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Despertarse es la espiritualidad, porque solo despiertos podemos estar en la verdad y así descubrir qué las ataduras nos impiden la libertad. Esto es la iluminación. Es como la salida del sol sobre la noche, de la luz sobre la oscuridad. El místico es el hombre iluminado, el que todo lo ve con claridad, porque está despierto.

¿Cómo dejar de ser parte de una sociedad dormida?

¡Metanoia!

Despertarse y no perderse la vida, eso es la Metanoia.

Una sociedad dormida es la que está manipulada y dominada. Es la que no es dueña de sus propias acciones y la que está en búsqueda de lo que le dicen que debe encontrar. Es una sociedad con individuos infelices, estresados, maliciosos y egoístas. Es un grupo de personas lastimadas emocionalmente.

Si estas doliéndote de tu pasado, es que estás dormido. La solución está en tu capacidad de comprensión y de ver otra cosa que lo que te permites ver.

Cuando se te abran los ojos, verás como todo cambia. Que el pasado está muerto y el que se duerme en el pasado también lo está. Porque solo el presente está vivo si tú estás despierto en él.

Tenemos que aprender a vivenciar el presente. El pasado es una escuela que nos permite aprender, el futuro nos inspira, pero no son las bases para construir en el presente, solo son columnas, de tal manera que si algo pasa solo se caen las columnas, pero no las bases, porque las bases no son el pasado ni el futuro; lo aprendido se puede refutar con una nueva teoría o con las nuevas condiciones de vida y el futuro puede variar de un día para otro, pero tus bases no, porque son tus dones, tus capacidades innatas, lo que traes por dentro, lo único armonioso entre lo que piensas, sientes y haces. Es lo que te permite actuar en conciencia.

Ser un individuo consciente es estar en armonía entre el tiempo y el lugar en donde vives o existes. Ya no sufres porque no estás pensando en el pasado o en el futuro, porque estás consiente que el valor del pasado-futuro no depende de lo que hiciste o harás, si no de lo que estás haciendo. Vives en el presente.

Si sufres es que estás a destiempo, es que estás dormido cuando deberías de estar despierto. Es que tu mente no está en armonía con lo que sientes o haces.

Me dirás que el dolor existe y si es verdad ¡Existe! pero no el sufrimiento. El sufrimiento no es real, solo existe en la mente y te distrae de la verdadera función del dolor.

Si estás dormido, solo veras lo que se puede ver cuando estás dormido ¡sueños! y no te darás cuenta de la realidad hasta que despiertes y habrá pasado la vida sin que tú la hayas vivido.

Sabemos que la mayoría de las personas si les preguntas si tienen problemas te van a responder que sí. Problemas menores o mayores, pero los tienen. Los tienen desde el ignorante hasta el intelectual. Desde un niño, hasta un adulto mayor. Desde una persona pobre hasta una persona rica. Esto nos hace preguntarnos ¿por qué en los dos polos opuestos el ser humano tiene problemas?

Si tienes problemas es que estás dormido. La vida no es problemática. Es el “YO” (le mente humana) el que crea los problemas. El sufrimiento no está en la realidad, está en ti, en tu mente. Por eso, en todas las religiones, se ha predicado que hay que morir al “YO” para volver a nacer. Este es el verdadero bautismo que hace surgir al hombre. La realidad no hace problemas, los problemas nacen de la mente cuando estás dormido.

¿Qué ocurre cuando estás despierto? No cambia nada, todo sigue igual, pero tú eres el que ha cambiado, ves diferente las cosas, lo ves todo más claro.

Le preguntaron a un maestro oriental sus discípulos: ¿Qué te ha proporcionado la iluminación? Y contestó: “Primero tenía depresión y ahora sigo con la misma depresión, pero la diferencia está en que ahora no me molesta la depresión.”

Estar despierto es aceptarlo todo, es lo que en el cristianismo dicen cuando ya no puedas, déjaselo todo a la voluntad de Dios.

Aceptar todo no es dejar que pase las cosas, es saber actuar, pensar y sentir de la manera correcta y en armonía. No hay sacrificio, ni esfuerzo para hacer las cosas. Aceptar la realidad es saber en dónde te encuentras de manera consciente y saber lo que debes de hacer a partir desde donde te encuentras.

