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Cartas a Gracia

Menuda polémica arrancó el anuncio mañanero mediante el que el titular del ejecutivo federal, anticipara el envío de una iniciativa para cancelar los puentes escolares y suspender en cambio, actividades en el día exacto de la conmemoración de la que se trate. El argumento abona a favor de la formación cívica y a la recuperación de la memoria histórica de las y los estudiantes de educación básica, media superior y también de superior; aunque en este nivel, se circunscriba a las escuelas normales Gracia. Contravendría a quien sentado a su izquierda, meses atrás justificara la realización de los consejos técnicos los días viernes previos a los fines de semana largos -mega puentes- y esgrimiera haber consensuado el calendario escolar 2019-2020 con madres y padres de familia. Bajo ese criterio, contar con más días de asueto escolar fomentaría la convivencia familiar y permitiría que maestras y maestros dejasen tareas vinculadas con la fecha histórica que se evocaría; tareas que deberían ser realizadas entre escolapios, madres y padres de familia, y ser acompañadas por evidencias del cumplimiento colectivo. No contaría Esteban con que algunas autoridades educativas locales, autorizaran el adelanto de la sesión del consejo técnico al jueves previo, sin importar que las suspensiones de dos días adicionales –jueves y viernes- afectarían a madres y padres de familia que laboran y que deben atender en casa a niñas, niños y adolescentes la mayoria de las veces sin el cuidado adecuado.

Más temprano que tarde y tal cual si se tratara de responder a una provocación, voceros de la industria turística y hotelera, políticos de oposición y académicos alegarían, que de enviarse y aprobarse la iniciativa que cancelaría los puentes, se afectaría a quienes tienen intereses en el sector en “por lo menos” 13 mil millones de pesos. Calificada como grave error, “ocurrencia” que afectaría la convivencia familiar y la maltrecha economía de quienes laboran en las ramas mencionadas, con independencia de que fuesen trabajadores formales o informales, la discusión de la propuesta iría más allá de un simple diferendo entre las partes y provocaría peticiones de intervención del sector al secretario del ramo para que interpusiese sus buenos oficios ante el titular del ejecutivo y se enmiende la plana.

Sin embargo Gracia, los argumentos expuestos tanto por Andrés Manuel y en su momento por Diputados del Partido Acción Nacional (PAN), coinciden en lo medular; así lo muestra una iniciativa de ley que suscribiera la fracción parlamentaria de esa organización política, publicada en la Gaceta de la Cámara de Diputados (20/03/02) que daría origen al decreto que modificara el Artículo 74 de la Ley Federal del Trabajo en 2006, en el que se establecen los días de descanso obligatorio. Argüirías, a más de traer a colación datos financieros, de posicionamiento turístico y de posibles beneficiarios, que la derrama por turismo doméstico alcanzaría en el año 2 mil, 53 mil millones de dólares en contra los 13 000 mdd que dejaron en ese mismo año turistas extranjeros, 40 mil millones de dólares más y que adicionalmente, las “celebraciones, conmemoraciones y ceremonias” se realizarían en las escuelas y dependencias públicas, precisamente el día de su aniversario, dando oportunidad para que la comunidad escolar reflexionara sobre orígenes, “nuestra historia y el desarrollo de nuestro país”. Adicionalmente Gracia, la diputación de PAN que signaría esa iniciativa, señalaría que los fines de jornada largos fomentarían “el conocimiento y disfrute de sitios turísticos en donde la cultura, las tradiciones y las costumbres mexicanas están presentes”.

Los dos pronunciamientos coincidirían -sin mencionarlo de manera explícita- Gracia, en el papel que jugarían escuela, familia y sociedad, para que sus alumna(o)s y sus hija(o) respectivamente, adquieran los conocimientos y la memoria histórica que debería formar parte del bagaje cultural de todos y cada uno de quienes nos consideramos mexicanos. La cuestión estribaría en la instrumentación de estrategias, para que desde todos los ámbitos, se fomentaran la identidad nacional por encima de los procesos culturales emanados de la globalización.

Como plantea Gil Antón (http://www.educacionfutura.org/author/manuel-gil-anton/), vocero de un grupo de maestros,cuando propone abrir las escuelas en los días conmemorativos permitiría cambiar la forma en la que se rememore “un hecho relevante [y …] se destine una parte a la reflexión sobre lo que se conmemora: la Independencia, por ejemplo. En vez de ser día de descanso, las actividades normales abrirían el espacio para que millones de alumnos profundizaran en el conocimiento del pasado que compartimos como país”; otras alternativas buscarían fomentar la asistencia a sitio públicos, como proponen algunas secretarias de cultura de algunas entidades, mediante la emisión de pasaportes culturales que alienten y abaraten la concurrencia de las familia a los museos, muchos de ellos interactivos que fomentan –adicionalmente- el desarrollo de otras habilidades digitales o, quizá y por qué no, la de fomentar el turismo doméstico demandado por quienes critican la propuesta del ejecutivo, generando de esta manera repercusiones bondadosas para quienes viven de esa actividad; y que permitiría que mientras las familias pasean y se divierten, adquieren “in situ”, un conocimiento adicional al proporcionado en las aulas. Estrategias que sumadas a las que surjan en el ámbito del salón de clase, permitirían que todos ganaran y, aún más, las familias interesadas en formar mejores ciudadana(o)s, informada(o)s, crítica(o)s y felices. Todo un cuento de hadas vuelto realidad.

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.

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