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¿Será Raciel López Salazar quien resuelva el problema de inseguridad en Puebla?

Rodolfo Ruiz en su columna La Corte de los Milagros, publicada en E-consulta, indica que frente a la exigencia social de resultados en materia de seguridad pública, y de justicia de miles de universitarios que han decidido suspender actividades y tomar las calles para protestar por el crimen de tres de sus compañeros y un conductor de Uber, el nombramiento de Raciel López Salazar como nuevo secretario de Seguridad Pública del estado no cayó nada bien en algunos sectores, como el empresarial.

Los antecedentes del ex procurador de Justicia chiapaneco y ex delegado de la Fiscalía General de la República (FGR) en el Estado de México, y las noticias que de él se han publicado en internet, no parecen buenas cartas de presentación, para el tamaño del problema que tiene la entidad.

De entrada llama la atención que el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta esté nombrando secretarios y subsecretarios venidos de fuera, cuando él mismo crítico en campaña esta práctica de su antecesor Rafael Moreno Valle y prometió no replicarla en su gobierno.

Raciel López Salazar es oriundo de Chiapas, como otros colaboradores muy cercanos al mandatario poblano, y fue procurador y fiscal de Justicia de Juan Sabines Guerrero y Manuel Velasco Coello, ambos gobernadores de Chiapas. Sin embargo no es eso lo que se le cuestiona, sino las referencias negativas que de él existen en internet.

Tampoco son poblanos los subsecretarios de la dependencia, llegados hace poco de Veracruz: El capitán de Marina Eduardo Galindo Castro y el ex fiscal regional de Coatzacoalcos Normando Bustos Bertheau, quienes tienen a su cargo las Subsecretarías de Coordinación y Operación Policial, y de Inteligencia e Investigación, respectivamente.

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Así quedan los grupos en Morena tras la caída de Yeidckol

Jorge Rodríguez en su columna A Puerta Cerrada, publicada en El Sol de Puebla, señala que el gobernador Luis Miguel Barbosa ha sido uno de los principales damnificados en Puebla con el revés que las máximas autoridades electorales del país le propinaron a Yeidckol Polevnsky, que este fin de semana quedó sin posibilidad alguna de pelearle la dirigencia nacional de Morena al diputado federal Alfonso Ramírez Cuéllar.

Si la relación de Barbosa con el ahora exdelegado Mario Bracamonte González era mala, con Saúl Papaqui Hernández será peor.

Papaqui es presidente del consejo estatal de Morena, órgano interno que ha sido facultado por Ramírez Cuéllar para hacerse cargo del partido y de llevar a cabo la contienda interna que deberá terminar con la definición de un nuevo presidente, lo que no hay en ese instituto político desde que Gabriel Biestro fue obligado a renunciar para dedicarse exclusivamente a sus labores en el Congreso del Estado.

Mientras no haya dirigente definitivo en el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, Papaqui Hernández fungirá en los hechos como líder provisional, con todo el apoyo del legislador federal con licencia.

¿Quién es Papaqui?

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“El Negro” controlaba seis actividades criminales, cinco mercados y siete líderes del hampa


Fermín Alejandro García en su columna Cuitlatlán, publicada en La Jornada de Oriente, indica que la detención de Marco Antonio Torres Vázquez, más popularmente conocido como “El Negro”, no es algo menor, sino se trata de la caída de uno de los verdaderos “jefe de jefes” del crimen organizado en Puebla. Según el expediente que existe de este personaje en los organismos de procuración de justicia se destacaba por el control de seis actividades criminales, el dominio de los cinco principales centros de abasto y venta de autopartes de la capital; y por el estrecho vinculo con siete líderes del hampa, de quienes solamente uno de ellos está en prisión.

Detenido en flagrancia cuando al parecer hacía una transacción de distribución de narcóticos–de acuerdo con el parte oficial–, si algo destaca en su expediente es que este líder criminal fue parte del 64 grupo operativo de la policía del estado de México. Es decir, se inserta en el esquema tradicional en el cual los principales líderes del crimen organizado primero pasaron por las filas de los cuerpos de seguridad púbica.

