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El hecho que caminemos sobre la superficie de la Tierra no quiere decir que tengamos derecho a pisotearla / Jorge García Gutiérrez

Desde 1970 se celebra el “Día de la Tierra”. En la mayoría de los países se hace el 22 de abril, pero en otros desde el pasado 11 del mismo mes. El nombre oficial es: Día Internacional de la Madre Tierra.

La celebración en este 2020 toma un sentido especial, en medio de una pandemia mundial en la cual se han tomado medidas humanitarias para disminuir y frenar la propagación del COVID-19, pareciera que dichas medidas funcionan como una vacuna ante el problema más grave que tiene la tierra: la contaminación.

Durante siglos La Madre Tierra ha sido contaminada, especialmente en los dos últimos.

Nuestro planeta ha sido víctima del desarrollo humano. Los intereses de los grandes emporios internacionales han sobrepasado los límites del respeto a nuestro ecosistema. La humanidad en su gran mayoría ha sido participe de la destrucción también. La ignorancia y la desidia han sido parte de la contaminación que han impactado al desorden que hoy sufre nuestra biodiversidad.

En las últimas décadas nuestro planeta tierra ha sufrido daños en sus principales órganos de vida; el aire, la tierra y el agua están contaminadas.

Eventos naturales devastadores son parte de las reacciones que nuestro planeta tiene para tratar de equilibrar lo que la mano humana ha tocado y desequilibrado, aunque son devastadores para el ser humano, son necesarios para que los efectos negativos de la contaminación aun no sean determinantes para la supervivencia humana.

Pero los estragos naturales siguen siendo menores ante las acciones egoístas de la raza humana que siguen contaminando sin parar. El planeta sufre de derrames de petróleo, de cerros o islas de basura, de aire contaminado por las grandes industrias, los millones de carros en circulación, por los miles de aparatos eléctricos encendidos y algunos de ellos sin ser utilizados, por el derrame de contaminantes que impactan en el manto acuífero, en fin.

Una parte de la población ha tomado conciencia y cambiado sus hábitos y estilos de vida a favor de nuestro planeta, lo mismo sucede con muchas empresas a nivel nacional e internacional. La llamada “Conciencia Verde” ha permitido disminuir el uso de plásticos, el carbón y otros elementos contaminantes, pero aun estas acciones y medidas son minoría en la sociedad.

Sólo una medida que en su mayoría acataran, pudiera ser un respiro real para nuestra tierra. Por ello creo que la cuarentena obligada por la pandemia de la Covid-19 es una verdadera vacuna para nuestro planeta que en este momento sufre en menor grado la contaminación generada por una población mundial que se encuentra en aislamiento y detenida.

Tal vez el coronavirus se ha convertido en un aliado inesperado contra el cambio climático, paradójicamente en la vacuna para matar a la plaga más peligrosa que habita al planeta, la raza humana.

La tierra ha sido pisoteada por su mayor número de habitantes concentrados en las grandes ciudades. Es la urbe el mayor generador de contaminación y es ahí en donde se genera el mayor efecto de la red de globalización, en donde cada acción afecta hasta el menor y más lejano rincón.

La dinámica atmosférica depende de sus pulmones, algunos de ellos están en medio de las grandes urbes, otros ya fueron destruidos por ellas y la mayoría se encuentran en las afueras: bosques, selvas, desiertos y mares, pero el funcionamiento del planeta es global y hoy los hemos alcanzado, afectado.

El Día Internacional de la Madre Tierra es importante para reflexionar los estragos positivos que la pandemia del COVID-19 tiene en la humanidad. No todo es economía y salud humana. Necesitamos urgentemente sanar el planeta para sanar así el ambiente contaminado que genera las enfermedades humanas.

Urge realizar un cambio hacia acciones más sostenibles que funcionen tanto para las personas como para el planeta, es integral, es global. La plenitud de nuestra existencia depende de vivir en armonía con la naturaleza, en su orden, en sus formas y matices. Su funcionamiento es la perfección del, del universo y todo el universo para nosotros se resume aquí en nuestro mundo, en nuestra Pachamama.

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