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Ay Morena, morenita mía

Rodolfo Ruiz en su columna La Corte de los Milagros, publicada en E-consulta, indica que no tardará mucho tiempo para que la diputada de Morena y presidenta de la Comisión Inspectora del Congreso del Estado, Olga Lucía Romero Garci Crespo, decida retirar la iniciativa que presentó para vigilar y sancionar a los órganos internos de control de los órganos constitucionalmente autónomos de la entidad como la BUAP, la Fiscalía General del Estado, el Instituto Electoral del Estado (IEE), el Tribunal Electoral del Estado de Puebla (TEEP) y la Comisión de Derechos Humanos (CDH).

Su iniciativa no sólo tiene visos de inconstitucionalidad sino que es absurda y excesiva al pretender otorgar a los diputados locales facultades y atribuciones que ya tienen otros órganos como la Auditoría Superior del Estado y el Tribunal de Justicia Administrativa.

Si la legisladora de Tehuacán no retira su iniciativa, ésta debería ser desechada en comisiones por inconstitucional — ahora que ya se sabe que la Suprema Corte de Justicia de la Nación se ha pronunciado al respecto en varios casos — y por generar confusión con respecto a las funciones normativas de otros entes del Sistema Estatal Anticorrupción.

Lo que llama la atención en este y otros casos, como la iniciativa de los diputados Nora Merino Escamilla y Gabriel Biestro Medinilla contra las fake news o noticias falsas, es que al pleno del Congreso del Estado estén llegando proyectos técnica y jurídicamente incorrectos, lo que nos hace suponer que estos nunca pasaron por el tamiz de la Jefatura de Apoyo Legislativo, la Coordinación de Servicios Legislativos y la Dirección General de Asuntos Jurídicos, de Estudios y de Proyectos Legislativos.

Si esto ocurriera, seguramente los legisladores de Morena se evitarían los quemones que se han venido dando cuando sus iniciativas de ley se ventilan en los medios de comunicación.

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Un atípico 5 de Mayo

Enrique Núñez en su columna Contracara, publicada en Intolerancia Diario, señala que la fecha de mayor orgullo de los poblanos es sin duda, el 5 de Mayo, cuando la Batalla de Puebla hermana la capital del estado con los municipios de la entidad y hasta con ciudades fuera de nuestro país como Nueva York, Los Ángeles, Madrid, París o Berlín.

Los festejos cada año eran especiales y espectaculares. Desde meses antes las escuelas, los Centros Escolares y diversas corporaciones oficiales comenzaban con los ensayos, las coreografías, el vestuario y la construcción de imponentes carros alegóricos.

La talavera, la Batalla del 5 de Mayo, el inicio de la Revolución Mexicana en la casa de los Hermanos Serdán y la majestuosidad de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, eran sólo algunos de los carros, que año con año, veíamos recorrer las céntricas avenidas de la capital poblana.

Pero este año no será así.

No hubo preparativos, ni clases. No habrá tampoco desfile, ni las tradicionales gradas apostadas en las laterales del Bulevar 5 de Mayo.

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Marcelo García Almaguer, uno de los estertores del morenovallismo

Fermín Alejandro García en su columna Cuitlatlán, publicada en La Jornada de Oriente, indica que una campaña que ha llamado mucho la atención en redes sociales es la que ha desplegado el legislador local Marcelo García Almaguer consistente en llevar equipos protectores al llamado “ejército blanco”, es decir a médicos del sector público que atienden a enfermos de Covid–19. Esta promoción que se presenta como un esfuerzo desde la sociedad civil o de un diputado sin partido, en realidad no es ningún proyecto con esa naturaleza, se trata de uno de los estertores del morenovallismo que intenta reagrupar a esta fuerza política que hundió al estado en la peor crisis de impunidad, violencia y corrupción.

Cuando Moreno Valle era gobernador de Puebla tenía como estrategia mediática el mostrar una o varias imágenes diarias en un actitud sonriente, humana, generosa, de hombre preocupado por la gente. Se exhibía saludando a niños, ancianos, mujeres humildes y a familias en una actitud de máxima atención. Todas esas escenas eran artificiales, pues se trataba de montajes con personas previamente seleccionadas para construir esa percepción. La realidad es que el líder del morenovallismo odiaba el contacto con la gente, sobre todo de origen humilde, y no ocultaba su prepotencia, insultos y exabruptos en actos públicos.

Ahora Marcelo García Almaguer hace lo mismo. Todos los días monta imágenes con colonos de zonas populares, niños, adolescentes y con grupos de vecinos en algún tipo de festejo. Siempre aparece sonriente y hablando en poses de líder, de guía, de instructor de algo. La verdad de esas fotos son montajes para redes sociales y no son un reflejo del auténtico trabajo político de uno los personajes claves del morenovallismo, que se dedicó a ahogar a la prensa crítica en el sexenio de Moreno Valle.

Esa campaña de promoción la utiliza el legislador sin partido –luego de que renunció al PAN, para evitar que públicamente lo echaran de esa fuerza política– para intentar reagrupar a los activistas del morenovallismo, que sobre todo son de colonias populares. Lo hace mediante la falsa promesa de que si lo siguen a él, después habrá beneficios económicos a su favor. Esa era la manera en que antes lograban que la gente se sumara a los proyectos personales Rafael Moreno Valle Rosas y su esposa Martha Erika Alonso Hidalgo.

Hasta donde se sabe no le ha ido bien. En muchos lugares lo han echado o le han cerrado las puertas. Esa reacción se debe a que el diputado llega con insumos menores y ya no corren los sobres con dinero, las toneladas de materiales de construcción, los cientos de despensas o teléfonos celulares con varias tarjetas de recarga, que antes se utilizaban para que la gente acudiera a las campañas políticas del morenovallismo.

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Estilo de vida

Alejandro Mondragón en su columna Al Portador, publicada en Status Puebla, señala que ¿Qué resulta de la mezcla de la necedad con la ignorancia?

La respuesta a la interrogante en estos tiempos de coronavirus no tiene desperdicio: familias de poblanos/as en las calles de paseo.

Menores de la mano de Don Vergas y Doña Chingona.

Nadie los detiene, se ha caído en el valemadrismo; en el a mi no me va a pasar; el coronavirus no existe, es un invento.

Desafían la pandemia, no fuera “ahí viene El Coco” porque ya estarían escondidos debajo de las sábanas de su cama.

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El ridículo garlito de la dimisión

Valentín Varillas en su columna La Tempestad, publicada en Status Puebla, indica que erraron y feo, quienes la semana pasada manejaron en medios la posibilidad de que el presidente López Obrador dejará el cargo a finales de este 2020.

Según ellos, abrumado por las consecuencias sanitarias, económicas y hasta políticas de la pandemia generada por el coronavirus, el jefe del ejecutivo federal negociaría su dimisión con los poderes de facto.

Por supuesto no hay, ni hubo jamás alguna base real que pudiera justificar tal conclusión.

De entrada, por lo menos en esta fase de la epidemia, el apoyo popular y la confianza a la figura presidencial han sido patentes.

Más allá de lo que se maneje en círculos políticos o de opinión publicada, los números fríos reflejan un aumento en los niveles aprobación de AMLO.

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