Ya nada ni nadie te engaña o te distrae. El dolor o la frustración existe cuando te resistes a que la realidad no está a tu favor. Si tu aceptas tu dolor o tu realidad, el sufrimiento no existe, porque nada ni nadie tiene el poder de pararte o afectarte de manera negativa.

No es que la realidad sea distinta, es que tú eres distinto. Tú arrebatas las bendiciones de Dios, tu fluyes con la energía del universo, con la vibración de la tierra, con la luz máxima del sol o mínima de la luna. No sufres más.

Recuerda: “El dolor existe y el sufrimiento sólo surge cuando te resistes al dolor. Si tu aceptas el dolor, el sufrimiento no existe” Así la realidad, tu realidad.

El dolor no es inaguantable, es una manifestación de tu cuerpo protegiéndote, porque tiene un sentido compresible en donde se remansa.

Lo inagotable es vivir en el pasado o en el futuro, es tener tu cuerpo aquí y la mente en otro lado, en otro tiempo. Eso es lo insoportable, distorsionar la realidad, que es inamovible.

¿Y tú estás dormido?

La sociedad está dormida en su letargo, en su egoísmo y confort. ¿Y cómo saber si uno está dormido? ¿si yo estoy dormido?

Hay una parte de la biblia cristiana en donde Jesús dice: “¿Por qué me dices señor, señor, si no haces lo que yo te digo que hagas? Si no haces lo que el Dios de tu religión dice que hagas, entonces solo tienes un Dios imaginario, un Dios intermitente, hecho a tu conveniencia en tiempo y forma.

¡Esto es estar dormido! Pues lo que importa es responder a Dios con el corazón. No importa ser ateo, musulmán o cristiano; lo importante es la circuncisión y el bautismo del corazón.

Del corazón habla la boca, dicen por ahí, y de la boca se produce la palabra y de la palabra tan poderosa se crean los cimientos de los escenarios que están en nuestra mente, escenarios en donde desarrollamos nuestras acciones, pero nuestras acciones están divididas, están separadas como humanidad, porque nosotros estamos separados como individuos.

La religión, la política, el consumismo y muchas otras cosas más nos han separado de nosotros mismo para juntarnos a otras cosas o personas. Hoy dependemos de un Dios, de un mesías político, de un status social, de una ideología que nos separa, nos divide, nos polariza.

El problema no es pertenecer. El problema es dejar de ser para pertenecer, dejar de expresar lo que realmente sientes o crees cuando no estás de acuerdo con el grupo al que perteneces. Todo esto te divide, te separa de lo que realmente eres.

En la religión nos enseñan toda una serie de protocolos para que desde pequeño tengas el sello de esa religión. Pero te diré algo: La circuncisión del corazón es el inicio de la aceptación, es decir de la conciencia y la conciencia es la armonía entre el corazón, la mente y el cuerpo, es decir la armonía entre lo que sentimos, pensamos y hacemos.

El bautizo no está en su nombre, está en la circuncisión del corazón.

Lo importante es el mensaje, no la persona que lo predica, no la interpretación de los demás. Eres tú el que tiene que interpretar el mensaje personal que la palabra tiene para ti, no importando lo que la religión o sociedad prediquen.

La sociedad y los organismos religiosos sólo canonizan a los que se conforman con ella. Uno de los mayores ejemplos está en el cristianismo: A Jesús no lo pudieron canonizar y entonces lo asesinaron, lo crucificaron. ¿Quiénes lo mataron? ¿Los malos?, ¡No!, A Jesús lo mataron los buenos según en aquellos tiempos, los más respetados y creídos de la sociedad. A Jesús lo mataron los escribas, los fariseos, sacerdotes y ciudadanos, quienes prefirieron salvarle la vida a un asesino.

Y si tú no andas con cuidado, asesinarás a Jesús, buda, Krishna o al Dios en el que tu fe está puesta, con las mismas prácticas y creencias de aquellos tiempos, en nombre de una religión y de un grupo social al que perteneces.

Todos los días la sociedad de antes y actual, los cristianos siguen crucificando a Jesús, siguen ignorando y desechando a la palabra verdadera del cristianismo, y así en el budismo, judaísmo y muchas otras más.

Y a todo esto, en el fondo de nuestra discrepancia humana, de la levedad o fanatismo del individuo, a quien crucificamos, traicionamos, mentimos o intercambiamos es a nuestro propio ser.

¿Y tú, nosotros, deseamos despertar?

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