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El día de hoy Puebla y sus ciudadanos tiene la oportunidad de vivir la gran experiencia de una movilización social que nos permite saber que aún somos una sociedad pensante y sensible, con el valor de levantar la mano y dar voz de manera pacífica a una inconformidad social.

Sin embargo, este reconocimiento de valentía, civilización y consciencia, no puede ser generalizada para todos los sectores o grupos que conforman la sociedad.

La marcha universitaria llevada a cabo el día de hoy, dejará un gran aprendizaje ciudadano; principalmente a los adultos que fueron incapaces en su edad y madurez, de darle voz a su sentir, ante la preocupación que viven cada vez que sus hijos, familiares, amigos o conocidos, salen a las calles y pueden ser víctimas de la inseguridad.

Hoy nuestros jóvenes demostraron que no sólo se pueden aglomerar en los antros o bares de esta ciudad o en los salones o campus universitarios; hoy recorrieron las calles de esta gran ciudad para dar voz a una demanda que afecta no solo a ellos, también afecta a niños de primaria, secundaria y prepa o adultos mayores, a ricos o pobres, empresarios o empleados, ateos o religiosos, quienes viven en ambientes rurales o urbanos, quienes le van al América, Chivas o a la Franja.

Esta marcha caminó, gritó y levantó las manos por todos, aunque solo marcharon los universitarios.

Hoy protestaron nuestros jóvenes pertenecientes a las distintas universidades poblanas; desde nuestra universidad pública, la BUAP, hasta una infinidad de universidades privadas, poniendo el ejemplo de lo que todos deberíamos de hacer y manifestar, cuando se tiene un padecer común: El Hartazgo.

No fue una ideología, un partido político o una religión quienes unieron a los jóvenes en esta protesta, fue el hartazgo de que nuestras autoridades no pongan fin a esta ola de violencia, es el hartazgo de no poder caminar tranquilos por las calles o subirse al transporte público con la idea latente que lo asalten.

Todos somos víctimas de esta situación, pero no fue el adulto -los padres de familia, los rectores, directores o maestros- quienes alzaron la voz para protestar por lo que está sucediendo, fueron nuestros jóvenes hartos de vivir en este escenario, en este tiempo que paradójicamente el adulto lo trajo y se lo hereda.

Lo escribo de manera directa, somos lo adultos los culpables, por no asumir nuestra responsabilidad, por no desenvolver nuestra autoridad, por no vivir conforme a nuestro compromiso familiar, por no asumir nuestra responsabilidad ciudadana y hoy, hoy solo somos jóvenes en el quirófano, en las clínicas de belleza y en los bares de la ciudad, pero no, no lo somos en las calles de la ciudad.

Los adultos no tuvimos la entereza de protestar, no tuvimos el valor de alzar nuestra voz y reclamarles a nuestras autoridades lo que está sucediendo con nuestros jóvenes y porque no está haciendo lo que tiene la obligación de hacer: salva guardar la integridad de ellos y todos los ciudadanos.

Esta marcha evidencia una realidad: la desidia y el confort nos hacen cómplice con las autoridades encargadas de la seguridad, la violencia es el resultado del hartazgo social, de la inconformidad y nepotismo y de una serie de prácticas que no se podrían llevar acabo sin la complicidad de sociedad y gobierno.

Seguramente esta es la protesta social más grande que nuestra entidad tiene registrada y espero en verdad que sea la más grande motivación para una sociedad que en su mayoría está viviendo un letargo.

Jóvenes muchas gracias por la lección cívica y humana que nos dieron hoy. Ponen a Puebla en la historia.

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