1.- Lo mejor que pudiera ocurrir en estos momentos es que los funcionarios responsables de las estrategias tuvieran a un abogado junto. El canciller Marcelo Ebrard amenazó a los empresarios si se atrevían a despedir o no pagar salario a sus trabajadores por la pandemia, pero el funcionario ignora lo que dice la Ley Federal del Trabajo:

“Artículo 427.- Son causas de suspensión temporal de las relaciones de trabajo en una empresa o establecimiento: VII.- La suspensión de labores o trabajos, que declare la autoridad sanitaria competente, en los casos de contingencia sanitaria.”

2.- Ante el colapso económico del segundo semestre de 1981 y todo 1982 por la caída de los precios petroleros, el presidente López Portillo se justificó: “soy responsable del timón, no de la tormenta”. En uno de sus mejores ensayos políticos el historiador Enrique Krauze diseccionó esa frase y concluyó que el timón depende de la tormenta.

3.- Toda tregua implica concesiones entre los enfrentados. El presidente López Obrador pidió una tregua a sus adversarios, pero les endilgó epítetos agresivos. A veces es mejor no pedir tregua y pagar los costos políticos.

4.- El secretario de Hacienda, Arturo Herrera, quedó atrapado entre las necesidades populistas y los determinismos neoliberales. En la crisis de 2009, el FMI y el Banco Mundial aprobaron que los gobiernos llegaran hasta el 4% de déficit presupuestal para enfrentar la crisis de liquidez. Ese déficit sería producto de dos decisiones; endeudamiento externo o impresión de billetes. Herrera, de manera literal, no sabe qué hacer y su inmovilidad está paralizando no sólo la economía, sino las expectativas. Su tarea no es sólo administrar las finanzas públicas, sino mandar mensajes de estabilidad a los mercados. Su rostro de asustado no ayuda a la tranquilidad.

5.- Lo que está dejando el efecto económico, social y político –en ese orden de jerarquización– del COVID-19 es la certeza del agotamiento del actual sistema económico, financiero y productivo internacional. Y que no habrá otro Bretton Woods (1944) ni otro Consenso de Washington (1989), sino que el sistema internacional saldrá de la nueva coordinación de economías locales. Después de la tormenta el mundo ya no se medirá entre populismos o neoliberalismos.

6.- Hasta los populistas debieran entender que las políticas sociales son producto de buenas economías productivas; por lo tanto, la prioridad debe ser el sistema productivo, el mercado y la política empresa. Sin riqueza generada no habrá presupuestos asistencialistas.

7.- México nunca había sufrido una pandemia similar a la del coronavirus, ni siquiera la de la influenza H1N1 causó tantos estragos.

8.- El gobierno necesita de una estrategia política. Luego de la parálisis del presidente De la Madrid ante los terremotos del 19 de septiembre de 1985, la prioridad no fue la reconstrucción en sí, sino el armado de una estructura de poder social. De la Madrid cedió el manejo del presupuesto a Carlos Salinas de Gortari como secretario de Programación y le dio la función estratégica al politólogo Manuel Camacho Solís. La tarea de Camacho no fue rescatar cadáveres de los escombros, sino construir otra estructura de poder del Estado.

9.- Si el canciller Ebrard revisa el modelo camachista de 1985-1986 podría encontrar una salida a la crisis de ejercicio del poder del presidente López Obrador. Pero la clave estará en que el presidente de la república se ajuste a las urgencias estratégicas del gobierno, olvidándose de sus convicciones personales. El desplome de su aprobación por el manejo de la pandemia está revelando que la crisis no es de salud, ni siquiera económica, sino de funcionalidad del Estado.

10.- Estamos frente a una crisis de seguridad nacional del Estado. Y los caminos no son muy diversos: o el desplome de los gobiernos en turno –como el camino inevitable de España– o la profundización del autoritarismo o la reconstrucción de las bases democráticas. De manera paradójica, los únicos que están leyendo bien la crisis son los dictadores ideológicos: Putin, Jinping, Castro, Jong-un, Merker y Trump; son gobernantes con un enfoque estratégico de seguridad geopolítica.

11.- El sector clave en la reconstrucción después de la pandemia es el empresarial; pero un Estado timorato lo ve como adversario, cuando debiera verlo como aliado y liderarlo; ésa fue una de las claves del modelo de Camacho Solís en la reconstrucción después de los terremotos de 1985.

12.- El sistema político/régimen de gobierno/Estado constitucional fue infectado por el COVID-19 porque perdió sus anticuerpos y defensas en 1988. El único que está entendiendo el desafío estratégico es el senador Ricardo Monreal. El populismo asistencialista no sirve; se requiere de un nuevo populismo de Estado.

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Periodista desde 1972, Mtro. en Ciencias Políticas (BUAP), autor de la columna “Indicador Político” desde 1990. Director de la Revista Indicador Político. Ha sido profesor universitario y coordinador...