En la ficha del área de inteligencia del gobierno del estado, se identifica así a este personaje:

Nacido en julio de 1975, Torres Vázquez es conocido por los apodos de “El Buda”, “El Madrina”, “El Chiva”, “El Nero”, “El Gordo”, “El Marinero” y “El Bombón”. Aunque el más popular era “El Negro”.

Se sabe que vivía con su esposa de nombre Alicia R, con sus hijastros Rubén y Valeria, así como con su suegro, conocido como “el tío”. Su lugar de residencia es en la colonia Coyopotrero del municipio de Coronango, a un costado de la carretera federal Puebla–Tlaxcala, en un lugar que fue una hacienda y que al parecer “el negro” se la habría apropiado, luego de que el propietario fue ejecutado.


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La lista -no tan tonta- de la 4T


Alejandro Mondragón en su columna Al Portador, publicada en Status Puebla, señala que los espacios en política se ocupan. El gobernador Luis Miguel Barbosa dejó en claro (entrevistado por el periodista Mario Alberto Mejía) que él no va a definir candidaturas en el 2021.

Y el presidente Andrés Manuel López Obrador tampoco se meterá, al menos en el discurso. Lo cierto es que diversas tribus de la Cuarta Transformación (respaldada por Morena, PT y Verde Ecologista) se preparan para llevar mano.

Puebla y la zona metropolitana es foco rojo electoral, por lo que el factor coaliciones sin duda que romperá la mecánica interna de Morena en la postulación de candidatas y candidatos.

Para la capital poblana ya se evalúan opciones, sobre todo ahora que empezará la operación cicatriz con el reconocimiento de la dirigencia nacional de Morena para Alfonso Ramírez Cuellar.

Todos se llevarán su rebanada de pastel sin caer en favorecer familiares o parejas.

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Subejercicios: el crimen social

Valentín Varillas en su columna La Tempestad, publicada en Status Puebla, indica que criminales deben ser considerados aquellos gobiernos que se niegan a gastar recursos presupuestados para la operación de distintos programas oficiales.

Es su obligación hacerlo.

Escudados en una supuesta “austeridad”, se ha vuelto una peligrosa moda el que, intencionalmente, se paralicen varias áreas prioritarias de la administración pública en sus tres niveles.

Sobre todo cuando no se invierte lo que se debe en temas como seguridad pública, salud o infraestructura.

No tienen justificación.

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El Movimiento Estudiantil del 2020


Arturo Rueda en su columna Tiempos de Nigromante, publicada Diario Cambio, señala que por las razones no planeadas en rectoría, la BUAP se encuentra en pleno estado de ebullición con riesgo de contagiar a la numerosa comunidad universitaria del estado. Si alguien planeaba sacar raja política de ver en la calle a los estudiantes, debería aprender de las lecciones de la Historia que da el movimiento estudiantil de 1968: se sabe cómo se inicia, pero nadie sabe cómo terminan esos movimientos de indignación.

Jugar con la rebeldía de los universitarios es jugar con fuego: la chispa que se desprende puede convertirse en pira, y aunque son muchos los pirómanos que creen que pueden darle dirección al fuego, lo cierto es que se trata de una fuerza incontrolable que obedece a la dirección del viento. ¿Hacia dónde soplará?

La intención original, conforme al documento presentado a inicio de semana en este espacio, el Manual de Resistencia contra el Órgano de Control Interno, era levantar a la comunidad universitaria bajo la causa de la autonomía universitaria.

Pero los jóvenes decidieron tomar su propia dirección tras los multihomicidios de Huejotzingo. La dirección no fue la indignación por el ataque a la autonomía universitaria, sino la indignación por las condiciones de inseguridad y precariedad en las que viven.

Durante el periodo neoliberal, los rectorados de José Doger, Enrique Doger, Enrique Agüera y Alfonso Esparza, la misión de la dirección central de la BUAP fue despolitizar a los estudiantes para centrarlos en las habilidades que el sistema económico requería. Una universidad pública sin voz pública ni vocación por lo público.

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