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Del Estado soy yo, al presupuesto es mío

Enrique Núñez en su columna Contracara, publicada en Intolerancia Diario, indica que una de las fortalezas de la República radica en la división de Poderes. Este equilibrio se ve seriamente amenazado con la propuesta de López Obrador para ser él mismo quien determine cómo redistribuir los recursos públicos de 2021, claro está, dándole prioridad y fondos a sus controversiales megaproyectos como la refinería Dos Bocas, el Tren Maya y el aeropuerto de Santa Lucía.

Una de las principales razones de mantener los abultados salarios de los diputados federales es que ellos se encargan de analizar, redistribuir y aprobar los presupuestos, es decir cómo va el Estado a reunir recursos y en qué se va a gastar este dinero.

En estricta teoría, los legisladores hacen los estudios suficientes y discuten entre ellos para, al final, llegar al consenso de cuántos y a qué rubros se le distribuirán los millones, pesos y centavos que obtiene la federación.

Es cierto que su tarea siempre tiene muchas observaciones y que en ocasiones, como el año pasado, la mayoría de Morena aplasta los argumentos de la oposición que en noviembre del 2019 advertía del riesgo de dejar al Seguro Popular sin fondos.

Sin embargo y por más quejas que tengamos sobre la distribución consensuada, la idea de Andrés Manuel López Obrador de ser él y sólo él quien distribuya los miles de millones del presupuesto federal para el 2021 bajo el pretexto de la Emergencia Sanitaria por el Coronavirus, resulta un enorme riesgo para el país, además de una acción inconstitucional.

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Desde el CEN del PAN buscan la caída de Genoveva Huerta

Fermín Alejandro García en su columna Cuitlatlán, publicada en La Jornada de Oriente, señala que el periodista Iván Tirzo, en el portal MTP Noticias, hizo una importante revelación ayer al exhibir que la presidente estatal del PAN, Genoveva Huerta Villegas, en los últimos tres años habría adquirido tres propiedades inmobiliarias, una en Cancún y dos más en zonas residenciales de la ciudad de Puebla. El apunte del columnista es correcto, el precio de esas casas no se podría cubrir con los ingresos regulares de la panista. Más interesante es la opinión que esta información causó entre importantes líderes panistas, quienes consideran que este ataque no proviene de la 4T, sino vendría de manera sorpresiva desde la dirigencia nacional del albiazul.

Pareciera que, desde adentro del PAN, se estaría buscando debilitar la autoridad de Huerta como líder del principal partido de oposición de Puebla, como una manera de provocar su caída antes del proceso electoral del próximo año.

Y es que para nadie es un secreto que Puebla es un “foco rojo” en el mapa electoral del PAN de cara a los comicios intermedios de 2021.

Puebla es uno de los tres estados que más votos aporta al PAN, pero el panismo en la entidad se encuentra fracturado, desarticulado y sin liderazgos importantes, que debilitan al albiazul para obtener un resultado favorable en las próximas votaciones. Pese a los yerros cometidos por los gobiernos de la 4T y nula presencia política del PRI.

Desde el Comité Ejecutivo Nacional del PAN se ha visualizado que el problema principal del partido en el estado se llama: Genoveva Huerta Villegas, quien tiene una conducción errática de esta fuerza política. En lugar de fortalecer al albiazul, ha fomentado la confrontación y el alejamiento de las bases de militantes.

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El hilo de la madeja…

Alejandro Mondragón en su columna Al Portador, publicada en Status Puebla, indica que ya jaló el auditor Francisco Romero el hilo de la madeja del modelo de negocios en el morenovallismo.

Reveló que son investigadas 24 empresas fantasmas, las cuales cobraron 755 millones de pesos de obra pública.

El esquema era incuestionable para los gobiernos del PAN en Puebla:

Lanzaban una licitación, se declaraba desierta. Luego, formulaban un concurso por invitación para que participará la firma ganadora con aliadas paleras.

Se asignaba la obra. La empresa que se la llevaba no firmaba el contrato sino ooootra compañía, la cual tampoco se encargaba de los trabajos –salvo cobrar el anticipo- pues éstos se subrogaban.

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Afectar a los “suyos”

Valentín Varillas en su columna La Tempestad, publicada en Status Puebla, señala que el presidente López Obrador se ha ensañado con aquellos a los que en teoría se debe.

A quienes, por lo menos en el discurso, se les etiqueta como prioridad, o bien a quienes se baten todos los días en el campo de batalla para hacer realidad la famosa Cuarta Transformación de la vida pública nacional.

Sí, a los trabajadores del gobierno federal se les ha cargado la mano en esta pandemia.

De manera “voluntaria”, para no caer en violaciones constitucionales, se les ha pedido que “donen” parte de su salario y que renuncien a las prestaciones laborales a las que por ley tienen derecho.

En el caso de quienes laboran en PEMEX, a través de un documento, se les solicita amablemente que sacrifiquen el 25% por ciento de lo que ganan por el trabajo que desempeñan.

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La estupidez se retroalimenta

Arturo Rueda en su columna Tiempos de Nigromante, publicada Diario Cambio, indica que si en la guerra contra el coronavirus el gobierno federal de López Obrador da pena, la sociedad mexicana avergüenza en muchos de sus comportamientos. Ya lo dijo el maestro Bobbio: hay momentos históricos en que el gobierno y su sociedad se retroalimentan en su estupidez.

En las primeras semanas de la pandemia, cuando el errático AMLO seguía de gira por el país, abrazaba niñas, se tomaba selfies e invocaba sus escapularios como forma de defensa contra el virus, y el video de unos jóvenes deportistas se hizo viral.

“¡Cómo voy a creer en algo que no he visto”! Dice un aspirante a atleta a sus amigos de entrenamiento en un gimnasio popular de CDMX para negar la pandemia y la necesidad de cerrar esos centros. “Si no me morí de amor, menos me va a matar una bacteria”.

En efecto, y por regiones, millones de mexicanos han decidido no seguir la cuarentena. Siguen en las calles, queremos creer que por necesidad, por tratarse del México de la subsistencia que vive al día.

Eso queremos creer, no es así.

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