obrador para decidirse a realizar su primer viaje como Presidente a los Estados Unidos y la que también será su primera salida al extranjero, que ahora que al fin se decidió su salida está levantando polémica dentro y fuera de país.

Los cuestionamientos al momento en el que el Presidente mexicano arribará por primera vez a la Casa Blanca para encontrarse con Donald Trump han surgido lo mismo de la campaña del candidato demócrata a la Presidencia estadunidense, Joe Biden, que del Congreso mexicano en voz del diputado oficialista Porfirio Muñoz Ledo y hasta de organizaciones de mexicanos que viven en EU.

Todos coinciden en calificar la visita de López Obrador como “inoportuna” porque tendrá lugar justo en el arranque de la contienda presidencial en la que su anfitrión en la Casa Blanca, el presidente Trump, es un competidor que además arranca con casi 20 puntos de desventaja y está urgido de cualquier cosa que le ayude a levantar su campaña reeleccionista.

Y aunque el Mandatario de México insiste en que él no va a Washington a apoyar a ningún candidato ni a meterse en asuntos de la política estadunidense, sino a participar en el arranque del T-MEC, que se inicia formalmente este 1 de julio, la realidad es que una imagen suya al lado del candidato republicano tendrá, por más que no se quiera, una lectura política en el ambiente electoral que ya vive Estados Unidos.

“Va a ser una reunión política, en el buen sentido de lo que es la política. Voy a un viaje que tiene que ver con mis facultades que me otorga la Constitución política de México”, dijo ayer lunes el Presidente al defender su viaje a la capital estadunidense.

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La columna Frentes Políticos, publicada en Excélsior, indica que 1. Soluciones extremas. En el Nuevo León, que gobierna Jaime Rodríguez El Bronco, se acordó que habrá una pena de tres años de cárcel y sanciones económicas por encima de los 34 mil pesos para aquellos ciudadanos que padezcan covid-19 y que, de forma irresponsable, contagien a otros. Manuel Enrique de la O Cavazos, secretario de Salud, dio a conocer la reforma penal que se publicó en el periódico oficial del estado y entra en vigencia hoy martes. Dijo que eleva a delito el hecho de que una persona, a sabiendas de que padece una enfermedad grave y transmisible, ponga en riesgo la salud de otros. La sentencia aplicable será de tres años de cárcel y una multa de 100 a 400 cuotas, lo que representa entre 8 mil 688 pesos y 34 mil 752. La reforma se trabajó entre las distintas instancias de gobierno, así como los diputados locales. ¿Y cómo lo van a comprobar?

2. Lo justo es lo justo. Los alcaldes de Yucatán rechazaron las reglas de operación del Fondo de Desastres Naturales, al considerar que no se adecuan a lo que el estado necesita para atender las afectaciones que dejaron las tormentas tropicales Amanda y Cristóbal. Ismael Aguilar, alcalde de Dzidzantún, se negó a firmar un acta que contenía los resultados de la evaluación de daños por parte de personal del gobierno federal debido a que consignaban que ninguna vivienda tuvo daños estructurales, por lo que no accederán a los apoyos del fondo. Detalló que el personal de la Sedatu minimizó los daños ocasionados al considerar que la situación es distinta a los desastres que se presentan en otros puntos del país. ¿En verdad se tiene que llegar a estas instancias? Ayuda es lo que se requiere. No largas.

3. Viento en popa. El Senado aprobó la segunda de cinco leyes T-MEC contempladas para el periodo extraordinario. Quedaron aprobadas las modificaciones a la Ley de Derechos de Autor y las modificaciones al Código Penal, en las que se aplican sanciones de cárcel y multas económicas para todo tipo de piratería y robo de cable, entre otros delitos. Antes se aprobó la de Propiedad Industrial, en la que se estipulan medidas que permitirán la más pronta producción de medicamentos genéricos en beneficio de los que menos tienen. De ese tamaño la importancia del periodo extraordinario que salvó Ricardo Monreal: por primera vez, México contará con herramientas para llevar a la cárcel a quienes hackean, así como a quienes graben películas en salas de cine o reproduzcan música sin pagar derechos. La piratería llegará a su fin. Y eso es mucho decir.

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