La mayoría de los expertos coincide en que una víctima más de la pandemia del coronavirus será, sin duda, la economía. Es previsible que, ante la necesidad de distanciamiento social extensivo, la actividad económica se vea fuertemente afectada. Parará el turismo, bajarán las exportaciones, así como el comercio y los servicios no esenciales. Muchas empresas se verán en la necesidad de disminuir al mínimo sus actividades. Un porcentaje importante de Pymes tendrá que suspender operaciones temporalmente. Habrá una fuerte presión sobre el empleo. Los mercados accionarios seguirán inestables, mientras que el sector informal de la economía, que representa el 60% de la población económicamente activa, verá disminuido su ingreso a niveles críticos. Algunos analistas han calculado una posible contracción económica de entre 3 y 4 puntos del PIB.

Cuando una economía presenta una tendencia recesiva, se requiere inyectar recursos a través de un mayor gasto público. El problema es que, la pandemia nos ha sorprendido en un momento muy difícil para las finanzas públicas. Recordemos que la inversión ha venido a la baja y las expectativas de crecimiento han impactado negativamente la confianza.

En una reciente entrevista, la analista Viridiana Ríos señala que, a esta tormenta, se sumará el fuerte impacto sobre las finanzas públicas de una disminución de los ingresos gubernamentales. Al disminuir la actividad empresarial se dejará de pagar un porcentaje importante del Impuesto Sobre la Renta, mientras que al disminuir el consumo muchos dejarán de pagar el Impuesto al Valor Agregado. Esta situación impactará negativamente el crecimiento económico —que de por sí ya venía teniendo un pobre desempeño— como producto de una previsible caída en la recaudación fiscal. Se calcula que el gobierno dejará de recibir 200 mil millones de pesos, equivalentes al presupuesto de este año de la Secretaría del Bienestar.

Una segunda variable que impactará negativamente las finanzas públicas será el tipo de cambio. Conforme avance la crisis de salud pública, se profundizará la presión sobre nuestra moneda. En caso de que las medidas del Banco de México sean insuficientes, las compras que realizamos en dólares cada vez serán más caras en particular la gasolina y el diésel; lo mismo que el costo de la deuda pública. Recordemos que el 25% de nuestros compromisos son en dólares. Se estima que el gasto adicional por concepto de diferencial en el tipo de cambio será de 100 mil millones de pesos.

Una tercera variable que impactará negativamente las finanzas públicas será la estrepitosa caída del precio del petróleo, la mayor en 18 años. Las coberturas nos van a ayudar, pero solo el gobierno sabe cuántos barriles cuentan con este seguro. Recordemos que desde 2017 esta información es confidencial. Fuentes extraoficiales aseguran que solo un 20% de la plataforma está cubierta. En un calculo conservador se estima que la hacienda pública dejará de recibir ingresos por otros 100 mil millones de pesos por la caída del precio del petróleo.

Ahora bien. Hay que tener en cuenta algunos problemas adicionales que configurarán la tormenta perfecta: primero, que la caída de los ingresos petroleros afectará la asignación de recursos a estados y municipios. Es decir, los gobiernos locales tendrán todavía menos dinero. Segundo, que habrá menos flujo de remesas por despidos de mexicanos en EU y menos divisas por la caída del turismo. Y tercero, que el Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestarios se agotará pronto, ya que está medio vacío debido a que el año pasado se utilizó de manera inadecuada para financiar proyectos para los que no fue diseñado.

Ante este panorama, es previsible que el gobierno federal tenga que aceptar un mayor nivel de endeudamiento para poder reactivar la economía. Asimismo, es factible que se tengan que cancelar proyectos de inversión no prioritarios, como la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya; y que se tenga que reabrir el mercado energético al sector privado para rescatar la industria petrolera nacional. Estas medidas podrían liberar recursos para apoyar a los más vulnerables ante la emergencia sanitaria, generar incentivos a empresas pequeñas y medianas para que no despidan gente y a fortalecer el sistema nacional de salud.

Como lo han afirmado algunos líderes mundiales, estamos en una situación que nos va a poner a prueba a todos. Si no actuamos solidariamente, nadie saldrá bien librado de esta crisis.

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.

Extitular de la Secretaría de Gobernación de Puebla. Fue diputado federal por el Partido Encuentro Social. Licenciado en Economía, egresado del Instituto Tecnológico Autónomo de México. Ejerció...